Xavier Ribalta,
el menos conocido, pero no el de menor calidad entre los grandes cantautores catalanes, cantó ayer en Madrid, tras varios años de prohibición, dentro de esta especie de presencia masiva de la canço en la capital, que abrió Pi de la Serra siguió el propio Ribalta y continúa Raimon, quizá como acompañamiento a la presentación, también en Madrid del Congrés de Cultura Catalana, calificado como el «encuentro más importante de la posguerra entre dos culturas del Estado español».
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