El Madrid, con más remate que juego
Esta vez le tocó golear al Madrid, si bien el resultado es engañoso, porque el equipo de Miljanic acertó más en el remate que en el juego, y contó con la colaboración de un portero renqueante que, no se sabe por qué, no pidió el cambio. El Madrid hizo simplemente un partido aseadito, pero remató bien. El Elche tuvo ráfagas de buen juego que en ocasiones resultaron una verdadera amenaza para el Madrid.A los dos minutos de juego ya había marcado el Madrid su primer gol, obra de Roberto, en fácil cabezazo. El zancudo cabeceador, con este gol daba un argumento más a sus partidarios, del mismo modo que después daría varios a sus detractores al fallar en claras ocasiones. Este gol, y la apreciación de que el Elche carecía en la defensa de los saltadores necesarios para frenar a Santillana y a Roberto, hizo suponer que aquello acabaría en goleada, cosa que ocurrió, aunque por distinto camino de¡ esperado. El Madrid, con la confianza propia de¡ que marca pronto, y la colaboración de Sánchez Barrios, bastante acertado siempre, hizo un cuarto de hora de aceptable juego de ataque, que coronó con otro gol a través de un penalti del que fue víctima Roberto, si bien el mérito de la jugada hay que cargárselo a Velázquez por su perfecto lanzamiento.
A partir de ahí, Mesones dispuso un cambio de marcajes en la defensa. Melenchón, que estaba con Roberto, pasó a ocuparse de Sánchez Barrios, e Indio dedicó su marcaje al cabeceador. Indio no es alto, corno no lo es Melenchón, pero es mejor marcador porque es más duro (demasiado duro) y con muchos más recursos. Este cambio de marcajes serenó un poco el área del Elche, donde hasta el momento, cualquier centro alto producía grandes alborotos, y le sirvió al equipo de Mesones para tranquilizar su fútbol sobre esa base más firme. Fue a partir de entonces cuando se pudo apreciar la facilidad del equipo ilicitano para hacer buen fútbol, de la más pura escuela sudamericana. Trobbiani, Gómez Voglino y Finarolli tejieron excelentes jugadas, basadas todas ellas en su habilidad para el regate en corto y en su precisión en el toque. Cristo, con su velocidad, servía de buen apoyo, y el Madrid se vio sorprendido por este fino fútbol, hasta el punto de encajar un gol que acortaba las distancias y pasar varias situaciones de apuro.
Hubo un factor que obró en favor del Madrid y le ayudó a resolver el. partido con cierta facilidad, y que decidió la goleada: la lesión de Esteban. A partir, posiblemente, de un choque con Breitner, Esteban acusó una clara cojera. Por alguna razón ignorada no pidió el cambio, ni tampoco lo impuso Mesones. que no había agotado el cupo de sustituciones ni lo agotaría en todo el partido. Esteban jugó renqueante y eso se acusó en el marcador, porque, aunque no tuvo fallos clamorosos, sí se le vio muy limitado. A poco de empezar el segundo tiempo, Pirri le colocaría con habilidad un balón por encima, al que reaccionó mal. Después, tras otro acercamiento del Elche, que con una preciosa jugada volvió a marcar (había estado muy a punto de hacerlo poco antes), dejaría pasar hasta el palo un tiro no muy fuerte de Velázquez, que Pirri remataría finalmente a gol. Y por último, y tras algún intento más del Elche, que forzó un penalti del que Medina Iglesias, en su único error apreciable de todo el partido, no quiso saber nada, encajaría un quinto gol, obra de Santillana, por tardía salida.
Goleada, pues, pero que no debe. engañar. Golear a un portero lesionado no tiene excesivo mérito, y no hay que olvidar que las buenas jugadas de ataque del Elche pusieron muy de manifiesto los defectos del sistema defensivo madridista. Pero sea bienvenido este resultado, que le puede servir al Madrid para recuperar el torio de tranquilidad preciso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.