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Escepticismo y tensión política en el viaje de Giscard por Francia

Durante su viaje, ayer y anteayer, a las regiones de Alsacia y Lorena, el presidente Giscard d'Estaing recogió mucho más escepticismo que aplausos. Por otra parte, la situación económica del país, a pesar del plan Barre o como consecuencia del mismo según sus detractores de derechas y de izquierdas, sigue manifestándose más inquietante cada día. La tensión política en el seno de la mayoría gubernamental, entre el movimiento gaullista y los centristas giscardianos, no se calma. Y, todo ello, como opinaban ayer los comentaristas al final del periplo de Giscard por el este de Francia, multiplica los síntomas de crisis.Los precios al detalle, el pasado mes de octubre, aumentaron el 0,9%, según las estadísticas oficiales, conocidas ayer. La cadencia anual, teniendo en cuenta la subida de los diez primeros meses del año y a dos meses sólo de 1977, se situará probablemente al nivel del 12%, lo que significa un fracaso respecto a las previsiones de los técnicos oficiales, que habían hecho todos sus cálculos de enderezamiento económico a partir de una inflación que no llegara a las dos cifras fatídicas.

En el mismo plano puramente económico, las perspectivas inquietantes abarcan todos los sectores clave: a la inflación seria se suman el récord de déficit del comercio exterior, el récord de parados (más de un millón, según cifras oficiales, y un millón y medio al decir de los sindicatos de izquierdas) y, lo que es mas grave para el Gobierno, la negativa del Patronato a salir de su actitud de espera para invertir. De la manera más autoritaria, el primer ministro, Raymond Barre, amenazó ayer a los jefes de empresa: O se acepta mi plan o la izquierda subirá al poder. Al mismo tiempo, el ministro delegado de Economía, Michel Durafour, amenazó también con el mantenimiento de la «congelación» de ciertos precios, a partir de primeros de año, si la inflación no disminuye. Hace tres días, el presidente del Patronato francés, François Ceyrac, en un discurso calificado de «provocante» por los sindicatos y mal recibido por las autoridades económicas, declaró que para llegar a la «verdad económica» no había más remedio que real despido. La actitud espectativa de las empresas, Barre las calificó ayer de «suicida».

Durante las últimas 48 horas, el presidente de la República viajó por las ciudades del este, Nancy, Metz y Estrasburgo, especialmente afectadas por la recesión económica, debido a la crisis, que sufre la siderurgia. La acogida, no sólo por parte del público, sino por los elegidos de la mayoría gubernamental, se caracterizó por la «indiferencia», según todos los testimonios. En sus dos discursos, el jueves en Metz y ayer por la mañana en Estrasburgo, el presidente abordó esencialmente los problemas económicos que se le plantean al país. No vengo a recoger sonrisas, advirtió al darse cuenta de que el clima no le era favorable, sino a responder a vuestras preocupaciones.

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