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La Iglesia quiere ser neutral en el proceso político

Ni de trámite ni tampoco histórica, según ha manifestado a EL PAIS monseñor Montero, obispo auxiliar de Sevilla, la XXV Asamblea Plenaria del Episcopado Español, inaugurada ayer en Madrid, tiene, sin embargo, una especial importancia por el momento político en que se celebra. Recién aprobada por las Cortes la reforma política y en lontananza las elecciones, el proceso político al que va a asistir el país en los próximos meses no dejará de estar presente en las decisiones que en este lapso de tiempo adopten los dirigentes de la Iglesia católica española.

Aunque el orden del día de la asamblea episcopal, inaugurada ayer, apenas hace referencia a ningún tema temporal, salvo el relacionado con la Comisión Nacional Justicia y Paz, que tiene pendientes, de -un lado, la aprobación de sus estatutos y, de otro, el nombramiento de presidente y secretario, el discurso inaugural pronuncia4o por el presidente del Espiscopado Español, cardenal Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid-Alcalá, resume, sin embargo, la preocupación de la Iglesia española ante los momentos actuales y los acontecimientos próximos, los cuales, según el cardenal, «pueden exigir de nosotros una serena reflexión y quizá una toma de postura colectiva-».La asamblea espiscopal, a la que asisten seis nuevos obispos consagrados en los últimos meses, hecho que se destaca como resultado de la distensión entre el poder político y la Iglesia tras la muerte de Franco, centrará su atención en la búsqueda de un directorio doctrinal y práctico para los candidatos al sacerdocio capaz de hacer frente a la actual crisis de vocaciones religiosas en la reforma de la tradicional pastoral sanitaria de la Iglesia y en la elaboración de las líneas básicas de la acción pastoral de la Iglesia en los próximos años (una especie de plan quinquenal), con el fin de que los temas fundamentales y conflictivos de la juventud, el mundo obrero y los intelectuales, entre otros, no estén sometidos a la coyuntura del momento, sino que se aborden desde una perspectiva previamente elaborada.

El divorcio, en perspectiva

La actitud a adoptar por la Iglesia en el «delicado e importante momento» en que vive España, según recientes palabras de Pablo VI a un grupo de obispos españoles, ha sido abordada en el discurso inaugural del cardenal Tarancón, quien ha afirmado que la Iglesia «no puede vincularse a ningún partido político» y que el cristianismo, dentro del cual caben opciones políticas distintas, «ha de estar por encima de toda lucha política, que definitivamente es lucha por el poder». El presidente del Episcopado Español ha enumerado una serie de hechos que han surgido a la luz en los últimos tiempos y que «van a tomar un cariz distinto en un régimen democrático».'

Entre ellos destacan los siguientes:

• Algunos partidos políticos, algún movimiento apostólico o algunas posturas políticas revolucionarias se presentan como cristianos, proponen la conveniencia de un sindicalismo cristiano o dicen que se apoyan en el Evangelio.

• La presencia de sacerdotes en movimientos políticos de uno u otro signo, incluso extremistas.

• Los términos en los que últimamente se ha planteado el problema de la enseñanza que «nosotros no podemos aceptar, pero tampoco podemos defender a ultranza nuestros métodos y nuestras estructuras ».

• El problema del matrimonio, que «puede darnos algunos quebraderos de cabeza. Ya se hace propaganda en favor del divorcio y es lógico -que sea éste uno de los temas que se planteen muy pronto en el terreno político».Estos hechos, que, según el cardenal Tarancón, se van a manifestar con más publicidad y mayor apasionamiento cuando empiece clara y abiertamente la lucha por el poder, con motivo de las elecciones, «están produciendo ya una gran confusión entre los católicos y engendran la división entre los mismos sacerdotes» «¿Convendría decir alguna palabra para que todo el mundo sepa que la jerarquía no sólo no ha participado en la inspiración y encauzamiento de esos movimientos o partidos -algunos lo suponen y otros hasta lo han afirmado- para que quede plenamente garantizada ante la opinión pública la independencia de los obispos y de la Iglesia como tal de todo partidismo político?», se ha preguntado el presidente de la Conferencia Episcopal.

La dificultad de la Iglesia para decir una palabra en el momento presente, ha precisado el cardenal Tarancón, se deriva también de su gran fuerza social, que fácilmente puede convertirla en una fuerza política, en una ayuda a posiciones o tendencias partidistas, porque «es lógico que unos y otros querrán servirse de la fuerza de la Iglesia -ésa es la constante en casi todos los regímenes políticos- y no resulta fácil mantener la postura adecuada para que, cumpliendo con nuestro deber, no aparezcamos apoyando una opción concreta».

Aunque la gestión de la Iglesia, ha concluido el cardenal Tarancón, no va a resultar nada fácil en estos momentos históricos, «no soy pesimista respecto al futuro, pues tanto en el orden puramente humano y social como en el aspecto religioso-eclesial creo que tenemos muchas posibilidades, aunque esto nos va a exigir mucho a todos los cristianos y, especialmente, como es lógico, a los obispos».

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