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El sistema electoral, caballo de batalla

Librada la primera batalla ante las enmiendas a la totalidad, la segunda sesión de los debates sobre el proyecto de reforma política, iniciada a las diez y cinco dé la mañana de ayer, se centró sobre el tema clave en la inmediata estrategia de los procuradores: el procedimiento electoral. Con menor expectación que en la sesión de inauguración -se notaba la ausencia de la mitad de los procuradores- los enmendantes al articulado defendieron sus observaciones en un ambiente más bien apático, sólo roto con el eco de algunas frases brillantes de Raimundo Fernández Cuesta y Rafael Díaz-Llanos.

El Gobierno en pleno, en el banco azul, siguió con tranquilidad el desarrollo de los debates, reflejándose en la cara del presidente Suárez y de algunos de los ministros, cierta satisfacción por la marcha del Pleno.Jesús Esperabé, familiar por Salamanca abrió el turno de enmendantes con una breve intervención de siete minutos en la que afirmó que la reforma política que demandaba nuestro pueblo podía sintetizarse en tres palabras: convocar al pueblo. Admitió la honestidad del proyecto del Gobierno, pero advirtió que la misma quedaba sometida a que las elecciones fueran libres y se realicen con un procedimiento que no desfigure la imagen de las fuerzas sociales de la nación.

El segundo de los enmendantes, Carlos Iglesia, procurador sindical advirtió que pese a las observaciones presentadas, iba a apoyar la reforma por considerarla «de todo punto necesaria». Defendió que se aumentara el número de diputados y pidió a la ponencia que fuera más explícita con relación con los dispositivos correctores aplicados a los criterios electorales proporcionales.

El señor Arteaga, familiar por Tenerife y portavoz del «grupo laboral-democrático» arrancó las primeras sonrisas de la Cámara, acompañadas de murmullos jocosos, cuando se refirió a que sólo él y otro procurador familiar procedían del mundo del trabajo, cuando afirmó que a los intelectuales no se les podía considerar como trabajadores natos y finalmente cuando dijo que en las futuras Cortes -dado lo costoso de las campañas electorales- el 90 % serían representantes del capitalismo y que los representantes del mundo del trabajo brillarían por su ausencia.

El señor Arteaga basó toda la argumentación de su discutible intervención en la necesidad de que en las futuras Cámaras figure un representante de los trabajadores, a razón de un diputado y un senador por cada provincia.

Tomó la palabra a continuación Eugenio Lostau, también sindical, quien pidió imparcialidad e independencia para el presidente de las futuras Cortes, entendida también en relación al Jefe del Estado; solicitó la extensión a seis años del mandato de senadores y diputados y señaló el peligro de dictar por decreto-ley la normativa electoral «ya que significa un instrumento del partido en el poder».

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La señorita Tey, consejera nacional designada por Franco, intervino seguidamente para defender su enmienda relativa a la necesidad de que el Senado tenga mayor protagonismo y a que la ley electoral sea regulada por las Cortes. En cuanto al procedimiento electoral -objeto de enmienda en casi todas las intervenciones-, la procuradora se mostró contraria al sistema proporcional, propugnando elecciones mayoritarias.

Una hora después de iniciarse la sesión y sin que hubiese variado la tónica de aparente desinterés -las salidas de los procuradores hacia el bar de las Cortes eran constantes subió al estrado el procurador sindical Emilio Lamo de Espinosa, quien durante 45 minutos defendió la ampliación del número de senadores y discrepó del establecimiento de dos tipos de normas electorales: proporcional para el Congreso y mayoritaria para el Senado.

Tras unos minutos de descanso, el presidente dio la palabra a Rafael Díaz-Llanos, procurador por el Colegio de Economistas. Con su oratoria gesticulante -en más de una ocasión estuvo a punto de tirar la lamparilla del estrado- y dirigiéndose varias veces al presidente Suárez y a los miembros del Gobierno, expuso con amplitud -su intervención duró 40 minutos- sus criterios sobre la actual situación, el proyecto de reforma y las futuras Cortes.

Dijo, entre otras cosas, que habíamos tenido más períodos constituyentes que constituidos; que Franco suscitó la adhesión total en el anterior referéndum. (aplausos parciales); que debía haberse evitado que los medios de comunicación social mentalizaran a la opinión pública sobre la reforma, así como que figuras de la oposición extramuros pactaran con el Gobierno.

Hacia las Constituyentes

Se refirió, en tono dramático, a la angustiosa situación económica, a la inseguridad de las calles y a las huelgas salvajes. Su afirmación sobre que a los piquetes de huelga no se les aplica la Ley provocó algunos aplausos.

Dijo, en otro momento, que el proyecto de ley era menos importante de lo que parecía «ya que vamos a unas Cortes Constituyentes, se quiera o no». Pidió que se exigiera un quorum amplio para las reformas constitucionales, «porque si no -argumentó-, si alguien consigue el poder, no lo abandona y no vuelve a hacer elecciones en su vida».

Señaló también que se oponía a que vinieran gentes foráneas a examinamos de democracia, frase que suscitó aplausos en un sector de los procuradores. En un momento de su parlamento reconoció no estar en la posesión de la verdad, aunque al segundo rebajó este acto de humildad, al añadir: .... de la verdad total.

Finalizó su intervención en plan de precampaña electoral, refiriéndose a los problemas de las islas Canarias -mirando alGobierno dijo: «Nos estamos cargando las islas y no es broma.»- y a los de los Colegios Profesionales,

En nombre del Grupo Parlamentario Independiente defendió seguidamente una serie de enmiendas David Pérez Puga, familiar por Lugo. Pidió la generalización del sufragio universal a los mayores de dieciocho años y a los emigrantes; solicitó un control del sistema electoral por el poder judicial y que se limitaran las excepciones a la soberanía de las Cortes en materia legislativa.

Se mostró partidario del sistema electoral proporcional «ya que reposa sobre argumentos de justicia y de realidad» y pidió que se velara por la legalidad de las elecciones.Momentos antes de que iniciara si intervención el siguiente enmendante, Raimundo Fenández-Cuesta, consejero designado por Franco, un gran número de procuradores que habían estado ausentes en las exposiciones anteriores, entraron en la sala con la intención de escuchar una de las intervenciones que se presumía más en contra del proyecto de reforma. El señor Fernández-Cuesta, quen se opuso en sus observaciones al sistema de democracia inorgánica comenzó diciendo que con la reforma no se había intentado abrir ventanas y puertas, sino destruir el edificio. «Se ha modificado -añadió- el después de Franco, las instituciones por después de Franco, las instituciones contrarias a él y vencidas por él.»

Criticó el que se intentase cambiar de régimen y no reformar; defendió la democracia orgánica y los Principios Fundamentales del movimiento; afirmó que los partidos políticos estaban en crisis y adió que no buscaba obstaculizar el referéndum.

La última intervención en el turde la mañana fue la de José María Morrondo García, familiar por lencia, quien propuso una representación directamente por provincias en el Senado y de número de habitantes en el Congreso.

La sesión se levantó a las dos menos veinte de la tarde, sin que, hasta ese momento hubiese regresado el presidente Suárez, quien se sentó del hemiciclo una hora antes para dirigirse al palacio de La Zarzuela, donde despachó con el y don Juan Carlos.

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