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La Organización Sindical cambia de nombre

Si algo hay que agradecer al, Gobierno Suárez a la hora de crear la Administración Institucional de Servicios Socio- Profesionales (AISS), es su sinceridad. El Gobierno, en el preámbulo del decreto-ley de creación de la AISS, reconoce que ha pretendido transformar la actual estructura de la Organización Sindical (OSE) en otra, la AISS, dentro del marco institucional vigente, es decir, sin cambiarlo. Semejante afirmación define el marco de la reforma sindical y señala sus claras limitaciones.La primera limitación deriva de que el marco institucional vigente no reconoce la libertad sindical. Ello explica que el decreto-ley de creación de la AISS disponga la no desaparición, es decir, la continuidad, de los servicios y actividades de las entidades y organismos que, como las Obras Sindicales, los Sindicatos, los Consejos de Trabajadores y Empresarios, las Hermandades de Labradores o las Cofradías de Pescadores, entre otros, constituyen el entramado de la OSE.

De otra parte, debo señalar que si identificamos a la OSE con el aparato burocrático central radicado en Madrid, y también en las delegaciones provinciales, tampoco se puede decir que la OSE vaya a desaparecer. Simplemente cambia su nombre por el de AISS y se introduce más aún en el aparato burocrático estatal, ya que la AISS dependerá de la Presidencia. del Gobierno. Añadiré, no obstante, que la dependencia de Presidencia es más teórica que real, pues su auténtico jefe será el ministro de Relaciones Sindicales, pieza básica de la actual OSE, que como tal subsiste.

La inicial sinceridad del Gobierno Suárez desaparece por completo cuando, en la misma exposición de motivos del decreto-ley de creación de la AISS, afirma que ésta, como nueva estructura sindical, es Más adecuada a las exigencias de la realidad sociológica que la anterior estructura de la OSE. Lo cierto es que ni la nueva AISS ni la vieja OSE tienen nada que. ver con las exigencias de esa realidad sociológica llamada clase trabajadora.

La primera exigencia obrera es la devolución a UGT y a CNT de la parte del actual patrimonio de la OSE generado antes de 1939, y la entrega a todas las organizaciones sindicales democráticas de la parte del patrimonio de la OSE formado a partir de 1939 con cargo a la cuota sindical. Sin embargo, el Gobierno no ha satisfecho esta exigencia obrera, ya que acaba de entregar a la AISS el patrimonio que hasta ahora estaba a nombre de la OSE.

Otra exigencia de la clase obrera es la autonomía e independencia, sindical respecto del Estado. Tampoco parece que el Gobierno esté por la labor en este asunto, ya que el tantas veces mentado decreto-ley de creación de la AISS atribuye a ésta la dirección y gestión de los servicios de carácter socioprofesional de las asociaciones sindicales que se puedan crear en base al proyecto de ley sobre asociaciones sindicales recientemente aprobado por el Gobierno.

Con ello se produce una clara interferencia de la AISS en la vida y en la autonomía de las asociaciones sindicales que el propio Gobierno pretende fomentar. A estas asociaciones, que de por sí nada tienen que ver con el sindicalismo democrático,, se les niega desde el Boletín Oficial la elemental libertad de organización de sus propios servicios. Pone ello de. relieve que el proyecto reformista sindical pretende. mezclar meras afirmaciones de libertad sindical con autoritarios moldes políticos de control de las asociaciones sindicales reformistas. Como para poder interferir la vida de las asociaciones sindicales conviene que éstas sean económicamente débiles, el Gobierno entrega a la AISS, no sólo el patrimonio sindical, sino también la voluminosa recaudación de la cuota sindical, que, al subsistir como obligatoria, echa sobre los trabajadores la carga de una cuota de recaudación coactiva que añadir a la que cada trabajador aporte voluntariamente al sindicato democrático en que milite.

La creación de la AISS es, al menos así la veo, la más clara consecuencia del intento gubernamental de pretender mezclar lo inmezclable, es decir, la libertad sindical y el verticalismo. El resultado ha sido la creación de un organismo administrativa y sindicalmente anómalo, es decir, un monstruo administrativosindical, que, aunque parezca condenado a una vida transitoria, obstaculiza decididamente el camino hacia la libertad sindical y coloca a los funcionarios de la OSE como culpables de su nacimiento, ya que, en teoría al menos, la AI se ha creado para intentar garantizarles sus puestos de trabajo.

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