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Amenaza de bomba contra el fútbol nocturno

Las consignas de ahorro de energía han puesto sobre el tapete el fútbol nocturno. Tanto, que en la redacción de EL PAIS se ha recibido una nota firmada por «U. J. Grupo Anticorrupción» en la que se advierte de la próxima colocación de explosivos en algún campo donde se dispute fútbol nocturno. Sin embargo, hay que aclarar que el gasto de energía eléctrica que supone un partido nocturno no llega a los dos mil kilowatios, lo que, al precio actual del kilowatio-hora, no importa ni cinco mil pesetas.

El fútbol nocturno llegó a España en el año 57, de la mano de Santiago Bernabéu, el hombre que durante una larga época tuvo gran parte de las iniciativas importantes en el fútbol-espectáculo. El 18 de mayo de aquel año, ante el equipo brasileño Recife, el Madrid jugaba su primer partido bajo luz artificial. En adelante, la práctica se extendería a muchos otros clubs, hasta llegar al enorme uso (casi abuso) actual.Dos razones justificaron la iluminación artificial en el fútbol: el calor a las horas de luz en determinadas épocas del año, y la necesidad, impuesta por las competiciones internacionales de jugar entre semana; huir del calor o de los habituales horarios de trabajo imponía jugar a partir de las siete u ocho de la tarde, lo que dio paso a la extensión de los partidos nocturnos. Hoy, casi veinte años después del estreno, no hay club de primera ni casi de segunda que no tenga luz artificial y que no la utilice con cierta frecuencia, con excesiva frecuencia muchas veces, a juicio de los aficionados

Curioso anónimo

El problema nace cuando las consignas de ahorro de energía hacen a muchos pensar que el fútbol goza de un trato preferente. Mientras muchos anuncios luminosos permanecen apagados, mientras la televisión recomienda al ciudadano que economice en lo posible, los clubs siguen colocando, aún en otoño y en invierno, sus partidos a horas en las que la ausencia de luz fuerza a tirar de la energía eléctrica. El tema está en la calle. Tan es así, que hay quien decide tomarse la justicia por su mano y amenaza. La redacción exacta de la nota recibida ayer en EL PAIS, y que según nuestros comunicantes ha sido enviada también a la Federación Española, a la Telefónica para su difusión y a la policía, es ésta:«Si se llevan a cabo los partidos de fútbol con luz artificial, en uno de los campos el primer domingo y después en los que sean, se producirán atentados que irán: desde los automóviles (por acudir sus ocupantes -propietarios al fútbol de noche), hasta dentro del campo. Una hora después de comenzado el partido que sea, empezarán las explosiones y una hora antes, se avisará, en evitación de víctimas, en dónde es posible que estén colocados los artefactos. Se ha dado aviso a la Radio y a TV (que, como no hay forma que cojan el teléfono, lo hará la Telefónica), al igual que a la compañía de luz.

Ustedes, desde este momento, si hoy no sale el aviso público de suspensión de partidos de noche, serán responsable si en el diario del domingo no publican el aviso.

Gasto insignificante

Aquí queda, pues, recogido el curioso aviso, pero parece necesario completarlo con cierta información. Es cierto que se juega mucho fútbol nocturno, parte de él innecesariamente. Los partidos internacionales y gran parte de la competición de Copa se juegan de noche. En la Liga, son muchos los partidos que se adelantan a las noches de los sábados, bastantes los que se juegan el domingo ya vencida la tarde, para ser televisados, y casi todos los que, pese a haber comenzado con luz natural, terminan jugándose bajo los focos. En general, cabe estimar que cerca, de la mitad del fútbol de importancia (Primera División y Copa) se juega con luz artificial, y que muy fácilmente se podría reducir este tiempo.Pero tampoco hay que emitir juicios sin antes conocer lo que representa el consumo de electricidad de un encuentro nocturno. Los mayores campos de fútbol de España (Nou Camp, Bernabéu, Calderón ... ), los dotados de mejores sistemas de iluminación, tienen una potencia de menos de mil kilowatios. Un partido, pues, que no alcanza a las dos horas de duración, supone un gasto inferior a los dos mil kilowatios, lo que no llega, traducido a pesetas, a las cinco mil. Dos mil kilowatios no son una cantidad en absoluto significativa ante el consumo diario de una ciudad. Cabe incluso preguntarse si los espectadores que asisten al estadio no consumirían más de esa energía si estuvieran fuera de él, en sus casas o en cualquier otro lugar.

Cuando nos pusimos al habla en los clubs y la Federación, la postura fue idéntica en todos los pisos. Para la gente del fútbol, no hay motivo ninguno para economizar. Porta, presidente de la Federación Española, fue claro: «Se ha considerado el tema, claro que sí. Pero hemos llegado a la conclusión de que, muy posiblemente, signifique un ahorro para la comunidad el llevar a la gente a los estadios de noche, porque se evita que consuman energía en sus casas. Por otra parte, nos hemos guiado bastante por la conducta de otros países, como Italia, en este aspecto. En otros sitios han empezado antes que nosotros con las restricciones de energía y no se han preocupado para nada del fútbol nocturno. Naturalmente que si recibiéramos cualquier orden de la superioridad en este sentido nos apresuraríamos a cumplirla. Pero, honestamente, creo que obligando a los clubs a jugar de día poco íbamos a conseguir. Digo poco por no decir nada. Y prescindir del fútbol nocturno ahora supondría una gran incomodidad, tal y como están organizadas las competiciones.»

Es, queda dicho, la opinión general de la gente del fútbol, que pudimos pulsar en una apresurada encuesta. Verdaderamente, a la hora de economizar conviene que todos arrimemos el hombro, pero no parece oportuno que cada cual se se convierta en acusador del vecino sin antes informar bien. El fútbol está lleno de pecados y de dispendios, desde luego, pero la nocturnidad no se cuenta entre sus faltas graves. Posiblemente ni siquiera entre las leves.

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