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EI Barcelona, demasiado conservador

El Atlético-Barcelona tiene dos historias: la que pudo haber sido y la que fue. La primera tiene todo su argumento en el primer tanto local, que estuvo precedido por una clarísima mano de Capón, que al linier de la banda de tribuna no le dio la gana de señalar, y tiene su epílogo en el árbitro, señor Olavarría, que señaló libre indirecto en el lanzamiento que sirvió para que Leal marcara el tercero para arrepentirse, por lo visto, en el momento crucial. La historia de lo que fue está basada en un Barcelona fallón en la defensa y poco eficaz en la delantera. La segunda parte del terna es la que en definitiva sentenció el partido y la que hace inútil la resta de méritos Para el ganador.Ciertamente las decisiones arbitrales en ocasiones pueden cambiar la faz de un encuentro y la que no tomó el señor Olavarría, porque su ayudante se declaró del comité de no intervención cuando delante de sus narices Capón manoteó con buena fortuna el balón es de las que tienen influencia, pero hubo muchos más detalles importantes que, en definitiva, desmontan cualquier planteamiento hecho para justificar el resultado.

El Barcelona vino dispuesto a defenderse a ultranza. y de ahí el que Olmo se dedicara casi exclusivamente a Rubén Cano y Migueli limitara todas sus actuaciones a la persecución implacable de Leivinha. Luego intercambiaron sus marcajes por Leivinha y Gárate. Por otra parte, Macizo sólo pensó en Ayala y Cruyff, para huir de Capón, buscó situaciones cómodas.

Olmo no pudo sujetar a Rubén Cano y aunque Migueli sí anuló a Leivinha, a la delantera rojiblanca le sobraron oportunidades para irse hacia el marco de Mora. Lo lamentable desde el punto de vista barcelonista estuvo en el hecho de que de los tres tantos uno fuera el ya mencionado y los otros dos llegaran en saques de falta que sin duda Heredia y Leal dedicaron al maestro de estos menesteres, su actual entrenador Luis Aragonés. Los dos tantos de Heredia y Leal fueron, indudablemente, aun contando con el acierto de los lanzadores, dos malformaciones de las barreras defensivas.

El Barcelona confió su fortuna al contragolpe aislado y salvedad hecha de los remates de Neeskens, el resto no pasó de avanzadillas de distracción. Cruyff intentó irse hacia el marco de Reina en alguna ocasión, pero dosificó en exceso -sus fuerzas. Cruyff es jugador capacitado para mayores empresas y su inteligencia y su magnífica clase no se justifican con cuatro jugadas aisladas. Neeskens, como es habitual, dio la cara siempre, y pese a su natural dureza, acabó lesionado en una entrada de Leal.

El Barcelona dejó delante casi en solitario a Clares, ya que Sotil, que estuvo trabajador, se retrasó en numerosas ocasiones en poyo de su línea media y él, que es un hombre hábil en los metros finales, fue en la práctica más un lanzador que un hombre en punta.

El Atlético tuvo la fortuna de cara, pero arriesgó más que el Barcelona, porque incluso adelantó a Pereira en las ocasiones oportunas, como sucedía en la pasada temporada. El Atlético peleó ardorosamente durante el primer tiempo y bajó de rendimiento en el segundo, pero la explicación del hecho es sencilla: quiso nadar y guardar la ropa. Conseguidos los tres tantos, el Atlético no descuidó su defensa. Deliberadamente concedió unos metros al Barcelona, pero bien cerrado atrás y moviéndose en el repliegue con más soltura que el Barcelona en el ataque, impidió que el marcador se acortara peligrosamente.

Michels suplió al lesionado Neeskens por Rexach, pero éste anduvo un tanto desangelado y solamente en una ocasión intentó el disparo a meta.

El Atlético tuvo algunas rachas de buen juego y sobresalió sobre todo en la buena colocación de sus hombres en el campo, lo que le permitió salir desde atrás con el balón controlado. El Atlético ha entrado en juego. Tanto que hasta sin Leivinha, como salvador, puede seguir adelante.

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