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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La huelga de Correos

DESDE HACE varios días, Madrid ha sufrido una huelga de carteros, extendida después a toda España. Las esperanzas de solucionar el conflicto son hoy mayores que hace veinticuatro horas, y es posible, y deseable, que a la hora de que estas líneas se publiquen el plante haya llegado a su fin. Lo más curioso del caso es que la opinión pública no conoce exactamente los motivos de la huelga y estaríamos por decir que hasta un número importante de huelguistas no sabe exactamente por qué han estado en paro.La huelga se originó cuando uno de los líderes de los carteros, Jerónimo Lorente, fue destinado a una sucursal en aplicación de la normativa vigente, según dijo la Dirección General de Correos. Jerónimo Lorente, presidente de la llamada comisión de los ocho que protagonizó las anteriores huelgas de Correos este año, cuenta con una base amplia, pero no total ni unánime entre los carteros.

Los carteros de Madrid fueron entonces a la huelga, sin la solidaridad de los del resto de España. Aquel parecía un paro polí tico originado por un enfrentamiento personal y con pocas probabilidades de alargarse. Pero la Operación Mercurio y la insistencia de la Administración de no reconocer a Lorente como interlocutor válido en el diálogo, así como algunas acciones autoritarias del director general, provocaron un sentimiento de solidaridad unánime en el Cuerpo.

Hay otras consideraciones que hacer al respecto de esta huelga, no obstante. La primera de todas ellas, el hecho de que no exista normativa alguna en España que prevea una huelga de servicios públicos, con lo que nos encontramos con que estas se producen de la noche a la mañana y sin posibilidad de defensa por parte del usuario, que es el primero y principal perjudicado. La segunda, la necesidad de que los funcionarios de Correos puedan sindicarse verdaderamente, lo que pone de relieve el problema general de derecho de sindicación de todos los fuácionarios. La tercera, la necesidad que la Administración tiene de. arbitrar soluciones de emergencia para evitar el daño,inmediato que la huelga produce: el no repartó de la correspondencia. En los Estados Unidos una larga huelga de los funcionarios del correo motivó la intervención del Ejército, y a nadie le extrañaría ver mañana a los soldados clasificando correspondencia en el Palacio de Comunicaciones. Esta es una forma más razonable de resolver el problema que militarizando a los carteros y aplicándoles el código de disciplina castrense. No decimos que esta que proponemos sea la única solución, sino al menos una solución de emergencia posible, si finalmente la huelga no se ha resuelto hoy. Contribuiría á aliviar el desagradable impacto social de la actitud de los carteros y permitiría al Gobierno una negociación razonable con estos, sin necesidad del deterioro político que conlleva la detención y el procesamiento de los líderes sindicales.

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