Hoy, elecciones generales en Suecia
Estos días en Estocolmo, donde ya han empezado a sentirse los primeros fríos de un otoño precoz, se ha repetido hasta el cansancio que en 1968 la socialdemocracia se salvó de un desastre electoral gracias a la invasión de Checoslovaquia, y en 1973 gracias a la muerte del rey. La gran pregunta ahora es: ¿volverá a salvarse en las elecciones generales de hoy? Olof Palme, primer ministro, cabeza del socialismo democrático más avanzado del mundo y el mejor orador político de Europa, dijo hace, unos días en Gavie: «Sí; todos juntos forjaremos una vida mejor.» En este artículo de Jesús Rouco se muestra cómo el test electoral de hoy anticipará, no sólo el rumbo de Suecia en los próximos años, sino también, en buena medida, el de la socialdemocracia europea, con la de Alemania Federal a la cabeza.
«El triunfo o la derrota de Palme -afirmó hace apenas dos semanas Willy Brandt- será el primer paso hacia el triunfo o la derrota de Europa.» La lucha está planteada, como lo explicó el propio señor Palme, entre la «Europa teológica» y la Europa «de la raza humana», es decir, entre la que a veces «se entrega al peligroso sueño de la razón» y la que «quiere mejorar, por encima de todo, la vida cotidiana».Con sus 156 diputados en la legislatura actual y su millón de afiliados, la Socialdemokraterna (SD), el partido de Palme, es, con mucho, el mayor del país. En el siglo pasado, el SD apareció como un mero aglutinante sindical de los movimientos obreros socialistas, y en 1898, cuando se fundó la Landsorganisationen (LO), primera sindical obrera, la afiliación al partido era obligatoria para todos sus miembros. Posteriormente, esa afiliación se suprimió, pero aún hoy es raro ,que un integrante de la LO no forme parte del partido. El 8 de enero de este año, Gunnar Nilsson, presidente de la LO, y Palme, en representación de la Socialdemokraterna, presentaron un programa conjunto, en el que se acentuó aún más la línea reformista del partido, en contra de la «revolución» marxista que propone el Partido Comunista, aliado de la socialdemocracia, en el Riksdag (Parlamento), y en contra también de «la tradición y la libertad» que ofrecen los tres «partidos burgueses» de la oposición: el Centerpartiet (centrista), el Folkpartiet (liberal) y el Moderata Samlingspartiet (conservador), que hasta hace poco se llamaba, simplemente, Hogerpartiet, o «partido de la derecha».
La colectivización de la economía
Aunque durante los últimos días la polémica electoral se ha centrado en la instalación o no de centrales nucleares y en la preservación del medio ambiente, lo cierto es que el verdadero debate gira alrededor de tres capítulos fundamentales de la vida sueca, referidos a la «economía del bienestar» implantada por la socialdemocracia en sus cuarenta años de ejercicio ininterrumpido del poder: los impuestos, el llamado informe Meidner sobre «fondos sindicales» para la adquisición progresiva de las industrias por los obreros, y la reforma del artículo 32 de la reglamentación patronal, por la cual los empresarios eltán en vías de perder la facultad de dirigir la producción y disponer, del empleo o del desempleo.En un momento en que la crisis económica europea empieza a insinuarse en Suecia se habla ya, para este año, de una alarmante tasa de inflación del 4,5 por 100, el plan Meidner se ha constituido en la cuestión capital de la lucha electoral. Rudolf Meidner, economista y jefe de la LO, tituló su «informe» Lönta garfonder (fondos de asalariados). En el proyecto se prevé qué el 15 ó 20 por 100 de los beneficios anuales de las empresas se desunen a la formación de un fondo colectivo, inyegrado, no con dinero, sino con acciones de la sociedad, que pasarán a manos de los trabajadores bajo la administración del sindicato que, en consecuencia, se incorporaría al consejo de administración de la .compañía. Meidner asegura que este sistema permitirá el «control paulatino» de la producción y del capital. En una industria media, con ganancias estables, ese control se concretaría en unos veinte años. Según Meidner, tal régimen no afectaría la estructura de la empresa y beneficiarla al 60 por 100 de los asalariados del país. La SAF (confederación patronal) ha declarado, con el respaldo de los partidos «burgueses», que este mecanismo equivaldría a la concentración absoluta del poder económico en un grupo reducido de dirigentes sindicales y, al mismo tiempo, al estrangulamiento de las inversiones. Thorbjörn Falldin, cabeza visible del partido centrista y principal oponente de Palme, repite que el esquema no favorecerá al trabajador, ni individual ni colectivamente, y que en la práctica sólo supondrá «la sustitución de una forma de concentración de poder por otra ». Por su lado, el Gobierno no se ha pronunciado aún con mucha claridad, sobre el asunto, pero Palme ha sugerido en varias ocasiones que está dispuesto a «ir hasta el final» del «Informe». Este príncipe de Lampedusa al revés parece creer firmemente que «hay que cambiarlo todo para que todo cambie en favor de la libertad». En ese aspecto, el impuesto directo progresivo, que en enero llevó a Ingmar Bergman al borde del suicidio, y luego al autoexilio, representa, junto con el informe Meidner, el segundo gran recurso para la «transformación» que persigue Palme. Se sabe que la Socialdemokraterna proyecta ajustar aún más las tuercas de una «camisa de fuerzan, impositiva -declaró Falldin-, que hoy ya priva a muchos profesionales de hasta el 90 por 100 de sus.hono rarios y que, además, exige, como lo describió Bergman, una burocracia que crece «como un cáncer galopante». La soledad «solidaria» y un «sexo sin alma y sin cristianismo» (palabras de Gosta Bohman, primera figura del conservador Moderata Samlingspartiet) dejarían de ser así las principales causas de la «desesperación» social del país. Las presiones de un ejército de inspectores fiscales empujaron ya en 1975 -según Bohman- a dos médicos de Estocolmo al suicidio, y la conocida escritora de cuentos infantiles, Astris Lindgren, también estuvo a punto de eliminarse cuando supo que debía pagar, en impuestos, el 102 por 100 de sus ingresos. Pero para el Partido Comunista (16.000 afiliados, impulsados por un nutrido grupo de intelectuales y divididos, a partes iguales, en prosoviéticos y curocomunistas), todo esto es puro reformismo burgués -subraya Lars Werner, secretario del PC- que sólo sirve para defender la supervivencia del capitalismo, con la disculpo de una política exterior «gauchista».
¿Hacia el fin de poder
Igual que el señor Schmidt en Alemania Federal, Palme sigue siendo el gran favorito del electorado sueco. Si los suecos tuvieran que elegir entre personalidades, y no entre partidos, este hombre de cincuenta años, con pantalones jeans y sonrisa de muchacho, se llevarla probable -mente el 55 ó 60 por 100 de los votos. Pero el SD ha perdido, de acuerdo con las últimas encuestas, el 7 por 100 del favor popular, y hoy sus expectativas electorales no pasan del 42 ó 43 por 100. El SD seguirá siendo, seguramente, el mayor de Suecia, pero la actual distribución de los escaños en el Riksdaq (ver cuadro adjunto), donde existen dos bloques iguales de diputados obreros y burgueses, hace prever que cualquier descenso en el número de puestos. socialdemócratas -acompañado del «congelamiento» o de la disminución comunista (4,5 por 100 y 19diputados)- puede dar la mayoría a los tres partidos de la oposición coaligados, y hacer factible, por primera vez en cuarenta años, la instauración de un Gobierno de centro-derecha. Pero en las filas de la Socialdemokraterna reina el optimismo, sobre todo porque hasta el momento el Partido Centrista y el Liberal han tenido dificultades para unirse, y también para utilizar los escaños de los moderados. Por lo demás, los liberales podrían unirse a los socialdemócratas, si éstos no alcanzan, con los comunistas, el necesario 50 por 100. No obstante, muchos expertos descartan esa posibilidad y apuntan que en ese caso Palme estaría decidido a retirarse, por unos años, con el propósito de «limpiar» el ala izquierda de su partido y adquirir un mayor control sobre los sindicatos. Palme -dicen- quiere ahora todo el poder, o nada. Su intención de dar un vuelco total a la sociedad sueca no permite componendas ni condicionamientos. Y en ese sentido conviene recordar que el señor Per Ahlmark, líder liberal, aparte de pretender la reducción y no el incremento de los impuestos, quiere "reformas sociales, pero sin socialismo", tal como ya en 1948 lo pedía el dirigente histórico del Folkpartiet, Bertil Ohlin.
La estrategia del señor Palme: sobre este punto puede deparar, sin embargo, muchas sorpresas. Probablemente el deseo de «clarificación» y de «poder total», y el carácter de «única alternativa» ,que el propio Palme le ha dado a estas elecciones, pesan por igual en su ánimo. Así lo indican, por lo menos, las cartas que en los cuatro últimos años ha intercambiado con Brandt y con el canciller austríaco Kreisky, que con él componen la gran baraja socialdemócrata de Europa. En una de esas cartas, difundida en 1975 por el semanario británico New Statesman, Palme manifiesta: «Si los socialdemócratas fracasamos, nuestra sociedad habrá perdido la única alternativa que tiene .para oponerse al conservadurismo y, al capitalismo». Pero, ¿por qué «fracasar», si al fin y al cabo los liberales se han mostrado siempre, a pesar de su capitalismo, accesibles a un pacto del SD? Unicamente, el «todo o nada» justificaría su rechazo y el consiguiente alejamiento del poder. Lo cual es más que posible. Baste leer otro párrafo de una de sus misivas a Brandt: «Nosotros no podemos dejar las decisiones económicas en manos de intereses privados. La socialdemocracia es la fuerza política más poderosa de Europa occidental; pero esa fortaleza no nos permite todavía conducir la política como mandan nuestras convicciones. Hay que terminar con este problema.»
Ya se verá en los próximos días, hasta qué punto Palme, que para algo ha sido corredor de Bolsa en Nueva York, piensa llevar adelante su promesa, o su amenaza. De su actitud, y de la respuesta de las urnas, hoy, dependerá el triunfo de la «vida cotidiana» o el de la «teología» europea.
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