Los panaderos bilbaínos insisten en descansar los domingos
El descanso dominical está resultando la piedra de toque en la industria panadera vizcaína. Desde hace tres años el consumidor de la zona del «Gran Bilbao» está pendiente de las alteraciones en las relaciones laborales de este sector. A partir del año 73, las peticiones de los trabajadores de descanso durante los domingos, principalmente los meses de verano, se han sucedido por todas las vías. Las respuestas de los empresarios han sido siempre absolutamente «legalistas»; de acuerdo con la actual legislación, este gremio no goza del descanso dominical.Mientras otros años las protestas no eran otra cosa que cartas a los diarios y papel mojado, este verano las márgenes de la ría han sentido el significado de la petición.
Los cierres durante todo el verano han sido sorprendentes y prácticamente sin aviso. Mientras en la prensa local los empresarios anunciaban que iba a haber un suministro dominical normal, los asalariados daban comunicados en los que avisaban de que no iban a trabajar y, por tanto, no iba a haber pan. Al llegar la hora de la verdad, los consumidores se encontraban ante una situación caótica, mientras que en una panadería no había pan, o estaba cerrada, en la de al lado se vendía con absoluta normalidad. Se ha dado el caso de que a un vendedor lo detenían un domingo por no suministrar, y el siguiente era agredido por sus compañeros por distribuir pan.
Los puntos de vista de las partes son encontrados. Los productores quieren mayoritariamente descanso dominical. La mayoría durante todo el año. Los trabajadores de obrador, que por trabajar durante la noche tienen los días prácticamente libres, se oponían a esta medida. Finalmente se han unificado los criterios y, todos de acuerdo, piden vacaciones desde el 15 de junio, hasta el 15 de septiembre.
En el seno de los asalariados de este sector, también ha habido desacuerdo. Mientras que la Organización Sindical y la mayoría de sus agremiados intentaban las negociaciones pacíficas, un grupo de panaderos formaba una comisión que propugnaba medidas drásticas. Los paros, manifestaciones y piquetes entre partidarios de esto último se han sucedido. El punto más grave ocurrió el domingo 15 de agosto, en el que fueron detenidas 11 personas. El gobernador civil recién nombrado decretó al día siguiente su puesta en libertad.
Los empresarios siempre se han aferrado a lo que la legislación marca. No han aceptado el diálogo con los trabajadores, en base a que está estipulado que los panaderos no tengan este descanso. Por otra parte, la estructura de este sector es en Vizcaya, particularmente oligopolística. En la zona del «Gran Bilbao» existen más de 30 fábricas que suministran pan. En esta zona, ochocientos mil habitantes, el 90 por 100 de la provincia, son abastecidos por cinco fábricas que suministran a las tres cuartas partes de esta población. Estas tienen unas factorías, las más modernas de España, que han exigido un gran desembolso. Pero el problema económico no es el más importante, ya que en el ejercicio anual el descanso durante los domingos de verano no afectaría de manera apreciable al balance. Tienen miedo de que de firmar un nuevo convenio y ceder alas peticiones de los trabajadores, éstos, rápidamente, lo rompieran para exigir más.
Las espadas siguen en el aire, la solución no se ve próxima. Por el momento, la parte social ha solicitado conflicto colectivo, y si en el plazo de 15 días no obtienen una respuesta concreta, iniciarán un paro total que dejará sin pan absolutamente a toda la provincia de Vizcaya. Los empresarios se reunieron ayer en Bilbao para sarcar una contraoferta, sin que, por el momento, se tengan noticias de lo acordado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.