Londres sospecha que Irlanda protege a los terroristas del Ulster
Gran Bretaña ha nombrado ya al sucesor del embajador asesinado en Dublín el mes pasado. Es Robert Haydon, quien hasta ahora desempeñaba tareas diplomáticas en Malta.
Haydon sustituye a Christopher Ewart-Biggs, víctima de un espectacular atentado a mediados de julio. El coche en el que viajaba fue dinamitado por unos terroristas, a los que al principio se relacionó con el IRA provisional y luego con dos misteriosas organizaciones republicanas. Se cree que los que prepararon y ejecutaron el atentado fueron tres hombres cuya descripción se conoce, pero que se han esfumado. En los días que siguieron al atentado, 4.000 policías y soldados del Eire los buscaron afanosamente, pero no hallaron ninguna pista. Varios líderes republicanos fueron detenidos, algunos de ellos en conexión con el incidente, aunque da la impresión de que tenían muy poco que decir sobre el tema, porque la policía continúa sin tener demasiadas pistas.
Dificultades diplomáticas entre Londres e Irlanda
La muerte de Ewart-Biggs, que llevaba sólo quince días en su puesto de Dublín, puso en cuestión las relaciones británico- irlandesas. Londres siempre ha creído que Dublín es demasiado blando con el IRA. A partir del asesinato del embajador, el Gobierno del Eire se esforzó en demostrar lo contrario. Precisamente a fin de mes discute el Parlamento irlandés un proyecto de ley que tiende a hacerle la vida imposible al IRA y a otras organizaciones provisionales.Por otra parte ayer, por ejemplo, la policía especial de Dublín detuvo a nueve dirigentes de los provisionales del IRA por no haber pagado las multas que se les impuso, después de que participaran de una manifestación prohibida que se hizo en la capital irlandesa hace cuatro meses.
Sospechas británicas
Sin embargo, Haydon llega a Dublín cuando han vuelto a Londres las sospechas de que el Gobierno de Irlanda no es sincero en su compromiso de lucha contra el terrorismo. Anteayer dos soldados británicos fueron detenidos por la policía del sur, cuando cruzaban la frontera del Ulster para atrapar, en territorio republicano, a un conocido activista republicano. Los soldados fueron liberados pronto, pero el terrorista ya había escapado hacia el Eire, donde se ha refugiado.Este incidente contradice las intenciones de Dublín y también convence a los ingleses de que las perspectivas de un cambio de impresiones acerca de la posibilidad de establecer una política común frente al terrorismo aparecen lejanas. Cuando murió Ewart-Biggs, los dos jefes de Gobierno, el de Londres y el de Dublín, se intercambiaron mensajes sobre la necesidad de esa cooperación. Ahora el nuevo embajador se encargará de refrescar esa idea que políticamente va a ser muy difícil de llevar a cabo por parte del Gabinete irlandés. La presión republicana es muy fuerte en el Eire, y el IRA, a pesar de las campanas pacifistas de los últimos tiempos, no ha perdido toda la popularidad, ni en el norte ni en el sur.
Los provisionales republicanos del Ulster siguen contrarrestando esas campañas. La líder del Sinn Fein, Maire Drumm, que continúa en la cárcel, le preguntó al juez en su última aparición ante lajusticia, si esas manifestaciones organizadas en Belfast por las mujeres católicas se hicieron con permiso de la policía.
La señora Drumm está en prisión por haber participado en una manifestación no autorizada con la que se recordó en la provincia el quinto aniversario de la promulgación de la ley de internamiento sin juicio previo. Los provisionales consideran que las campanas pacifistas son una táctica orquestada en Londres, para contrarrestar el efecto que han tenido sobre la población las acciones del Sinn Fein.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.