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Reportaje:MONTREAL 76

La RFA, superada por la RDA, pero vencedora en ciclismo e hípica

Cuatro deportes completamente dispares tuvieron en los Juegos Olimpicos algún curioso paralelismo. La hípica y el ciclismo, por ejemplo, vieron a la RFA, cuarto clasificado en el cómputo general de medallas, como vencedor parcial. En halterofilia y pentathlon moderno, por otro lado, la URSS tuvo nuevamente su «cara» y su «cruz». Mientras en el deporte de las pesas no dio opción a su gran rival, Bulgaria, en el pentathlon, la descalificación de su mejor hombre, Onischenko, en uno de los casos más raros de juego sucio de todo él olimpismo, sólo Lednev pudo obtener la plata, y los soviéticos se vieron apeados de la clasificación por equipos.

Según el cuadro de medallas totales de los pasados Juegos de Montreal, si las dos Alemanias, la RFA y la RDA, se juntasen deportiva mente, dominarían a los otros (los, «grandes» del deporte mundial, la URSS y, USA. El reparto de medallas, oro, plata, bronce y total, que daría así: 50, 37,_42 y 129 para los germanos; 47, 43, 35, y 125, la, URSS y 2, - 4, 3 5, 2 5 y 9 4, para, USAK. Es sintomático.Naturalmente la aportación de la RDA a ese imposible fondo común es de abrumadora mayoría sobre su vecina occidental. Exactamente de cuatro veces más en las medallas de oro y casi tres en el total. También es significativo. La RFA plantea el deporte al estilo europeo occidental, y la RDA, al oriental. La diferencia de atenciones en ambos casos es clara. A, la política de un país Ie interesa el deporte milis que a la del otro. Ha trabajado más en ese sentido y así obtiene los frutos. No puede tener más explicación, porque los alemanes de un lado continúan siendo la misma raza que los del otro.

Dos solitarios triunfos

Con todos estos planteamientos casi parece milagroso que existan deportes en la actualidad donde la RDA pueda ser superada por la RFA. Pero sí los hay. Bien distintos además, como pueden serlo el ciclismo y, sobre todo, la hípica. En el primero, desde luego, la RDA tampoco dejó la oportunidad de ganar sus medallas y sólo fue en el segundo donde la tradición se impuso. Tanto en los saltos de obstáculos, con el casi legendario Alvin Shockemoehle, como en doma, con el equipo y sus dos mejores jinetes, Boldt y Klimke, y hasta en el concurso completo, donde Schults obtuvo el bronce, su superioridad fue grande. Quizá su única espina fuera el haberse dejado arrebatar la medalla de oro en el Gran Premio de Saltos de Obstáculos por equipos, que le hubiera supuesto poner un brillante broche de oro a su actuación en la última prueba de, los Juegos Olímpicos. Francia, quizá rem remorando el triunfo de Tokio en 1964 -que supuso entonces su única medalla de oro-, venció por delante de: los germanos. Induidablemente, con ella no paliaba la decepcionante actuación olímpica de nuestros vecinos, cuyo fracaso, a la vista de su mayor densidad deportiva, ha sido bastante mayor que el de España. Las críticas, desde luego, han llegado hasta los más altos niveles.

En cuanto al ciclismo, aunque haya habido sorpresas, como el triunfo del checoslovaco Tkac en la velocidad sobre 200 metros lanzados -el pseudoprofesional galo Morelon no pudo ganar su tercera medalla de oro consecutiva- la lógica se impuso en la mayoría de los casos. La RFA, concretamente, demostró una vez más su supremacía en la persecución y ganó los dos títulos, el individual, por Braun, y por equipos. La URSS, en la contra reloj, de 100 kilómetros por equipos en carretera, reeditó su éxito de Munich, dentro de la más pura lógica, y en la prueba individual de fondo, también en carretera, un sueco, Johansson, se mostró arrollador Y, tal vez, heredero de los famoso hermanos Petterson, uno de los cuales, Gosta, fue el único corredor de este país que triunfó después en el campo profesional.

En el kilómetro lanzado, finalmente, ganó el germano democrático Geschke -faltaría más-, en un alarde de potencia. La RDA, cuando se trata de lograr eso, no tiene rival.

Enorme, Alexeiev

Se presentaba, una vez más, interesante el duelo URSS-Bulgaria en halterofilia. El pequeño país balcánico, que se le había venido subiendo a las barbas de una forma casi increíble al gigante soviético en los últimos años, tenía otra oportunidad de hacerlo en Montreal. No la aprovechó, sin embargo. Dentro de un buen nivel de marcas, aunque casi sin records, la URSS dominó con igualdad de medallas totales, pero al vencer en cinco pesos por tres de los búlgaros. El mejor hombre de éstos, sin duda, fue nuevamente el pesado Khristov, pero sin desentonar el recobrado Nourlklan, que batió el record mundial de su compatriota Kirov, en los gallos.

De cualquier forma, la figura ya legendaria de Vasilli Alexeiev fue la que volvió a resaltar con luz propia sobre el total de participantes. Aunque en los demás pesos se han visto ya hazañas increibles- especialmente en el caso del pesado-medio, también soviético, Rigert, considerado unánimemente como el mejor levantador mundial-, la presencia de los superpesados en la tarima de alzadas borra toda posible comparación. Esos hombres de más de 130 ó 140 kilos, aunque no levantan más de dos veces su peso, como se hace en casi todas las demás categorías, son, en cambio, los únicos capaces de izar sobre sus. hombros las mayores cargas logradas por hombre alguno.

El caso de Alexelev resulta, sin duda, apasionante. Ya veterano, pues pasa de la treintena de años con amplitud, ha sabido resistir a todos los nuevos valores que han surgido en la halterofilia mundial y, sobre todo, no ha cesado de subir el record del mundo en su movimiento favorito, el dos tiempos. Precisamente en él, al obtener 255 kilos, batió su última plusmarca. En la Arena Saint Michel, escenario del torneo de halterofilia, se volvió a ver la alzada mayor de la historia de la halterofilia.

Alexeiev no tuvo en Montreal rivales de consideración, pues hasta se impuso en arrancada ausente el búlgaro Platchkov-, un movimiento que, con su volumen, no domina tanto, pero que ha perfeccionado tras haber «adelgazado» un poco y mejorado así su velocidad de acción. De cualquier forma, digámoslo también, el volumen del abdomen del soviético continúa sin permitirle atarse los zapatos él solo. Son los inconvenientes de ser un recordman del mundo tan particular.

Descalificación, sonada

En el pentathlon moderno se produjo la «cruz» soviética. Sin duda, una «cruz» muy molesta y pesada. Onischenko, su mejor hombre y gran favorito, dejó fuera de combate al equipo por su descalificación en la prueba de esgrima. Resulta casi inaudito que un soviético haga trampas en deporte, pero ya se ve que sí. Aparte de su descalificación olímpica, su carrera deportiva, y hasta la privada en su país, han terminado también, según parece.

En el conjunto de las cinco pruebas de que consta esta modalidad tan peculiar, apta para militares sobre todo, se produjo también la sorpresa de que ningún soviético ni húngaro -éstos se encuentran en plena renovación de sus famosos Torok, Balezo y demás- se llevara el oro individual. Sólo llegó Lednev a la plata, pues el vencedor fue el polaco Pyclak-Peciak. Por equipos, con Checoslovaquia por delante de Hungría para la plata, Gran Bretaña, otra sorpresa, se llevó el oro. La caída de la URSS, pues, produjo muchas novedades. En realidad, fue de los pocos deportes en que esto ocurrió. La URSS, cada vez con menos permiso de la RDA, eso sí, fue, en conjunto, el primer país de los Juegos de Montreal.

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