En todos los deportes de equipo hubo nuevos campeones
Si por algo se pudieron caracterizar los XXI Juegos Olímpicos en los seis deportes de equipo presentes en el programa; fue en la revolución total sufrida entre los campeones. Al margen ya del debut olímpico del baloncesto y el balonmano en su categoría femenina, el título masculino de estos dos deportes, como los de fútbol, hockey sobre hierba, voleibol -también en versión femenina- y waterpolo, pasó a otras manos. En algunos casos simplemente se cambió el oro por la plata, o al revés,, pero en otros -el ejemplo del hockey sobre hierba es el más significativo- la irrupción de países completamente nuevos y la desaparición de otros tradicionales fue nota dominante. En conjunto, la URSS, con tres títulos y dos segundos, fue la más destacada.
Sin duda alguna, uno de los grandes momentos de los Juegos Olímpicos de Montreal se perdió por una victoria, quizá inesperada, pero siempre posible por la calidad del rival, de la URSS ante Yugoslavia en una de las semifinales del torneo de baloncesto masculino. USA, fácil vencedora de Canadá en la otra, esperaba ansiosa la revancha de Munich. La derrota ante los soviéticos por la polémica canasta del pivot Alexander Beiov, había sido durante cuatro años una dolorosa espina clavada en el amor propio del baloncesto USA. Pese a saberse en lucha con los demás equipos sin los «Superstars» profesionales, la densidad del deporte de la canasta en el país permitía siempre fabricar un equipo universitario rayando en lo fabuloso. La triste experiencia de 1972, sin embargo, removió, todos los rencores USA hacia el amateurismo marrón del telón de acero.Poco antes de los Juegos, Bobby Knight, el discutido gran entrenador de la Universidad de Indiana, declaró que su idea era enviar a los Juegos Olímpicos a los Boston Celtics, es decir, al equipo campeón de las dos Ligas profesionales USA. No veía su diferencia con la URSS. Menos mal que cuando la guerra estuvo a punto de estallar, Dean Smith, preparador del equipo nacional y ex entrenador del North Carolina, que jugó en Madrid hace unos años en el Torneo de Navidad, se mostró mucho más ecuánime. Había sustituido en el puesto a Hank Iba, un hombre casi institución en los equipos olímpicos nortearnericanos y al que la canasta de Belov puso fuera de combate. Las críticas habían sido tan grandes que su cabeza tenía que caer. Smith, cuatro años después, pidió cordura, entre otras cosas porque si no la revancha iba a ser difícil.
Luego, en el campo de juego, la verdad es que no hubo color. Tampoco la URSS hubiese resistido a un equipo USA casi perfecto, con tres negros que si no han pasado ya a profesionales no tardarán en hacerlo. Yugoslavia, que sólo se clasificó para Montreal en Hamilton, en la última oportunidad, pues el la primera se vio apeado por Italia, terminó los Juegos bastante mejor de lo que los empezó.
En el lado femenino, mientras tanto, debut olímpico y victoria prevista de la URSS, muy superior a todos sus rivales desde hace ya años -incluido un estupendo equipo USA- con la gigantesca Semanova, cuyos 2,18 metros resultaron casi grotescos en ciertos partidos.
Revancha URSS en balonmano
De cualquier forma la URSS se iba a tomar cumplida revancha de sus derrotas en baloncesto, voleíbol y waterpolo, con el balonmano. En efecto, la escalada soviética a nivel mundial ha sido fulgurante en los últimos años. A la sombra de Maksimov, su más grande goleador, han aparecido verdaderos gigantes, que al pasar de los dos metros constituyen en la actualidad la única defensa posible ante los lanzamientos desde la línea de nueve metros. En la final, concretamente, aparte de la altura de barrera en la línea de seis, la agresividad soviética pudo con la enorme imaginación rumana. A los balcánicos, que llegaron a Montreal con el apodo de equipo viejo y sin auténticas posibilidades, hay que darles el mérito de saber vencer en su grupo ante Polonia, tercera al final por delante de la RFA. Esta, apagada al más alto nivel desde hace algunos años, ha vuelto por sus fueros como si quisiera coger la antorcha común de Alemania, ante la ausencia de la RDA.
Yugoslavia, por último, campeón saliente, fue el equipo con peor suerte. Fue el único que derrotó a la URSS, 20-18 en los partidos eliminatorios y realmente eso pareció darles el paso seguro a las semifinales. La sorprendente derrota final ante la RFA, 17-18, sin embargo, echó por tierra todas sus esperanzas y les relegó al tercer lugar del grupo, por lo que sólo pudieron luchar para el quinto puesto. Fue un bajón importante, como el de Checoslovaquia, plata en Munich y que en Montreal se tuvo que conformar con la séptima plaza. En el torneo femenino, tal vez el de menos entidad de todos los deportes de equipo también la URSS, que pudo con la RDA, se proclamó justa vencedora. Indudablemente el balonmano es un deporte de sala típicamente de países nórdicos o del telón de acero y resultaba rarísimo que la URSS lo tuviera abandonado. En menos de ocho años, con la atención y la densidad debidas, se ha encaramado a la cumbre absoluta.
Cuba, el «voley» del futuro
Dejaremos aparte el fútbol, que merece un comentario especial Unicamente señalemos que nuevamente hubo reparto absoluto de medallas por parte de los países europeos del Este -en los siete últimos Juegos, Hungría, tres URSS, Yugoslavia, Polonia y RDA se llevaron el oro- y que la dureza imperó más que el buen nivel de juego. El deporte del balón tiene tantos problemas insolubles en el campo olímpico, simplemente por ósmosis de la excesiva profesionalidad de su hermano mayor no olímpico, que la única solución está en su supresión. De cualquier forma la RDA aprovechó para llevarse otra medalla de oro con su primer equipo del Mundial, por delante de Polonia y la URSS, todos ellos, quizá, con la vergüenza de jugar contra equipos «C» de Brasil, España o Francia. La RFA e Italia, más cuerdos, ni siquiera se molestan en intervenir.
En cuanto al voleíbol, la revolución respecto a anteriores Juegos fue una de las mayores. Polonia campeona del mundo en octubre de 1974 en México, pero claramente derrotada -3-0 rotundo por la URSS en los europeos de Belgrado en octubre de 1975, logró su primera medalla de oro olímpica rompiendo así el monopolio Japón-URSS. La presencia de su veterano e impresionante rematador Skorek, ausente en Belgrado y de un nuevo colocador, Jawlowski sustituto feliz de Goschiak, sancionado para siempre por haber intervenido en un torneo profesional en Estados Unidos, fueron dos cosas decisivas. Además, la irrupción de Wojtowiez, otro formidable rematador con 23 años y 1,97 metros, resultó fundamental en muchos momentos del torneo y especialmente para ganar por 19-17 el cuarto set dramático y marathoniano de la final contra la URSS. Mientras el soviético Chernyshov, otra de las grandes figuras del remate, fallaba muchas veces y su equipo pese a ello le seguía colocando balones sin cesar, tanto Skorek, como Wojtowicz, se mostraron implacables. Por si fuera poco, más acostumbrados a luchar en los partidos del torneo, pues hasta tres de la fase previa -ante Corea del Sur, Checoslovaquia y Cuba- los ganaron por 3-2, supieron estar más en forma que la URSS, que tuvo el camino muy fácil hacia la final.
Naturalmente, la preparación física fue fabulosa tanto en polacos como en soviéticos y eso, unido a que las técnicas japonesas del ataque en cruz o el saque flotante ya no son desconocidas para los países europeos, influyó decisivamente para que los nipones hayan quedado totalmente desbordados en el lado masculino. Tanto, que incluso Cuba, cuyo único fallo actual es la inexperiencia, pero que cuenta con unas facultades físicas increíbles, les derrotó con un 3-0 concluyente. Para el Japón, sin embargo, el lado femenino fue la revancha, pues su imaginación, al influir en ellas mucho menos la preparación física, aún puede superar a la fuerte URSS. En la final sólo la dejó hacer 17 puntos y ganó todos los partidos del torneo por 3-0. La técnica nipona, sin duda, es impresionante en ciertos deportes de juego y así se vio, por ejemplo, en baloncesto femenino, donde de no ser por la Semanova trajeron en jaque a la propia e intocable URSS.
Hockey y waterpolo
Finalmente en los dos deportes de equipo más minoritarios, se repartieron las sorpresas. Nos explicaremos. Mientras en el hockey la hierba artificial sobre la que sejugó se le atragantó más aún de lo que han mejorado sus rivales europeos y australes -Nueva Zelanda logró la mejor clasificación de su historia- a India y Pakistán en el waterpolo, Hungría, plata en Munich, se aprovechó perfectamente de la enfermedad de variosjugadores de la URSS, relegada por ello al grupo de clasificación. Fue una de las «cruces» soviéticas. Pero ya habían tenido suficientes «caras».
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