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Montreal 76

Segunda medalla de oro para Juantorena

Cuba no es socio asociado en sociedad como Puerto Rico y se nota. Del largo lagarto verde nácar, espuma y plata ha salido Alberto Juantorena para subirse al podio por encima de los herederos del senador Mac Carthy, bien muerto y muerto, amén. Cuba ya no dice «very bad» o «very well». La Cuba del estadio olímpico dice «muy bien» y se carga de oro. Alberto Juantorena, con la tez negroide de los versos de Guillén y un apellido de reminiscencias, digo yo que azcoanas, ha sido otra vez el más rápido y ha sido, en el podio, el más alto. Por debajo de él, dos negritos USA, dos negritos «yes». Alberto ha sido, de los tres negritos, el negrito «sí».Alberto Juantorena no ha sido esta vez ganador en récord, pero ha vencido en la final de los 400 metros con aire de notoria superioridad. Contra él estaban tres norteamericanos, un belga, un australiano y un polaco. A sus inmediatos seguidores les ha sacado la distancia justa para ser campeón; a los demás les ha superado netamente. Juantorena tiene una zancada larga, larguísima, y aunque parece que cae sobre el tartán pesadamente, se levanta del suelo como en frágil aleteo. Dos pruebas, dos finales, dos medallas de oro. Juantorena es el primer atleta que ha triunfado doblemente.

La sensación próxima a los españoles ha estado en las series de los 1.500 metros. Dos portugueses, Mamede y De Jesús, han sido tercero y segundo, respectivamente, en dos series con un aire increíble. Los dos han utilizado La misma táctica. Los dos se han situado al final del paquete y en la última vuelta han salido desde atrás con un sprint largo y potente que ha puesto emoción a la prueba y ha causado la dmiración de los espectadores. Humildes al principio y avasalladores de hombres teóricamente superiores al final. Los por.tugueses no defraudan. Los portugueses luchan hasta el final y no pasan desapercibidos. El francés González, el segundo español del equipo galo, ha corrido más al modo nuestro y ha sido quinto en su serie. El hombre fuerte de esta prueba, como se preveía, es el neozelandés John Walker. Sin Filbert Bayi, recordinan mundial en prueba, irónicamente celebrada en

Nueva Zelanda, que no está en la competición por la protesta de Tanzania, su país, y los demás africanos, Walker no tendrá enemigo difícil de batir.

Los americomaníacos han tenido hoy su momento feliz con el saltador de longitud Arnie Robinson, otro negrito escapado del ghetto que ha conquistado para su país la tercera medalla de oro en atletismo. Robinson realizó un salto de 8,35, y en la final fallaron hombres que, como el ganador, tienen acreditadas marcas muy superiores. Robinson era hombre de 8,30 hace más, de un año y Randy Williams, segundo, hizo ya en 1972 8,34. El yugoslavo Stekic, que ha sido sexto con 7,89, es hombre cercano a los 8,30. La medalla de bronce ha sido para Wartenberg, con 8,02; es decir, con un centímetro más del récord de Blanquer. Arnie Robinson fue medalla de bronce en Munich, con 8,03; Baungaítner, que fue plata, saltó 8,18, y Randy Williams, que fue oro, hizo 8,24. El alemán ha sido aquí octavo, con 7,84.

El primer récord de la tarde ha sido olímpico y ha corrido a cargo de la lanzadora de disco de la RD Alemana Evelin Schalaak, que con 69 metros justos ha dejado a la favorita Faina Me1nik en el segundo puesto. La soviética Faina hizo en Munich 66,62 y aquí ha conseguido 68,60.

La anécdota de la tarde ha estado en el quinto lanzamiento de la Melkin. Ha tardado en efectuar el envío y se la ha dado nulo. Ha protestado y se ha atendido su reclamación. En esta ocasión ha obtenido la marca que. le ha proporcionado la medalla de plata. La ganadora ha mejorado el récord olímpico en su primera intervención.

El único récord del mundo de la tarde lo ha protagonizado la polaca Irena Szewinska, que en la final de los 400 metros ha superado la marca por ella misma establecida en 49,29. Irena ha salido en la cuarta calle y en la primera curva ha salido ventajosa. En la segunda ha superado a sus rivales y se ha ido sola a la meta con absoluta autoridad. No ha tenido sombra.

Johanna Schaller, de la RD Alemana, ha ganado la final de los 100 metros vallas. Dos soviéticas han estado tras ella en la meta, pero la prueba no ha tenido especial relieve porque no ha habido récord. En Montreal, quizá por la costumbre adquirida en la mejora de registros, cuando el tablón electrónico no anuncia la superación se produce cierta desilusión en el público. Y lo cierto es que la carrera ha tenido emoción porque cinco atletas han entrado con tiempos muy similares. La diferencia entre la ganadora y Anisimova ha sido de una centésima, y entre ésta y Lebedeva,dos.

De las veinticuatro finales disputadas, en seis se ha producido el récord del mundo -en Munich un total de siete-, en cinco ha habido récord olímpico y en una, salto de pértiga, los tres primeros lo igualaron. El balance, por ahora, no puede ser más satisfactorio.

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