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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los repatriados del Sahara

EN EL SAHARA, provincia española y plaza militar antes de su independencia, vivvia desde hace más de 30 años una importante colonia civil que constituía la infraestructura de trabajadores, pequeños comerciantes e industriales. Sin ellos era imposible concebir la presencia militar, ni el desarrollo de nuestros intereses económicos en la región. No dudamos que aquellos intereses han logrado ciertas garantías de continuidad o compensación.El Gobierno marroquí, por su parte, ha reiniciado sus sonrisas para con España, y nuestras relaciones están impregnadas otra vez de fraternidad y solidaridad histórica. Existe, sin embargo, una guerra abierta entre Marruecos y Mauritania contra Argelia, en la que los saharauis aparecen como inevitables perdedores.

Pero en lo que nos concierne de inmediato, desde hace más de ocho meses, los trabajadores. pequeños comerciantes e industriales repatriados del Sahara, que no pasan de ochocientos, aguardan soluciones que no llegan, promesas que no se cumplen, créditos insuficientes e indemnizaciones que nadie por el momento ordena pagar. La repatriación fue sin embargo una operación llevada a cabo con minuciosidad matemática: muchos de ellos. según cuentan fueron invitados a abandonarlo todo, casi como un ultimátum, Y se vieron en la necesidad de marcharse en plazos brevísimos, so pena de incurrir en el riesgo de verse penalizados con multas de 50.000 pesetas.

La mayoría de los repatriados son canarios de origen. Actualmente residen en Las Palmas, sin ingresos de ningún tipo desde su partida del Sahara. Viven, como era de esperar. en condiciones extraordinariamente precarias, mientras agotan sus reservas financieras. En estos ocho meses han ido de comisión en comisión, de Ministerio en Ministerio, cosechando buenas palabras, pero sin lograr resultados concretos.

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Todavía está presente en muchos españoles el recuerdo de los interminables desfiles por los consulados españoles de Marruecos para cobrar las treinta o cuarenta mil pesetas que habrían de cancelar, con motivo de la marroquización, presencias en aquel país de más de 30 años.

En Marruecos subsiste aún una importante colonia española residual que no consideró válida ni realista aquella oferta de reintegración a la península. La crisis europea ha planteado el problema de la reinstalación de nuestros trabajadores, emigrados sobre todo al principio del boom económico europeo de los años cincuenta v sesenta.

Las soluciones que se den a estos casos, en particular la que se ofrezca a los repatriados del Sahara, han de aparecer como ejemplos. Sobre todo porque probablemente las indemnizaciones que se deben a nuestros conciudadanos del Sahara no serán quizá las últimas que tengamos que pagar.

En lo que respecta a los ex sharauis españoles, todo parecía previsto para hacer frente a esta situación. Existe el dispositivo de pesetas, de los cuales sólo han visto 160 millones. En julio de 1975 el Gobierno les pidió, a título individual, una evaluación de pérdidad por evacuación - evaluación que tuvieron que reiterar en abril de este año a petición, otra vez, de la Administración- para calcular los montos posibles de las indemnizaciones, que los afectados cifran en mil millones de pesetas.

Una importante delegación de repatriados del Sahara vino a Madrid. Pensaban que, agotadas sin resultado todas las otras vías, no les queda más alternativa que recurrir al Rey. Venían según dijeron a EL PAIS, confiados en la vigencia del Mensaje de la Corona que promete que «ninguna causa justa dejará de ser oída». Para ellos se trata no solamente de que se les oiga, sino de que se aporten soluciones a sus problemas, porque ha agotado ya sus posibilidades individuales de subsistencia económica.

Es evidente que en los últimos meses los Gobiernos se han sucedido rápidamente. Las responsabilidades son no obstante permanentes. La primera declaración de objetivos del equipo que encabeza Adolfo Suárez enfatiza la necesidad de darle la palabra al pueblo. El pueblo repatriado del Sahara ya habló. ¿Y ahora?

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