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El Gobierno británico quiere reducir el gasto público

Juan Cruz

El Gobierno laborista podría verse obligado a convocar elecciones generales si los sindicatos y la izquierda del partido se niegan a aceptar los recortes en el gasto público que la Administración se propone realizar, dijo en una reunión con los parlamentarios de su partido el ministro de Hacienda, Denis Healey.

Con él estaba el primer ministro James Callaghan, que comparte su opinión. Healey dice que si no se efectúan antes las reducciones en el gasto público, el desempleo puede subir a niveles alarmantes y los precios resultarían incontrolables. «Si esto ocurre, afirmó, los conservadores terminarían tomando el poder y heredando el fruto de nuestros pasados sacrificios». Los sacrificios a los que se refiere Healey se concentran en la aceptación, por parte de los sindicalistas, de las restricciones salariales propuestas por el Gobierno.Ayer mismo, los representantes del sindicato de trabajadores de los ferrocarriles británicos acordaron respaldar el acuerdo que sita los aumentos de los sueldos en un máximo del 4,5 por 100 semanal. Estos mismos trabajadores habían amenazado al Gobierno a principios de semana con ir a la huelga si los propuestos recortes del gasto público afectaban de alguna manera los servicios de transporte.

El dramático llamamiento hecho por Healey refleja las presiones que el Gobierno recibe desde dentro y desde fuera del país para robustecer la libra sacrificando la política de gastos que era el centro de su programa electoral.

Se piensa que el Gobierno quiere ahorrar mil millones de libras de la cantidad que pensaba destinar a obras e instituciones públicas. Se cree que la ayuda a los países del Tercer Mundo va a ser reducida considerablemente. Un ministro del gabinete de Callaghan, encargado de canalizar esa ayuda exterior, ha anunciado su intención de dimitir si su Ministerio se queda económicamente desmantelado.

Crece el déficit comercial

El déficit de la balanza de pagos británica se remontó durante el pasado mes a 230 millones de libras, una cantidad muy superior a la que se esperaba. El déficit visible es de 360 millones, que quedan compensados con los 130 millones de ingresos que ha obtenido Gran Bretaña gracias a sus exportaciones invisibles, entre las que el turismo ocupa un lugar preponderante.El déficit registrado en junio obligará al Gobierno a considerar cuidadosamente la necesidad de imponer restricciones en la importación de artículos de consumo que también se fabrican en el Reino Unido. Japón, que es uno de los principales proveedores de Gran Bretaña, podría resultar afectado por esta medida, exigida desde hace algún tiempo por los sindicatos como único modo de salvaguardar la precaria salud de la balanza de pagos británica.

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