Venecia: una Bienal, convertida en caja de resonancia política
La intervención española en la Bienal de Venecia ha sido siempre problemática. La confrontación artística, irremediablemente unida a las condiciones políticas especiales del país, plasmaban, enlos debates en tomo a la representación española, el divorcio existente entre los artistas dentro de nuestra propia sociedad. Este año, en que el número fuerte de Venecia será la Exposición titulada España: vanguardia artística y realidad social (1936-1976), la discusión reviste particular virulencia. Y, por una vez, respondiendo a la verdadera situación de las vanguardias artísticas de este país, la polémica está exclusivamente en la izquierda.
La bienal contestataria.
Desde 1895, en que Ricardo Selvatico, alcalde de Venecia, organizara la Bienal, hasta el 68, el año del mayo, en que se pone definitivamente en cuestión, la exposición, que por los cincuenta ha accedido a resonancias mundiales, tiene el problema constante de la escasez de la representación, y, dada la importancia creciente como prestigiadora de individuos y marchamo de garantía artística, la manipulación de las representaciones. Como desde 1930 la Bienal se ha convertido en «ente autónomo», y las representaciones tenían carácter oficial y estatal, la denuncia por parte de la mayoría de los artistas se hace notar. Tras la contestación del 68, y a partir sobre todo de 1973, se suprime la estatalidad de la representación, se remarca el carácter político antifascista de las muestras, y se elegirán temas coyunturales de interés mundial, relacionados con la marcha de la democracia. Y si en la Bienal del 74 el tema elegido era aquel Chile candente, para la 76, dado el interés con que las democracias occidentales siguen nuestra marcha política, el tema va a ser los últimos cuarenta años españoles.Así las cosas, a principios de este año se nombra un comité organizador de esa exposición para la que el pabellón de Italia ha ofrecido sus locales. Lo integran Tapies, Saura, Ibarrola, Equipo Crónica, Josep Renau, el arquitecto Oriol Bohigas, Alberto Corazón, los historiadores Tomás Llorens y Valeriano Bozal, y actúa como coordinador Manuel García. Y este comité ha elegido los artistas plásticos que irán a la bienal de los cuarenta años.
El eterno problema.
Santiago Amón denunciaba en estas mismas páginas (EL PAIS, 8 de mayo de 1976), cara a la selección de este año, la división entre los artistas españoles, de los que una parte considerable, no estaba de acuerdo con la misma constitución de la primera comisión, pese al indudable prestigio de algunos de sus componentes. Dudaba Amón entonces de las posibilidades de expresión del grupo supuestamente minoritario, dentro de la propia Bienal, del «partidismo y discriminación» del mismo comité, y apuntaba la escasa atención dedicada a los jóvenes.En este momento, ya parece indudable que los artistas plásticos españoles están divididos y que la Bienal es el foco en que se polarizan discusiones que también estallan en torno a la problemática nacional: a la Asociación de Artistas Plásticos, a su carácter, a los estatutos y finalidades de esa Federación, que sustituirá a APSA, sociedad anónima promotora, y en último extremo, la dirección política de un grupo especialmente sensible a los problemas del país.
Convergencia Democrática, a Venecia
En este sentido, los debates llevan ya meses. Cuando cerramos estas líneas, y después de una tormentosa asamblea, el pasado viernes, y a la espera de un documento ratificado por la asamblea de artistas convocada para el lunes próximo, se cuenta al menos con tres documentos, que plasman tres posturas bien marcadas. El primero, el que Coordinación Democrática de Artistas Plásticos propondrá a la C.D. nacional, y el segundo, el del sector de artistas plásticos, serán propuestos a la asamblea. El tercero de ellos, muestra los recelos de un grupo de doscientos artistas.Si los primeros problemas se relacionaban con la participación misma de España en esta Bienal, y por parte de los más radicales se exigía el boicot a esa representación demócrata, el asunto parece haberse resuelto. Convergencia Democrática ha aceptado la invitación para celebrar un acto de presentación política en el palacio Ducal de Venecia, y en el marco de la Bienal. A tal efecto, se trasladó a Madrid un grupo de representantes del Comité italiano -español, -cuyo presidente, el socialista Pietro Nelsi, saludara en su momento, la fundación de ese organismo unitario-, que formalizaron ayer sábado, la invitación que el ayuntamiento de Venecia y el Ente Autónomo de la Bienal, hacían a Coordinación para la inauguración. Dicho acto político reunirá, al parecer, a la plana mayor de la «platajunta», el 18 de julio. Y quizá por las resonancias de la fecha -la Bienal inaugura el 17- se rumorea que don Joaquin Ruiz-Giménez se niega a asistir en ese día, aunque anuncia su visita para poco después... Y, por otra parte, los artistas participantes, los seleccionados, están preparando sus telas.
¿Una bienal paralela?
Así pues, con un tinte optimista, de cambio social y político, se mantiene la cita en Venecia de este año, donde cierto aire de revival convocará seguramente a más de un nostálgico. Aquel pabellón español de la Expo de París del 37, los carteles de la guerra civil, las películas de nuestros malditos... Pero sigue en pie la postura minoritaria, que seguramente se hará oír en la propia Bienal. Que consideran la exposición como continuadora y potenciadora del mismo sistema competitivo del mercado del arte, que piensan que divide igualmente el mundo cultural, y que prestigia un sistetna que realmente no hace si no ahogar la posibilidad de surgimiento de una cultura auténtica, viva y colectiva. Que se niegan a la colaboración y proponen, en cambio, la apertura de un debate internacional, paralelo al que se propuso en 1975, por los sindicatos italianos, que plantee los problemas culturales de los pueblos de España y del mundo, como primer paso a una auténtica vía democrática de entendimiento.Y como sus críticas pueden tener fundamento, y como se trata de voces difíciles de acallar, puede pasar cualquier cosa.
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