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Los españoles dieron la batalla en los Pirineos

El belga Lucien Van Impe, en una etapa memorable, dio ayer quizá la estocada definitiva del Tour 76. Tras una maravillosa caza en solitario, de los hombres que formaban un grupo de cabeza, se emparejó primero con Ocaña y a veces al sorprendente italiano Riccomi en la subida del Peyresourde, primer puerto de máxima categoría de la etapa, después en el Pla D'Adet final dejó al conquense, que por primera vez hizo una gran carrera, y en la meta sacó 3'25"a Zoetemelk, el holandés, que había hecho otra gran caza en los últimos kilómetros. Ocaña fue cuarto, a 3'50", y detrás, en un gran rosario perdido de minutos, todas las figuras. Delisle, el maillot amarillo, perdió doce y Thevenet, trece; Pesarrodona y Torres, siete; López Carril y Galdos, diez. En la meta, sólo 52 corredores, de los 98 partidos, entraron dentro del control. Así pues, nada menos que 46 tendrían que haber sido eliminados. Gracias al reglamento y a la benevolencia de los comisarios, todos fueron repescados.

La primera etapa pirenaica de entidad ha vuelto a demostrar que la montaña es un juez implacable en el ciclismo. Los sólo 139 kilómetros entre Saint Gaudens y Saint Lary-Soulan han sido más que suficientes para que el Tour haya dado un nuevo vuelco en su clasificación general, un vuelco tal vez decisivo. En efecto, el pequeño escalador belga, Van Impe, tres veces vencedor del gran premio de la montaña del Tour, pero nunca triunfador absoluto, parece ciertamente decidido este año a lograr su objetivo. Se ha confirmado plenamente que es el hombre más fuerte de la carrera, y difícil será que hoy, en el Tourmalet, y el Aubisque, pierda su ventaja.Precisamente el gran derrotado de la etapa, el equipo del líder, fue el que primero atacó. La táctica de De Muer, ayer resultó del todo incomprensible. Los dos peugeot se marcharon solos en el kilómetro 30 al iniciarse el primer puerto de la etapa, el Col de Mente, de segunda categoría. Pero Van Impe no estaba dispuesto a hacer concesiones y pasó ya primero por el alto. En el kilómetro 50 demarró Ocaña que ya quería dejar sentado su interés por destacar en la etapa. No dudamos que lo consiguió, pero volvamos a reseñar que su educación, en cambio, continúa siendo nula. En la meta lo demostraría una vez más. El pelotón controló su salida pero no la inmediata de Talbourdet, un hombre de Zoetemelk, al que siguieron Bourreau y Danguillaume; dos del líder; De Witte, Torres y Martínez Heredia. En el kilómetro 56 tenían ya una ventaja de un minuto. Por el kilómetro 67, al primer grupo se unió un segundo integrado por Mariano Martínez, Bellini, Pesarrodona, Bouloux y Riccomi. En ese momento, la ventaja del grupo de cabeza sobre el pelotón del maillot amarillo era de 6'15". Entre el pelotón y los hombres de cabeza viajaba otro grupo formado bajo la accióndel combativo Ocaña, que saltó con Maertens, Maingo, Conatti y Menéndez. En la subida del Portillón, también de segunda categoría, camino otra vez de tierras francesas, tras diez por la provincia de Lérida, los doce hombres del primer pelotón pronto se redujeron a cinco: Martínez Heredia, Pesarrodona, Torres, Bellini y Riccomi. Este, gregario hasta ahora de Baronchelli, una cosa muy parecida a Torres con Ocaña, se «soltó» de su amo, enfermo, y se lanzó hacia una gran etapa que le iba a llevar al cuarto puesto de la general. Ocaña, por su parte, subió el puerto a un ritmo tremendo y en lugar de tomárselo con más calma, o que Torres le esperara una vez más se dio la paliza de cazar en solitario, cosa que quizá notó después. Fue algo absurdo, como que el Peugeot siguiera con todos los hombres delante, descolgándo se enteada subida, mientras Delisle y, sobre todo, Thevenet, estaba en dificultades atrás sin que nadie le ayudase. Y bien que lo necesitaba, porque justo en el kilómetro 70, en plena subida del Portillon, Van Impe lanzó un ataque y ahí se quedó definitivamente el vencedor del Tour 75. Sólo pudieron seguir al belga, Delisle y Pollentier se quedó; éste inmediatamente, y pronto el maillot amarillo. Por la cima ya había perdido 1'30" respecto a Van Impe, que comenzaba su marcha impresionante pasando corredores con una rapidez endiablada. Fue todo un espectáculo verle subir y sobre todo la facilidad con que pasaba a los hombres descolgados.

En ese instante, viendo la marcha del belga y que aún restaban dos puertos fundamentales por subir, nadie podía dudar de que la gran estocada del Tour comenzaba a fraguarse. Van Impe cogió antes del alto a los cinco que marchaban entonces en cabeza, Ocaña, Torres, Pesarrodona, Ovion y, Riccomi, mientras Bellini empezaba a ceder terreno. Martínez Heredia no había podido resistir tampoco el tren marcado en el grupo de cabeza, y la selección se hacía sin remedio.

Van Impe, nada más toma r contacto con los de cabeza, pasó a tirar con fuerza y únicamente le pudieron seguir Ocaña y Riccomi. El italiano también se quedó antes del alto, como Torres, y por la cima pasó primero Ocaña delante de Van Impe. A 2'20" llegó Zoetemelk, que en la subida dejó a Delisle y Pollentier y se embarcó en otra caza formidable, aunque no tan impresionante como la de Van Impe. A tres kilómetros, de los diez de la última subida, se marchó Van Impe sólo hacia la meta. Ocaña, en dos kilómetros, perdió 1'50". En la etapa de hoy que conducirá a los corredores a Pau se encuentran el col D'Aspin de segunda categoría, a veintitrés kilómetros de la salida; en el 53, el Tourmalet;, de primera en el 120, Aubisque, también de primera y a once kilómetros de la meta el D'Esquilot, de cuarta categoría.

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