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Pocas posibilidades de conseguir un pacto social

Juan Cruz

El nombramiento de Adolfo Suárez para presidente del Gobierno español ha sido calificado por la prensa inglesa como un triunfo de los tecnócratas del Opus Dei y del ala derecha de los reformistas. La probable aparición en el seno del Gobierno de las fuerzas citadas en primer lugar «será saludada con consternación por la mayor parte de los demócratas españoles y seguramente no aumentará las ya mínimas posibilidades de conseguir un pacto social para controlar la subida de la tasa de inflación», escribió ayer el corresponsal del Financial Times en Madrid.Para el especialista en temas españoles del Sunday Times, el sorprendente nombramiento del señor Suárez significa una victoria de los tecnócratas, quienes, «al amparo del Opus Dei, la sociedad secreta católica, fueron los responsables de la recuperación económica española de los años sesenta.

En los últimos meses -sigue diciendo el articulista del Sunday Times, Stephen Aris-, miembros del Opus Dei y sus allegados habían venido ganando mucha influencia cerca del Rey. Y aunque el nuevo primer ministro no parece que sea un miembro del Opus, sí se puede decir que está estrechamente conectado con esa sociedad»... Sobre esa base, Aris expresa su teoría de que «frente a una crisis económica cada vez más grave, el Rey ha elegido a un político que no sólo tiene el apoyo de los poderosos hombres de negocios, sino que también está lo suficientemente identificado con el viejo régimen como para calmar los temores del búnker».

En efecto, considera el corresponsal del The Guardian en Madrid, John Hooper, «Suárez es la personificación de la frecuentemente difícil correspondencia entre lo nuevo y lo viejo». Para ilustrar esta idea, Hooper usa también una frase de García Trevijano sobre la síntesis política que representa Suárez, como un hombre entre el estilo de la Falange y la actitud del Opus.

El corresponsal del Guardian sugiere también que el nombramiento demuestra que el Rey está dispuesto a efectuar cambios en la cabeza del Gobierno, pero, porrazones tácticas o ideológicas, no quiere que esos cambios conduzcan a una crisis o rompan su juramento de fidelidad a las instituciones del Estado.

En ambientes distintos a la prensa se comparten, en general, las opiniones recogidas en los periódicos londinenses.

Por citar un criterio, recojamos lo que en el Royal Institute for International Affairs nos dijo David Rudnick: «Estoy ligeramente sorprendido. Es evidente que el Rey no ha recibido la terna que él quizá quería, y así lo que nosotros pensábamos que podía pasar no ha sucedido: ni Areilza ni Fraga han sido nombrados. Da la impresión de que, en resumidas cuentas, la opción se ha hecho con vistas más a contentar a los Poderes económicos que a los políticos, aunque la derecha no tenga de qué quejarse.»

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