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"Libro blanco" sobre el futuro del automóvil

El crecimiento de la industria del automóvil es el ejemplo palpable, de momento al menos, de la reactivación económica francesa, cierta, pero no tan sólida como se creyó y como aseguraron, en un principio, las autoridades. En otros tiempos, aún cercanos, la construcción era el test de la salud económica francesa. Hoy, lo es el auto.Las diversas administraciones a las que concierne la industria automovilística, acaban de publicar un «libro blanco» sobre el porvenir del coche. Estos días tiene lugar en París una "mesa redonda" sobre el mismo tema y el Consejo Social y Económico, instancia nacional que vigila el desarrollo del país, adoptó una moción, por gran mayoría de votos, en la que pide simultáneamente: primero que sea limitado el uso del automóvil particular, y segundo, la instalación urgente de una red de transportes colectivos, urbanos, que satisfagan al usuario,

Todo lo dicho actualiza, una vez más, este símbolo de la sociedad de consumo, que es el automóvil. Su porvenir va a ser objeto de estudio profundo los próximos días.

Dos tipos de elementos fuerzan la operación quirúrgica a la que va a ser sometido el auto: los datos de actualidad, que prueban el florecimiento casi repentino de la industria, y los que dan dimensión "histórica" al crecimiento del motor de cuatro ruedas de un cuarto de siglo a esta parte.

El pasado mayo salieron de las fábricas coches particulares y comerciales, 254.202. Esta cifra supone un 19 por 100 de aumento respecto al mismo mes del año pasado. En el curso de los seis primeros meses del año en curso el progreso con relación a 1975 fue del 21,3 por 100, y más significativo aún: la producción actual, de 13.102 unidades por día es sólo inferior en un 1 por 100 respecto a 1973, año cumbre de la producción automovilística.

Durante los últimos 20 años, el parque automovilístico francés ha pasado de tres a 15,5 millones de unidades, y el consumo de carburantes, de dos a 12 millones de toneladas por año. La consecuencia de esta evolución es de sobra conocida: embotellamientos de los centros urbanos de carreteras, y, por otro lado, contaminaciones y, desperdicios peligrosos de toda especie.

Tal situación, ha provocado dos actitudes frente a la civilización del automóvil. Por una parte los partidarios del auto y de la «multimotorización» (varios coches en un mismo hogar), aunque admiten que un cierto orden es necesario, opinan que los problemas de congestión que crea el coche pueden ser resueltos con una política anticipada de desarrollo de la infraestructura.

Los enemigos del auto no ven solución a todos los problemas creados si los poderes públicos no frenan brutalmente su crecimiento. A corto plazo esta posibilidad no parece simple, si se tienen en cuenta los problemas sociales y económicos que implica esta industria en Francia con cerca de medio millón de empleados. Pero, a largo plazo, opinan éstos, sólo el desarrollo satisfactorio de los transportes en común, puede despejar la incógnita del porvenir del auto. En cualquier caso, según los cálculos del «libro blanco» ya citado, durante los próximos diez años el aumento del parque automovilístico fancés, no debiera ceder.

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