Pese a las informaciones de ayer, se confirma la conferencia comunista europea
La idea lanzada en 1973 por el Partido Comunista de Italia y el de la URSS sobre una conferencia panaeuropea de los PC será realidad en los próximos días.Las primeras dificultades para la reunión comunista europea, lo que se ha denominado el concilio rojo, surgieron ya en las primeras reuniones preparatorias de Varsovia los días 16 y 17 de octubre de 1974.
Sin embargo, sería la cumbre preparatoria de Budapest en diciembre de aquel mismo año la que demostraría las dificultades para organizar una conferencia comunista que la URSS quería utilizar para llegar a una concertación ideológica, base de una futura conferencia de PC de todo el mundo, continuación de la reunión de Moscú en 1969 que otorgó a la Unión Soviética formalmente el papel de «guía del movimiento comunista internacional».
Quedó claro, primero en Budapest y luego en Praga en febrero de 1975, que el movimiento comunista estaba sometido a una «escisión irremediablemente histórica» como comentó en 1967 un diplomático rumano tras la cumbre europea de Kárlovy-Vary, la última que se ha celebrado hasta hoy.
Plataforma táctica
Pero la gran dificultad para la reunión panaeuropea de PC surgió en octubre de 1975 en las conferencias preparatorias de Berlín. En aquella ocasión, los representantes del eurocomunismo, el PC de España y el partido regido por Berlinguer con el apoyo de los autonomistas rumanos y yugoslavos establecieron que el documento que saldría de la conferencia final habría de ser una plataforma táctica, en ningún caso política, e ideológica común.Las tesis mantenidas por Ponomariov, en aquella ocasión y más tarde por Mijail Suslov, cabeza de la ideología intransigente soviética, abrió una crisis entre los eurocomunistas y autonomistas, con el resto del bloque oriental que se ha ido deteriorando progresivamente. Primero, con la renuncia del PC francés a los postulados de ortodoxia moscovita en su XXII Congreso (febrero de 1976), y, en segundo término con la toma de posición clara de los PC orientales a, favor de la URSS, incluyendo esta toma de posición en sus diferentes cartas constitucionales (congresos de los partidas de Polonia, Checoslovaquia y Alemania oriental).
Líder del enfrentamiento entre ambas posiciones se constituyó el PC francés, que ha sido el principal obstáculo para llegar a una mínima base de entendimiento para lograr esta conferencia.
Las tesis del enfrentamiento entre el PCF y el PCUS se manterializaban sobre dos puntos esenciales. Que las alianzas de grupos de izquierda deberían ser fortalecidas de cara a ocupar el poder aprovechando la «crisis del capitalismo, aspecto que hasta hace pocas semanas Breznev negaba cara a un posible fracaso de su política de detente. En un segundo plano, la independencia de cada partido comunista a emprender el camino del socialismo de manera personal y adaptado a las circunstancias propias del país, lo que era condenado de manera insistente por las voces más autorizadas de la ideología pura del sistema soviético.
Este concepto de la independencia nacional motivó sobremanera a yugoslavos y rumanos a una alianza con los eurocomunistas para la conferencia. De tal forma que las peticiones del PC de España y de Yugoslavia en Berlín (octubre de 1975) sobre la necesidad de lograr un acuerdo programático y no ideológico y no vinculante necesariamente a ninguno de los participantes se ha mantenido hasta el final.
Trascendencia relativa
La conferencia que se inaugurará el 29 y 30 próximos, a pesar de las informaciones contrarias que se publicaban ayer, tendrá una transcendencia relativa para los soviéticos. La reunión tratará preferentemente el tema de la conferencia de Helsinki y la aplicación de sus acuerdos, lo que el delegado francés Kanapa defendió en Berlín el año pasado y sobre lo que Rumania ha basado su participación en esta conferencia como expuso Kurtovic, uno de los presidentes del PC rumano a primeros de este mes en la Revista de Cuestiones Internacionales, donde se comentaba la opinión de Ceaucescu de no acceder a la formación de centro dirigista (Moscú» una mejor aplicación de los principios de soberanía e independencia firmados en la capital finlandesa.Por su parte, los yugoslavos podrían haber accedido a asistir a la reunión berlinesa tras ciertas garantías dadas por Katuchev en su último viaje a Belgrado.
En fin, tras el IX Congreso de los comunistas alemanes ya se adivinó una flexibilización soviética de cara a la intransigencia del PCF.
La primera impresión tras confirmarse la conferencia de Berlín es que el eurocomunismo (PC de España, Italia y Francia) llegan fortalecidos a la reunión, y tras el éxito electoral del PCI, la URSS parece contemplar como una realidad incuestionable el hecho de que algunos PC puedan acceder al poder sin tener presente la imagen del asalto al palacio de Invierno.
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