Para algunos inmigrantes
de la exprovincia del Sahara no todo han sido duelos. Por la Península circulan ahora alrededor de un millar de automóviles de las más lujosas marcas -Mercedes, Cadillac, Jaguar, BMW- comprados de prisa y corriendo en los días postreros de la presencia española en aquel territorio. Los compradores vendieron luego esos coches con un beneficio de 800.000 a un millón de pesetas por cada vehículo. En algunos casos se llegaron a matricular hasta seis vehículos por familia evacuada. Las autoridades competentes han ordenado la apertura de una investigacion. La picardía de los ex saharianos resucita el truco del regalo familiar, profusamente utilizado en la época de la autarquía: tener un familiar residiendo en el exterior valla por un permiso de importación para un vehículo, cuando tanto escaseaban.
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