El fútbol quiere una democracia "sui generis"
¿De qué democracia hablan algunos hombres de nuestro fútbol? ¿Son demócratas los que proponen una reforma a fondo en la Federación Española de Fútbol? Estas y muchas preguntas mas cabría hacerse cuando casi a oleadas nos llegan declaraciones de grandes prebostes del balompié nacional. De entrada, hay que decir, que algunos de los que patrocinan la reforma son los hombres mas alejados de la democracia que uno pueda imaginar. Pienso que quienes no son demócratas en sus actividades personales, no pueden serlo en el fútbol. A no ser, claro está, que deseen para los demás lo que no quieren para ellos.Va a llegar un momento en el que la confusión será la nota característica de nuestro deporte. Después de cuarenta años de conformismo ante cuestiones para las que no hacía falta tener una especial valentía, los dirigentes del fútbol español parecen haber descubierto la piedra filosofal. Desgraciadamente, han tardado en soñar con unas reformas que eran viables desde mucho antes. Para mayor desgracia, en estos momentos, tampoco plantean las cuestiones en profundidad. Algunas de las cuestiones que se pretende modificar son simplemente epidémicas.
En este momento, la Federación Española de Fútbol está absolutamente dominada por los clubs. Pretender que éstos -los grandes, claro- tengan una mayor influencia es desequilibrar mucho más la balanza actual. Ni la liga profesional, ni el comité profesional van a suponer nada fundamental para el desarrollo de este deporte. En primer lugar porque, que se sepa, hasta el momento presente no ha funcionado medianamente bien ninguno de los comités federativos que se han formado para el estudio y resolución de los graves problemas planteados en los últimos años. Por poner un ejemplo, ahí está el comité jurídico que ha sido incapaz de atacar a fondo los temas que sobre su jurisdicción han recaído desde el tiempo de Pérez-Payá.
Los clubs tienen derecho a exigir que vayan a las arcas federativas unos porcentajes superiores de las quinielas porque, en definitiva, es el Estado y:no el fútbol quien debe proteger y promover los deportes minoritarios. Es absolutamente injusto que sobre los goles de Amancio se fundamenten los salarios de Luyk. Pero en un marco de exigencias, también los clubs deben responder a una organización mas realista. En ese cambio entra por supuesto el que los socios puedan fiscalizar con absoluta libertad las cuentas del club, para, así, tener una idea justa de la labor de sus directivos, algunos de los cuales no saben hacer mejor cosa que soplar en caldo frío.
Hay que modificar la actual futbolística, pero la reforma no debe quedarse en un aumento de los privilegios de los grandes. A la Federación, a la asamblea, hay que ir en igualdad de votos. No pueden hablar de democracia aquellos que suman treinta y cinco votos, más los cinco de un directivo y los ocho o los tres de un filial, mientras otros clubs de la misma categoría únicamente tienen diez. No pueden hablar de elección presidencial mientras no propongan seriamente y al mismo tiempo el sufragio universal entre sus socios. No pueden hablar de democracia ciertos presidentes autoritarios, cuyas decisiones no admiten diálogo de ningún tipo.
¿Son demócratas aquellos presidentes que aseguran que han consultado con los Jugadores tal o cual medida y luego se demuestra que los consultados han tenido noticia del caso a través de la prensa? ¿Son demócratas aquellos presidentes que realizan fichajes, cuyo importe supon.e una pila de millones, sin que los sepan los restantes directivos?.
Para hablar sinceramente de reformas hay que pensar no sólo en poner dentro de la ley al fútbol en general, sino también en conceder participación a los propios protagonistas. En la mayoría de los clubs los jugadoresson simple mercancia. En la Federación cuentan con un teórico representante, de cinco votos, sólo dos más que un equipo de Tercera. ¿Sería pedir demasiado que losjugadores no fuesen el último mono del circo? Las reformas exigen seriedad.
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