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Tribuna:LA LIDIA
Tribuna
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Deben celebrarse más novilladas

El desarrollo y resultado de los dos últimos festejos de la feria de San Isidro han venido a demostrar que en las novilladas también hay espectáculo y que en emoción se equilibran con las corridas de toros, si no las superan.En otros tiempos en los que había matadores maestros las diferencias entre ambos tipos de festejos eran muy notables, precisamente por la lección que llevaba aparejada cada corrida de toros. Las reses, en edad y trapío adecuados, podían salir pujantes porque con toda seguridad tendrían su lidia adecuada, aunque no pudiera ser lucida, y esto constituía un espectáculo de sumo interés, daba la dimensión exacta de cuanto debe ser la fiesta.

Pero hoy no hay maestros, ni siquiera la mayor parte de los matadores de toros tenidos por figuras conocen la técnica que es básica en su oficio, sólo saben dar pases, con mejor o peor estilo. Y de esta forma, si hay toros, apenas quedan toreros para dominarlos, si hay toreros en triunfo es porque se miden con unas reses a las que algo falta para ser toros.

Y en este caso, mejor que una fiesta imposible o una fiesta adulterada es descender un escalón e ir a la autenticidad de las novilladas, donde casi siempre hay un equilibrio entre las posibilidades del espada y las de su enemigo, lo cual configura, en el fondo, el planteamiento básico de la lidia, y en difinitiva del toreo.

Pero además en la novilladas -en los novilleros- está la raíz de las posibilidades futuras en el escalafón taurino superior. Si hoy no tenemos novilleros, mañana no tendremos matadores de toros. La escuela es esa. Mas se precisan aulas y material de trabajo. Es necesario que las empresas afronten de una vez por todas su responsabilidad y organicen mayor número de festejos menores, aunque sea en detrimento de los mayores.

En una adecuada política taurina el primer objetivo debiera ser ordenar el censo de matadores de toros en activo sobre la base de dar oportunidades a todos con el toro, que haría la selección natural. Inmediatamente después, dar paso a las nuevas promociones. Una tercera acción, potenciar la escuela taurina, ya que si no existen maestros es imposible que los noveles aprendan el toreo bueno, por lo menos el básico. Quizá una ayuda a la cooperativa que tienen en marcha los novilleros, y que ya han abordado esta idea dentro de su ámbito, sería una solución fácil y práctica.

Estos problemas debiera planteárselos la Junta Nacional Taurina, que agrupa a todos los estamentos de la fiesta. Desde allí, con inteligencia y visión de futuro en mesa redonda, podrían limarse asperezas, superar inconvenientes y delimitar campos de acción, con sus responsabilidades.

Las ferias, o por lo menos algunas ferias (valga de ejemplo la de San Isidro), suponen grandes negocios, que se redondean con contratos de apoderamiento, exclusivas, comisiones, etcétera. Pero el negocio de hoy no debe entorpecer jamás la pervivencia del espectáculo en un futuro que a lo mejor no está lejano.

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