El Rey prosigue sus cosultas políticas
Una serie de entrevistas del Rey con líderes de diferentes facciones políticas está resucitando en estos últimos días una costumbre institucional tan antigua y necesaria como poco conocida por las nuevas generaciones: las consultas a nivel de Palacio sobre la situación política.Las informaciones recabadas por EL PAIS incluyen en esta lista de presuntas consultas los nombres de José María Gil-Robles -presidente de Federación Popular Democrática-, Antonio García López -Part ido Social Democrático Español-, Pío Cabanillas -político liberal sin clara adscripción ideológica-, Salvador Serrats -vicepresidente de ANEPA y Dionisio Martín Sanz -consejero del Reino y procurador sindical-. También ha sido recibido en la Zarzuela el embajador en Viena, Laureano López Rodó, y su grupo parlarnentario.
Acaso el equilibrio político del actual Gabinete haya quedado-alterado por los recientes sucesos de Montejurra. En mismo sentido, la concesión o denegación de permiso para la manifestación convocada por la Confederación de Combatierites para el próximo día 20, aparece ante la clase política como un test sobre la posición y firmeza del Gobierno, al menos en lo que respecta a la llamada oposición institucional.
Ningún observador político deja de apreciar la dicotomía entre las formulaciones democráticas y los imperativos de orden público. Dicotomía alterada por las pistolas -afortunadamente identificadas de quienes intentan obtener sus particulares cuotas de orden y autoridad.
Aunque los convocantes de ésta manifestación aducen como motivo el recuerdo a la figura del general Franco, incluyen también en sus comunicados una clara denuncia contra el Gobierno. Esta denuncia se suma a las llamadas de atención sobre la heterodoxia de la refonna quese vienen produciendo en estos días y que quedan reflejadas en la carta enviada al presidente de las Cortes y suscrita por más de un centenar de procuradores.
Esta ofensiva desde los sectores más inmovilistas del establecimiento mantiene al Gobierno en una actitud de aparente contradicción,sin que por un lado se muestre muy dispuesto a hacer frente a los sectores inmovilistas y por otro sin conseguir el crédito suficiente para su Programa de reformas.
Información en págs. 8 y 9
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