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Los nuevos líderes seguirán saliendo de la fábrica, del taller, del tajo

«No el trabajador español no se está cargando el país. El trabajador, y yo soy testigo de ello, ha puesto muchísimo en la España de hoy. Ha sufrido mucho en estos cuarenta años. Ha sido pieza fundamental en el desarrollo del país.»La frase la dijo el ministro de Trabajo, Solís Ruiz, en el curso del programa de televisión emitido anoche a preguntas de los periodistas Pedro Rodríguez y Martín Ferrand.

Las respuestas de Solís ante las cámaras de televisión fueron, a grandes rasgos, las siguientes:-«Creo que la bandera que tiene que levantar el Ministerio de Trabajo es la de la justicia social y estar donde esté el primero al servicio de la Patria y siempre que bajo esa bandera esté el sentimiento de la mayor parte de los españoles.

»En cuanto a los tradicionales conceptos de orden, Patria y formación cristiana soy parte de la antigua derecha. En cuanto al concepto de justicia social, de acercarme a los hombres que trabajan y nos necesitan, a una transformación permanente, en eso estaría a la izquierda. He conocido y tenido excelentes colaboradores procedentes de la izquierda que han traído al sindicalismo a muchos hombres de su campo con un patriotismo extraordinario. Si se quiere también pueden clasificarme en el centro, pero siempre muy avanzado en lo social.»

-¿Como Fraga? -preguntaron.

-«Los hombres no somos todos iguales. Tenemos cosas en común y otras posiblemente distintas. Yo soy un hombre que cree que es necesaria una transformación profunda en lo social para que España pueda seguir avanzando. Este Gabinete es bastante unido. Cambiamos impresiones, discutimos, pero el Gabinete actual va muy al compás, junto a su presidente. Trabajamos hermanados, exponiendo cada cual su criterio.»

A la pregunta sobre si a la hora de la ley de Relaciones Laborales respira, igual el Ministerio de Asuntos Exteriores que el de Trabajo, dijo:

-«Somos hombres distintos, pero no cabe duda que estuvimos todos de acuerdo en que esa ley, que no habíamos elaborado nosotros, que habíamos heredado, fuese adelante. Estuvimos de acuerdo en no retirarla de las Cortes y en que esté en vigor.»

Creo que eso de las dos Españas está ya superado. Yo creo que el pueblo llano lo tiene superado en su mayoría, aunque pequeñas minorías mantienen su revanchismo, su lenguaje de hace cuarenta años. Vamos a superar entre todos el viejo enfrentamiento y vamos a contribuir también a que nuestros hijos se entiendan mejor. Quien predique el enfrentamiento no es útil en estos momentos.

El Gobierno no puede tener temor ante la reforma sindical. El Consejo de Ministros ha aprobado una profunda reforma de la Organización Sindical que se va a ir desarrollando, paso a paso, por los actuales dirigentes sindicales.

Los nuevos líderes, los líderes del futuro, seguirán saliendo de donde siempre han salido: de la fábrica, del taller, del trabajo. Seguirán muchos de los actuales y aparecerán otros nuevos. Lo que hace falta es llevar al sindicalismo un concepto de hermandad, de entendimiento y no de lucha y de enfrentamientos políticos.

El gasto de la Seguridad Social se viene controlando con la intervención de unos consejos en los que participan empresarios y trabajadores elegidos a través de sus sindicatos, y así continuaremos. Pero a partir de este año, además, las cuentas de la Seguridad Social serán enviadas, para su estudio, crítica y, en su caso, aprobación, a las Cortes y al Tribunal de Cuentas. Se seguirá el mismo trámite que para los presupuestos del Estado.

Los gastos de farmacia son, evidentemente, excesivos. Para que el gasto sea justo, pero no indebido, tendremos que colaborar todos. Quien receta, quien vende y el beneficiario.

En ningún censo del mundo se incluyen entre los parados a los emigrantes que, en uso de sus libertades, prefieren trabajar donde más les conviene. Los jóvenes sin trabajo se incluyen en las cifras de parados tan pronto acuden a las oficinas de colocación y no antes.

No han existido presiones de las multinacionales ni del gran capitalismo para conseguir el despido libre. Mucho menos cuando existe paro, cuando estamos en desarrollo y cuando los instrumentos no están aún debidamente perfeccionados para que el trabajador pueda defenderse eficazmente.

El trabajador español sigue siendo igual. Posiblemente dispone de una mayor preparación, conoce mejor sus derechos y no es justo calificarle de súbdito de tercera. Ha sido siempre un gran ciudadano. Con una categoría extraordinaria. Reclama, sí, más libertad para comparecer, para defender, para elegir, para estar. Me he pasado media vida junto al trabajador español, y estos cuarenta años han sido como una gran universidad donde los hombres del trabajo se han formado plenamente. Yo creo en ese pueblo. Me dicen que soy optimista. Soy realista. ¿Que todavía hay injusticias?, vamos a resolverlas. Podremos hacerlo con ese pueblo sencillo, que ahora, en su casa, con sus hijos, acaso esté como diciéndonos: 'Pero, hombre, Solí..., ¿qué nos dices? Ya te conocemos. ¿Otra vez?" Sí, otra vez, y hasta que me muera seguiré predicando lo mismo: la hermandad, el entendimiento, la justicia social y una España mejor para todos. Vamos a dejarnos de rencillas y de recelos y vamos a trabajar todos juntos.»

En otro momento del discurso, el ministro de Trabajo señaló que no se esperaba crisis alguna en el Gobierno, aunque es lógico que siempre unos ministros sucedan a otros.

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