Toque de atención
Luis Ocaña ha vivido agazapado en el pelotón desde el comienzo de la Vuelta. El conquenseno ha sufrido todavía ninguno de sus Clásicos porrazos y tampoco ha tenido que visitar al médico para una de sus habituales bronquitis. Luis Ocaña está en la Vuelta casi en la circunstancia ideal.Para un hombre de su prestigio es necesario en la ronda española hacer acto de presencia. De no estar en los puestos de lucha, la sensación de decadencia no habría quien la borrara. Ayer, en una etapa con leinco puertos, dio su primer golpe de efecto. En el último alto de la carrera, el más importante, se probó. Las fuerzas, en la escalada, le respondieron, aunque no le sirvieron para irse en solitario hacia la meta. Lo de ayer fue un «test». Quizá su verdadera medida la de más adelante. Es probable que renunciara al es fuerzo definitivo para asestar el golpe de gracia en el tramo decisorio de la ronda.
Ocaña dio un toque de atención, y como tal hay que considerarlo. Su positiva actitud en la etapa más dura de cuantas se han disputado le ha dado nuevos bríos a una Vuelta que transcurría mortecina entre «sprints» ganados por extranjeros.
Colocado en el tercer puesto de la general es, a partir de ahora, el enemigo número uno de Agostinho y Kuiper, que no han venido a pasearse. Ocaña necesita el triunfo. O la caída que le deje destrozado en la carretera. Ocaña necesita ser de nuevo el español de Mont de Marsans para que en España nos acordemos que es de Cuenca.
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