Sánchez Puerto, todo un torero
La actuación de Sánchez. Puerto fue prometedora e interesante desde la primera verónica. Dio unos lances impecables, con media superior, y luego, en la brega, supo llevar al novillo con los capotazos justos, midiendo muy bien distancias y terrenos. Con la muleta, al segundo de la tarde, que era noble, le hizo una faena tan eficaz como variada, atemperada siempre a las condiciones de la res. Quizás le sobró encimismo. Sánchez Puerto toreó el domingo a ese novillo ahogándole la embestida, pero ése debe ser defecto heredado de tanta y tanta figura (de tanto figurón, diría más bien) que no sabe torear, porque lo que en realidad hace es robarle pases al toro.Es un defecto fácilmente corregible, mientras que lo difícil del oficio, por ejemplo el reposo -cabeza fría y corazón caliente-, el temple, eso demostró tenerlo de sobra Sánchez Puerto. Dio naturales, derechazos y pases de pecho finísimos y nos deleitó con unos ayudados a una y dos manos que eran más propios de un matador de toros consumado. Concluida la faena en el momento precisó en que el novillo le pidió la muerte, cobró una estocada magnífica, porque hizo muy bien la suerte, bajó la mano del engaño y cruzó con limpieza.
El domingo se celebró novillada en las Ventas, en la que se lidiaron reses de Juan Pablo Jiménez Pasquau, para Fernando Domínquez, Sánchez Puerto y Manuel Pardo, los dos últimos, debutantes
Fernando Domínguez.- Vulgar en sus dos enemigos. Mató al primero de pinchazo y media estocada caída, saliendo siempre perseguido (palmas y saludos). Al cuarto, de estocada corta atravesada y dos descabellos (silencio). Sánchez Puerto.- Tuvo una actuación torerísima, brillante en del segundo y eficaz en el quinto. A aquél lo mató de buena estocada y descabello (oreja). A éste, de estocada atravesada y descabello (ovación y ha de salir a saludar dos veces). Manuel Pardo.- Estuvo voluntarioso, pero no pudo con el genio de sus enemigos. Acabó tanto con el tercero como con el sexto, pinchazo, estocada caída y rueda de peones (silencio en ambos). Los novillos.- Muy bien presentados, con espléndidas cabezas, fueron variados de comportamiento, aunque manejables en general: Quinto y sexto, quizá también tercero, ofrecieron mayores dificultades. Justos de fuerzas los dos primeros. Casi todos mansurronearon en varas. Otros factores.- Hubo casi tres cuartos de entrada. Presidió sin complicaciones don Luis Gómez.
Pero aún más torero se mostró Sánchez Puerto en el quinto, que resultó difícil. Se dobló bien por bajo, mas aquellos muletazos no resolvieron nada. Quedó planteado el eterno problema de la lidia: quién manda en el ruedo. En toreó no hay mando compartido: o manda el toro o manda el torero. La faena fue emocionante precisamentepor esto, porque hubo lucha de poder a poder. El novillo, que tenía trapío, probaba las embestidas metía la cabeza sin fijeza, no se entregaba jamás. Sánchez Puerto le citaba por ambos pitones, en distintos terrenos, no le perdía nunca la cara. Sin precipitaciones, con verdadero aplomo, le fue acorralando hasta que, ya en el centro del ruedo, consiguió un muletazo fundamental, un ayudado en el que se lió a su enemigo a la cintura, allí le quebrantó y allí se le entregó. En ese momento el que mandaba en la plaza era el torero y en ese momento justo vino la estocada, que esta vez quedó atravesada.
Lo de Sánchez Puerto el domingo fue desplegar la teoría del toreo, para asombro de quienes esperábamos ver, a lo sumo algún detalle remotamente prometedor. Cuajará o no cuajará en figura este espada, pero es evidente que el toreo lo lleva. en la cabeza.
Sus compañeros, Fernando Domínguez y Manuel Pardo, estuvieron al nivel de lo que hoy se lleva. No les faltó voluntad, por supuesto. Domínguez se dejó ir el mejor lote, a base de torear despegado y con el pico. Pardo no pudo con el genio y los problemas de sus enemigos, que en conjunto resultaron los más difíciles, lo cual es perfectamente lógico en un novillero que empieza. Las reses de Jiménez Pasquau, que infundían respeto, tenían esa chispa propia del toro, que, presta emoción al espectáculo y mide la valía real de los lidiadores.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.