Carlos Alcaraz, rey del año y puro apetito: “Esto no ha acabado, el torneo sigue...”
El número uno celebra la regularidad en un 2025 que comenzó torcido y acaba con un récord personal de victorias y títulos. “Competir, en eso he mejorado mucho”


Alcanzada ya la madrugada, Carlos Alcaraz accede a la sala de conferencias del Inalpi Arena y el veterano reportero local le corrige: “¡Nooooo! El 23 no… ¡El tuyo es el 1!”. A lo que el tenista, siempre agradecido, siempre predispuesto al buenrollismo, responde abriéndose de brazos: “¡Pero este es el de Jordan…!”. Ha ganado por 6-4 y 6-1 a Lorenzo Musetti, figura en las semifinales de la Copa de Maestros —Alexander Zverev o Auger-Aliassime serán el rival del sábado—, ha cerrado la fase de grupos con un pleno (tres de tres) y ha rematado un año que empezó torcido y va cerrándose ahora de maravilla. Sin embargo, quiere más. ¿Es este el Alcaraz que a estas alturas de otros años estaba ya empachado? De eso nada. Ese estómago tiene hambre.
“Esto no ha acabado, el torneo sigue”, responde el rey del circuito, que sellará por segunda vez el año en el primer escalón de la clasificación de la ATP, el mismo registro que lograron los suecos Björn Borg y Stefan Edberg, y el australiano Lleyton Hewitt. Por esos derroteros se mueve él, el chico al que la temporada se le solía hacer interminable y el mismo que una vez terminado el verano, acostumbraba a levantar el pie del acelerador. Relax, con calma. Trabajo hecho. ¿O no? “Ser tenista significa serlo de enero a noviembre, no solo siete meses”, se afeaba hace no tanto, an precisamente, cuando el calendario se le acababa haciendo eterno e incumplía con su entrenador. “El tenista es tenista 12 meses”, decía Juan Carlos Ferrero. Y 2025 refleja el giro.
A pesar de que el despegue no fue excesivamente halagüeño —caída en la trampa de Novak Djokovic en el Open de Australia, topetazo a la primera en Miami—, la llegada de la primavera le inspiró. Triplete de alegrías: Montecarlo, Roland Garros y Roma. Fue asomarse el sol y empezar a deslizarse sobre la tierra batida, y todo cambió. A partir de ahí, una regularidad sin igual, más títulos —Queen’s, Cincinnati, US Open y Tokio— y una cadencia de victorias que, por primera vez desde su ingreso en la élite, 2021, alcanza las 70. No está nada mal. Son ocho trofeos, más que nunca. Así que sigue superándose, reafirmando la evolución. ¿Ha sido este su mejor ejercicio? Tiene ganas de regresar lo antes posible al hotel. Y no titubea: “Sin duda”.
Mientras otros años se le hacían largos, si por él fuera se quedaría a vivir en este 2025 al que le resta poco más de una semana de competición. En cuanto acabe aquí se irá a la Copa Davis, en la Fiera di Bolonia, en busca de poner el broche final a una temporada “magnífica” que, en realidad, lapsus, empezó a coger buena forma en Holanda y bajo techo. Quién lo hubiera dicho. Experiencia novedosa aquella: “Perdona, se me olvidaba Róterdam…”. Allí, 9 de febrero, ganó el primer laurel para él, cuyo oxigenado capilar —promesa cumplida tras el recital ofrecido en el US Open— desprende destellos reflectantes con el impacto de la luz artificial de la sala, como el pez que se adivina bajo el agua cuando se gira y descubre el lomo plateado. Alcaraz es un tenista de oro, hoy con la estética de un Backstreet Boy.
Riesgos y retoques
“La consistencia es algo que siempre ha estado en mi contra y que he intentado trabajar lo máximo posible”, recuerda. “Los otros años era un lastre para mí, pero en este hemos intentado mejorar y hemos hecho ver que hay esa mejora. A cada torneo que iba hacíamos final o bien ganábamos, y me quedo con eso”, prolonga, a la vez que enfatiza esa capacidad superlativa de “competir” que ha ido incorporando a ese juego de 24 quilates que pone de acuerdo a todo el mundo. ¿Riesgos? Sí, claro que sí. Y bienvenidos sean. El deporte es superación, pero también alimento para la gente. “Hay muchos factores, pero el competir, esté bien o mal, eso es en lo que hemos mejorado mucho”.

Fe de ello da Jannik Sinner, su gran rival, el tipo que lo sufre. Son cinco enfrentamientos de mayo aquí, todos ellos en capítulos finales, y cuatro triunfos para el español, quien solo claudicó en Wimbledon. Se enmendó poco después. “Tengo que hacer más cosas, ser menos previsible. Como él”, decía el italiano tras caer en Flushing Meadows, consciente de que tiene la obligación de hacer retoques técnicos, tácticos y probablemente también físicos —sigue sensiblemente por detrás en ese plano— para sacudir una rivalidad que el domingo podría reencontrarse. Para ello, uno y otro deberán resolver antes los respectivos bailes: uno con Alex de Miñaur, el otro con Zverev o Aliassime.
“He estado tranquilo la mayor parte del tiempo y he lidiado con las complicaciones”, sentencia Alcaraz después de haber batido a Musetti y de haberse convertido en el único jugador en activo, junto con Djokovic, que ha terminado dos veces el año en la cima. Parecía imposible en abril, pero ya no tanto en septiembre. Se trataba de seguir, seguir y seguir. De eso va esto, de eso va la vida. El sábado, a las 20.30 (Movistar+), vuelta a la carga, pero antes recogerá el anhelado trofeo del número uno. “Una parte de los objetivos de la temporada está conseguida; ahora iremos a por la siguiente”, se despide el murciano, a la vez que agradece la felicitación foránea en el paseillo hacia la salida: “Grazie!”.
GRANOLLERS NO PASA EL CORTE
Al igual que hace un año, Marcel Granollers y su compañero Horacio Zeballos no lograron franquear la barrera de la fase de grupos. Se la jugaban a cara o cruz este jueves ante Julian Cash y Lloyd Glasspool, pero no tuvieron fortuna. Sólidos al saque y a la hora de convertir las opciones de quiebre, uno por cada parcial, los británicos les vencieron por 6-3 y 7-5 (tras1h 16m) y, en consecuencia, les apearon.
Cash y Glasspool se enfrentarán a sus compatriotas Joe Salisbury y Neil Skupski por una plaza en la final. Mientras tanto, el dúo formado por el español y el argentino cierran un año magnífico, con dos grandes en el bolsillo (Roland Garros y el US Open) y una presencia prácticamente constante en las alturas. Solo las lesiones sufridas por el español —se perdió el Open de Australia y un tobillo le mermó en Nueva York— truncaron la dinámica.
Por otra parte, este viernes se resolverá el otro grupo y también la última plaza individual. El partido entre Jannik Sinner y Ben Shelton (14.00, Movistar+) resultará intranscendente, dada la confirmación del primer puesto de uno y la eliminación del otro. Sin embargo, el turno nocturno (20.30) decidirá: el alemán Alexander Zverev o el canadiense Felix Auger-Aliassime completarán el cartel.
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