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El camaleónico Alcaraz no tiene techo: Róterdam, primer título a cubierto

El murciano destraba un igualado pulso con De Miñaur (6-4, 3-6 y 6-2) y logra a sus 21 años su decimoséptimo trofeo. Ya ha triunfado en tierra, hierba, dura e ‘indoor’

Carlos Alcaraz se dispone a servir durante la final contra De Miñaur en Róterdam.
Carlos Alcaraz se dispone a servir durante la final contra De Miñaur en Róterdam.Piroschka Van De Wouw (REUTERS)
Alejandro Ciriza
ATP Rotterdam - final -
Carlos Alcaraz
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Álex de Miñaur
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Ha adquirido Carlos Alcaraz la buena y sana costumbre de, una vez alcanzada la final, ganarla. Rara vez perdona. Sucede de nuevo en Róterdam, donde el murciano derrota a Alex de Miñaur por 6-4, 3-6 y 6-2, rompe un techo metafórico —primer título a cubierto— y logra aquello que se les negó en su momento a Juan Carlos Ferrero y Rafael Nadal, finalistas frustrados en 2004 y 2009, respectivamente. Muy exigido en el punto de partida del martes y también en este último fascículo de la semana en Holanda, el español rinde al final a un rival que no consigue engancharse al grupo de los más fuertes —nunca ha sido capaz el australiano de batir a un top-10 en un duelo decisivo— y festeja el decimoséptimo título de su carrera, primero de esta temporada. Lo saborea con gusto, le saca chispas. Tenía ganas de expresarlo: sí, también puede brillar en indoor.

Tiene en realidad Alcaraz sobrados atributos para hacerlo. Es veloz como pocos, posee agilidad y reflejos, sus maniobras son muy reactivas y no le falta intuición; del repertorio de disparos se tiene noticias desde que era un niño. Se le resistía hasta ahora el premio en un hábitat complejo y vertiginoso, de alguna manera, contra natura del tenista español, ávido siempre de arena y sol, pero por fin canta victoria y continúa desbloqueando todas las casillas, derribando muros de manera natural. Tarde o temprano, tenía que ocurrir. A sus 21 años, el murciano ya sabe lo que es ganar en tierra, hierba y dura, a la intemperie o a cubierto, torneos de todas las categorías. Se trata este de su sexto ATP 500 —el tercer escalón, por detrás de los cuatro grandes y los nueve miles— y acontece en la portuaria Róterdam, por donde nunca había desfilado hasta ahora.

Una vez finiquitados los contratos con Sudamérica, él y su equipo optaron por descartar la gira sobre arcilla y apostar por un mes de febrero sobre cemento; una elección hasta cierto punto lógica, teniendo en cuenta que el próximo mes se desembarca en Estados Unidos —escalas obligadas en Indian Wells y Miami— y los cambios de superficie siempre producen un desgaste extra. El marco elegido fue Róterdam, donde hace un año triunfó Jannik Sinner y que, ausente el número uno esta edición, encuentra en el español un brillante sucesor en el palmarés, grabado con nombres tan ilustres como los de Björn Borg, Jimmy Connors, Guillermo Vilas, Boris Becker o Roger Federer. Se incorpora ahora a la saga Alcaraz, que hasta hoy solo ha cedido cinco finales y que vuelve a festejar otra vez.

El último éxito correspondía al obtenido en Pekín, en octubre, y llega oportunamente este de Róterdam para venir a decir que está ahí, que tiene la voluntad de contestar al órdago permanente de Sinner y que no piensa quedarse de brazos cruzados, observando el desfile militar del italiano. Mueve ficha él y lo celebra, no sin antes una buena dosis de sufrimiento. Aunque De Miñaur acostumbre a competir con balas de fogueo, suele traducirse en un dolor de muelas. Es un competidor pegajoso como un chicle. No termina nunca de dar el último estirón, pero rara vez se deja ir o vuelve la cara. Quizá le falte el punto narciso que envuelve a los grandes campeones, refugiado como va siempre bajo esa gorra, como si no quisiera llamar la atención ni meter ruido. Hoy es el sexto mejor del mundo, pero sigue sin dar el golpe sobre la mesa.

Alcaraz posa con el trofeo junto a la mascota del torneo.
Alcaraz posa con el trofeo junto a la mascota del torneo.Piroschka Van De Wouw (REUTERS)

Aun así, su réplica en forma de lapa es suficiente para dilatar y comprometer el desenlace del torneo holandés, resuelto con más oficio que brillos por el campeón; más imprecisiones (34 y 32) que tiros ganadores (19 y 14) por una y otra parte. Si durante estos días Alcaraz regó sus partidos con varios puntos extraordinarios, en esta ocasión resuelve en gran medida gracias a su cabeza fría. Al contestatario australiano (26 años) no lo reduce hasta el tramo final, después de 1h 53m y una franja de sudores fríos en los que el más ligero resbalón podía haberle costado el partido. Es una prueba atlética y mental. No llegó fino a Róterdam, sino constipado, pero a las zancadas y la elasticidad del oceánico responde con el poso propio de quien acostumbra a desenvolverse entre situaciones delicadas. Pese a su juventud, la precocidad obliga al murciano a ejercer por encima de su edad.

Compensa los errores frecuentes del segundo parcial a base de consistencia en el definitivo —rotura para 4-2— y atrapa finalmente el trofeo que tanto ansiaba. Con 17 ya en la estantería de El Palmar, figura en el historial por encima de su preparador, Ferrero, y a la misma altura que Àlex Corretja. Ningún español había triunfado en este territorio. Se confirma Alcaraz como un tenista total y camaleónico, capaz de descifrar rápidamente los distintos enclaves de la raqueta a pesar de su corto recorrido en la élite. Asomó en 2020, insinuó al año siguiente, explotó en 2022 y, tres años más tarde, con tan solo 21 primaveras y nueve meses, ya evoluciona en términos históricos al ritmo de los tótems. Así lo dice este último hito. Ni Federer (21 y diez), ni Rafael Nadal (22) ni Novak Djokovic (24 y un mes) fueron tan rápidos como él en la conquista de los cuatro marcos: tierra, hierba, rápida e indoor.

Al parecer, hoy no hay techo ni límite que lo frene.

“SABÍA QUE TENÍA EL NIVEL”

A. C.

En un principio, Sinner iba a competir en Róterdam, pero finalmente decidió no hacerlo después de haber conquistado el Open de Australia. “No le he echado de menos…”, bromeaba Alcaraz, el sexto tenista en activo con más títulos tras Djokovic (99), Alexander Zverev (23), Marin Cilic (21), Daniil Medvedev (20) y el propio Sinner (19).

El número tres ha estado tutelado estos días por Samuel López, en lugar de Ferrero. “Y ha sido una muy buena semana juntos. Hemos trabajado muy bien. Llegué aquí sin sentirme al cien por cien por el enfriamiento, pero cada día he ido sintiéndome mejor”, afirmó el ganador, que calificó el éxito de “especial”.

Al fin y al cabo, después de varias experiencias fallidas a cubierto y algunos sinsabores como los de Bercy, el español ha terminado encontrando la recompensa. “He demostrado que puedo jugar bien en este tipo de pistas”, señaló; “sabía que tenía el nivel para jugar bien en estas condiciones. Mi mejor nivel también llegará en esta superficie”.

Alcaraz destacó su consistencia mental a lo largo de la semana, en la que Botic vande Zandschulp, Hubert Hurkacz y De Miñaur le arrebataron sendos sets y pudieron derribarle. En cualquier caso, supo manejar las curvas. “A veces tengo dudas, pero quería centrarme en tirar hacia adelante”, indicó; “ha habido nervios y varias situaciones incómodas, pero he mantenido la calma”.

Con 17 trofeos en el expediente, Alcaraz tiene ahora otro objetivo entre ceja y ceja: alcanzar los 20 de Carlos Moyà. Intentará limar diferencias en la próxima cita, Doha, del 17 al 23 de este mes. Allí coincidirá con Sinner y quizá con Djokovic.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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