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Coco Gauff, récord de dobles faltas este curso, recurre al técnico que rediseñó el saque de Sabalenka

La número tres del mundo, campeona del torneo en 2023, da un golpe de timón para estrenarse con una victoria ante Tomljanovic en Nueva York

Gauff sirve durante el partido contra Tomljanovic.
Alejandro Ciriza

Ya ha oscurecido en Flushing Meadows y en la pista central, el público contiene la respiración: Coco Gauff, su chica, campeona hace dos años, sirve para cerrar el duelo contra Ajla Tomljanovic y los asistentes temen que se repita el episodio: ella y las dobles faltas. Hasta ese instante, 6-5 y 30-30 a su favor, la estadounidense ha cometido ya 10 —dos de ellas con 5-4— y un resbalón más podría ser determinante. Silencio, sudores fríos, vértigos. Los fantasmas bailan alrededor de la norteamericana. Sin embargo, al final aguanta el tipo y expulsa una profunda bocanada de alivio, acompañada de un grito que rubrica la sufrida victoria lograda contra la australiana, tras 2h 57m: 6-4, 6-7(2) y 7-5.

“Ha sido realmente duro”, concede la ganadora, tercera del mundo y con dos grandes en su expediente. En junio conquistó el segundo de ellos, Roland Garros, pero a partir del verano su servicio, de por sí deficiente, comenzó a hacer aguas. Sin ir más lejos, en Montreal firmó el récord negativo de la temporada con las 23 que cometió ante su compatriota Danielle Collins, aunque, paradójicamente, aquella tarde venció. Sin embargo, la luz roja se activó y la joven de Florida reaccionó con vistas al US Open, consciente de que en caso de mantener la misma dinámica, sus opciones de triunfar otra vez en casa serían escasas si no nulas.

Gauff promedia casi siete dobles faltas por partido en este curso y lidera el apartado con 330 en 48 encuentros. Una sangría que el ejercicio anterior ascendió a 430 en 71. Así que optó por el golpe de timón, un volantazo inmediato. “No quería seguir perdiendo el tiempo, simplemente sentí que era la mejor decisión. Estoy mirando a largo plazo. A ver qué pasa”. Había prescindido de su último preparador, Matt Daly, y contratado al especialista en biomecánica Gavin MacMillan, el mismo al que recurrió en su día la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, para pulir la maniobra y acabar con la tortura de los segundos saques.

Sabalenka ejecuta un servicio, el domingo durante el partido contra Masarova.

Reputados especialistas y profesionales del tenis advierten deficiencias estructurales en la ejecución de Gauff, e incluso algunas como Lindsay Daveport, ganadora de tres grandes, perciben un retroceso que responde directamente el miedo. En unas declaraciones recogidas por Tennis Channel, la exnúmero uno (1998) explicaba: “Ha habido años en los que hacía primeros muy agresivos, pero este ha dado un paso atrás; quizá porque quiere evitar los segundos. Cuando empieza a fallar está insegura y empieza a retraerse. Si es capaz de cometer tan solo dos, tres o cuatro, como las grandes jugadoras, tendrá mucha más confianza en los otros aspectos de su juego”.

Aprender un idioma

En contraste con los analistas, la tenista asocia más la rémora a lo mental y a la competición que a lo estrictamente técnico, y la compara con la de la gimnasta Simone Biles y sus twisties —desconexiones entre cuerpo y mente que generan bloqueos—. “En los entrenamientos puedo meter 40 seguidos, pero en los partidos no meto uno”, lamentaba hace cuatro años, cuando las dobles faltas ya se habían convertido en una constante de su juego. De entonces aquí, la tara persiste y ahora todos los ojos apuntan hacia ella, quien a pesar de todos los problemas ha conseguido sacar adelante compromisos que se le habían complicado sobremanera.

Gauff, en otro instante del partido.

“Honestamente, esto es mentalmente agotador, pero estoy intentándolo”, expone tras reducir con suspense a Tomljanovic. “Hoy [por este martes] no ha sido el mejor día, pero con 30 iguales [en el último juego], el saque ha funcionado. He mejorado con respecto a la semana pasada en Cincinnati. Solo intento mejorar con cada partido”, prorroga, sabiendo que el próximo día se encontrará con la croata Donna Vekic, freno de Jessica Bouzas (3-6, 7-5 y 6-3). A buen seguro, los aficionados de la Arthur Ashe volverán a contener la respiración cuando su jugadora suspenda la bola en el aire.

Gauff se encomienda al efecto de la ciencia, consciente del riesgo que conlleva la decisión. El cambio de palanca a las puertas de un Grand Slam. Pagará peaje. “No es lo mejor, hubiera preferido que fuera antes de un torneo menor, pero los hechos le respaldan”, razona, al tiempo que desliza que la semana anterior terminó con dolor de hombro por la insistencia en los ensayos. “Pase lo que pase, debo mantener el movimiento porque a largo plazo será positivo. Aunque falle y no sirva demasiado rápido. Es como aprender un idioma nuevo. No es una cuestión mental, sino biomecánica. Tiene sentido lo que estoy haciendo”, remata la norteamericana. Ante los suyos, bajo la lupa.

LA EVOLUCIÓN DE SABALENKA: DE 8 A 2

A. C. | Nueva York

En 2022, cuando todavía no había conseguido conquistar ningún grande, el promedio de Sabalenka ascendía a 7,7 dobles faltas por partido —428 en 55, hasta 23 durante un pulso en San José— y el servicio le llevaba por el camino de la amargura. Sin embargo, el refuerzo de MacMillan resultó trascendental. 

La bielorrusa fue limpiando la maniobra y al año siguiente redujo el promedio a 4. El curso pasado aún mejoró más (2,9) y en este continúa afinándose (1,9). La progresión en el servicio coincidió con su despegue definitivo en los grandes escenarios. Tras confiar en MacMillan, la de Minsk ha alzado tres majors.

“Lo hemos intentado todo para mejorar, pero nada funcionó”, lamentaba hace tres años Sabalenka, de 27 años. “Pensé que tal vez era una señal para dejarlo y dedicarme a otra cosa, pero terminó siendo un punto de inflexión para mí”. “Teníamos que descubrir el problema y la biomecánica me ayudó. Pero ante todo, era una cuestión mental”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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