Badosa y Sabalenka: la demostración empírica de que tu rival puede ser también tu amiga íntima
La española y la número uno, citadas en las semifinales de Melbourne, comparten afecto en un deporte que ha ido suavizando las tensiones entre los profesionales
Deslizaba en su día la mediática Maria Sharapova, ganadora de cinco grandes y número uno en 2005, que ella, particularmente, no terminaba de ver del todo eso de hacer buenas migas con las rivales del circuito. “Me resulta difícil cenar con alguien una noche y tener que jugar contra él dos días después, porque al fin y al cabo es un deporte individual y todos somos muy competitivos. Lo típico en el deporte es que intentemos ganarnos unos a otros…”, señalaba con ironía la rusa, siguiendo la línea tradicional del viejo paradigma de una disciplina muy igualada en la que cuenta hasta el último detalle; todo, hasta cualquier nimiedad o cualquier matiz de comportamiento, puede suponer una pista para él o la de enfrente. No parece importar demasiado esto a Paula Badosa y Aryna Sabalenka, que este jueves (9.30, Eurosport y Max) se encontrarán en las semifinales de Australia.
“Lo manejamos con bastante normalidad, con tranquilidad. Muchas veces nos escribimos mensajes antes de los partidos. Sabemos separar muy bien las cosas. Nos admiramos y nos respetamos. Va a ser una batalla dentro de la pista, por supuesto, pero fuera de ella, nuestra relación es muy buena”, apunta la española, que conoció a la bielorrusa hace tres años en Los Ángeles. A partir de ahí, surgió la amistad y ambas han competido en más de una ocasión como pareja de dobles, además de compartir bailoteos en las redes sociales y buenos ratos por todo el mundo y en Dubái, donde residen. “Somos amigas, pero dentro de la pista somos competidoras y no hay lugar para la amistad”, matiza la de Minsk, campeona de las dos últimas ediciones del torneo y superior en el global de los siete cruces que han disputado hasta ahora; 5-2 a su favor, los cinco triunfos de manera consecutiva.
El buen rollo entre ellas escapa de la vieja tendencia y expresa que en los nuevos tiempos los jugadores tienden a acercarse, más allá de las distancias lógicas que marca el entorno competitivo. Continúa habiendo roces y desencuentros, pero al cambio de juego va acompañándole también un nuevo modelo relacional, en el que los jugadores y las jugadoras no se ven tanto como enemigos, sino que se aproximan más al término empleado por la propia Sabalenka: competidores. Lógicamente, el estrato suele definir la mayor o menor estrechez entre unos y otras, pero la generación Z tiende a acercarse. Para muestra, el nexo entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, marcado por el buen tono y los elogios; distinto, sin ir más lejos, al que ha existido entre Nadal y Djokovic o el serbio y Federer, por ejemplo.
“Al principio no me aceptaron. Entendí el mensaje: somos rivales, nada más”, explicaba recientemente el de Belgrado en una entrevista concedida a la revista GQ. “Son todas muy simpáticas, pero esto es lo que tiene la competición. El tenis es muy competitivo y al final, es así; es un sacrifico que hay que hacer con tanta actividad, semana a semana. Realmente, no tengo amigas en el circuito, es difícil hacerlas”, exponía en su día Garbiñe Muguruza, que encontró gelidez y contrapuso la misma receta en pleno desafío a Serena Williams. “He sabido muy bien apartar la fascinación a la hora de competir contra ella”, describía en una carta publicada por EL PAÍS cuando se despidió la norteamericana, hace tres años. Para la china Qinwen Zheng, la actual número cinco del mundo, la amistad con las compañeras es sencillamente inconcebible.
Equipos e islotes
“Decidí no hacer amigas por aquí”, concedía en diciembre, en el marco de la Copa de Maestras. “Estoy aquí para competir, para ganar, así que prefiero mantener la distancia. Siento que si me hago amiga de alguien y luego tengo que jugar contra ella no podré concentrarme y luchar al cien por cien. Cuando tuviera que gritar ‘¡vamos!’, no sería capaz de hacerlo porque me sentiría un poco rara. Hay muchas personas fuera del tenis. A veces les felicito [a las rivales] por su gran temporada, pero no hablo con ellas. No busco hacerlo”, esgrimía la tenista asiática, alejada del discurso conciliador de jugadoras como Coco Gauff u Ons Jabeur. “A mí no me resulta difícil. Creo que la mayoría de las chicas, diría que el 99%, nos esforzamos para estar bien dentro y fuera de la pista, porque al final, vamos a ser compañeras de trabajo durante 10 o 15 años”, razona la estadounidense.
Martina Navratilova y Chris Evert se enfrentaron 80 veces (43-37 para la primera) y simbolizan una de las rivales más enconadas de la historia. Entre ellas hubo fricción máxima en lo deportivo, más allá de que la segunda descartara competir juntas en dobles para evitar dar pistas innecesarias, pero al margen de las canchas han compartido mensaje y apoyo recíproco. En contraposición, son de sobra conocidas las chispas que saltaban en el circuito masculino en los ochenta. Sin embargo, uno de los iconos de esa época, Mats Wilander, considera que hoy día los profesionales son islotes por el tipo de estructura que se articula a tu alrededor. “Cuando estás ahí arriba te aíslas, aunque mis rivales acabaron convirtiéndose en mis amigos”, contaba a Behind the racquet; “pero hoy día, todos los jugadores están aislados en sus equipos”.
Para el griego Stefanos Tsitsipas, no es del todo fácil entablar amistades en el ámbito profesional: “Me encantaría tener amigos en el circuito, pero no me identifico con muchos de ellos por mi visión de la vida”. A cambio, la raqueta le ha aportado amor. Su pareja sentimental, Badosa, tiende en cambio a empatizar con numerosas jugadoras, aunque ninguna como Sabalenka. “Es la mejor”, dice la española, de 27 años. “Y ella es mi favorita”, le corresponde la número uno, de 26. “Pienso que lo que están haciendo ella y Swiatek [en el trono durante 125 semanas, hasta que fue desbancada por la bielorrusa en septiembre, coincidiendo con la consecución de su tercer major] tiene mucho valor y ayuda a nuestro deporte. Los aficionados necesitan referencias”, contesta la española a este periódico.
Este jueves, Badosa afronta un reto superlativo, teniendo en cuenta que Sabalenka encadena 19 victorias seguidas en Melbourne, donde no pierde desde los octavos de 2022. “Aryna está demostrando por qué es la número uno. Está siendo muy consistente, muy agresiva, muy intensa. Siempre es muy difícil enfrentarse a ella. Lo hice el año pasado, pero creo que no estaba tan en forma como estoy ahora. Tengo muchas ganas de que llegue el partido”, dice la catalana, correspondida por la jefa de la WTA, sufridora en la ronda anterior: “Paula es una gran jugadora y ha pasado por muchas cosas. Ha recuperado su mejor juego y eso me alegra. He visto sus partidos y está haciéndolo muy bien, pero yo debo centrarme en mí misma. Debo ser agresiva y presionarle mucho. Definitivamente, estoy ansiosa por jugar”.
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