Muguruza, al asalto del imperio de Serena
Garbiñe, figura emergente del circuito, disputa su segunda final de un Grand Slam en menos de un año ante la estadounidense, aspirante a igualar la histórica cifra (22) de 'majors' de la alemana Steffi Graf
Embutida en un chándal completamente negro, a Serena Williams se le vio ayer ligeramente mosqueada, algo inusual. La número uno, universo de paz y amor, regala a un lado y otro sonrisas, buen rollo siempre, pero ayer su comparecencia deparó un instante de tensión. Poco antes de que ella saliera al estrado, la exjugadora Marion Bartoli, ahora en televisión, comentó delante de las cámaras que la número uno tenía problemas físicos y había tenido que pasar por la consulta médica después de batir a Kiki Bertens (7-6 y 6-4, en 1h 38m) y acceder a su 27ª final de un Grand Slam. “Sí, escuché lo que dijo”, indicó la estadounidense, a la que la filtración de la francesa no le hizo ni pizca de gracia; “no sé, tendré que preguntarle por ello”.
Dominadora de la escena, la mediática y la deportiva, porque a excepción de la australiana Margaret Court (24) y Steffi Graf (22), ninguna jugadora posee un palmarés más esplendoroso, Serena (21) es consciente de que el componente emocional es básico en el tenis, y más en la antesala de una final. “Es cierto que vi al médico y es cierto que hay un asunto. Es lo que es, pero no diré más”, zanjó la reina del circuito. Si ella sufre un problema en los adductores, nadie debía saberlo. No al menos Garbiñe Muguruza (6-2 y 6-4 a Samantha Stosur, en 1h 16m), la fuerza emergente que empuja y comienza a pegar fuerte a la puerta, reivindicando poco a poco la poltrona. Su rival esta tarde (15.00, Eurosport) por el título de Roland Garros.
“¿Qué está lesionada? No tenía ni idea, la verdad. Ni la he visto jugar”, exponía la hispano-venezolana, que a sus 22 añitos disputará su segunda final de un major, otra vez contra Serena, otra vez contra el imperio. Sin embargo, desde que le retase el año pasado sobre el verde de Wimbledon hasta ahora, su vida ha virado por completo. “Soy una Garbiñe nueva”, explicaba, a través de un discurso que de entonces a hoy también ha mutado. Si en julio del año pasado, antes de competir contra ella en Londres, se percibía sobre todo admiración y reconocimiento, hoy día sus palabras desprenden un mensaje bien distinto. El respeto sigue ahí, pero la voluntad férrea de un cambio de estatus se superpone ahora entre líneas.
Williams, casi cinco horas en tres días
“Me gustaría ganar un Grand Slam contra Serena”, admitió Muguruza, que con el triunfo frente a Stosur se garantizó la ascensión al número tres del ranking y que, en el caso de vencer hoy también, subiría al segundo cajón del podio femenino. “Todas queremos ganar torneos de Grand Slam y no importa contra quién sea, aunque es cierto que ganarle a Serena produce más placer. Es como cuando en los chicos alguien le gana a un histórico como Federer”, comparó la de Caracas, que intentó obviar el percance físico de Serena, o el hecho de que esta llegue a la final con menos descanso —jugó tres días consecutivos, como consecuencia de la lluvia— y después de invertir en ese maratón casi una hora más de carga (4h 49m, por las 3h 57m de ella).
Se prevé un partido de poder a poder, entre dos pegadoras dominantes. Ahora bien, la capacidad defensiva de Serena es superior y así lo demostró ante Yulia Putintseva, dos días atrás, cuando estuvo con el agua al cuello. Muguruza, todavía con lagunas en algunos aspectos del juego, sabe que sus opciones pasan por su ofensiva y el control mental. “He aprendido a controlar mis emociones”, expuso; “no debo pensar en lo que hace ella, sino en lo que yo debo hacer. No debo estar pendiente de cosas que yo no puedo controlar. Si ella o su técnico quieren decir que está en sus manos… No creo que eso sea cierto del todo. Creo que puedo darle muchísima guerra”, agregó.
Pretendía Garbiñe disociar lo que pasó en Wimbledon de lo que pueda acontecer hoy en París. “Suelo recordar el partido de Londres, pero seguro que ella tampoco olvida cuando le gané aquí, en 2014”, recordó Muguruza, la primera española que disputará una final desde hace 16 años (derrota de Conchita Martínez contra la francesa Mary Pierce, en 2000), candidata a reeditar el último triunfo de una tenista nacional en París, firmado por Arantxa Sánchez Vicario en 1998. “Aprendí mucho, una tonelada. Fue una increíble lección para mí. Me propulsó hacia muchas, muchas, muchas victorias después de eso”, concluyó Serena.
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