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Badosa topa con la arrolladora ley de Sabalenka

La española cae por 6-4 y 6-2 ante la desbordante número uno, que aspira a encadenar su tercer título en Melbourne contra Keys, verduga de Swiatek

Badosa y Sabalenka se saludan al término del partido, este jueves en la Rod Laver Arena de Melbourne.Foto: Kim Kyung-Hoon (REUTERS) | Vídeo: EPV (REUTERS)
Alejandro Ciriza
Open de Australia Femenino - semifinal -
Aryna Sabalenka
66
Paula Badosa
42

Clava Aryna Sabalenka ese último estacazo seco y divisa un reto mayor para el sábado: desde que lo consiguiera la suiza Martina Hingis entre 1997 y 1999, ninguna tenista ha logrado encadenar tres títulos en el Open de Australia. Pero no habrá finalísima contra Iga Swiatek, sorpresón en el desempate de medianoche; lo impide la estadounidense Madison Keys (5-7, 6-1 y 7-6(8). Y lo acepta y lamenta tras el primer turno Paula Badosa, que no encuentra consuelo en el apretón de la finalista en la red, pero que, probablemente, cuando contemple en perspectiva y se quite el mal gusto del episodio, con el paso de las horas y los días, saboreará de verdad lo conseguido en Melbourne. Una invitación a seguir. Superarse, que no es poco. Ha encontrado el límite la española en sus primeras semifinales en un grande al toparse con el tenis ardiente de la bicampeona, pegadora incontestable, simplemente atronadora. Sabalenka en estado puro: 6-4 y 6-2, en 1h 26m. Sin embargo, el trazado austral describe un suma y sigue en la dirección correcta.

La amistad entre ambas envuelve el preámbulo del pulso, pero a la hora de la verdad, durante ese paseíllo interminable hacia la pista en el que se empiezan a ganar o perder los partidos, ni un solo intercambio de miradas. Esto es la élite, esto es Australia, esto es una semifinal. Y la mente, ese universo lleno de trampas y malas pasadas, decide tanto o más que la raqueta. Tenis y psicología, dos planetas necesariamente alineados. Se conocen las dos más que de sobra y no hay giro alguno de guion, nada extraño, ambas de frente: un abordaje absoluto y una réplica cerebral. Cabeza, cabeza y más cabeza, le pide su técnico a Badosa, que entra con buen pie y templada, haciendo exactamente lo que dice el manual. Bolas y más bolas dentro, al centro; ritmo pero no demasiado, para que sea su amiga —perdón, Sabalenka— la que sienta que ahí enfrente hay hormigón armado y tenga la tentación de darle pronto al tarro.

Todo va bien, si no fenomenal, pero los duelos con Sabalenka suelen ser como un mareante viaje en el Dragón Khan, adrenalina pura, y cuando de repente estás aquí, al parpadear ya estás allá, del revés. Si encuentra el punto la bielorrusa, es imparable. Así que lo que ha empezado así de bien, break arriba y tres opciones (0-40) para abrir más trecho, deriva rápidamente en lo contrario porque la número uno ajusta la mirilla y sus trallazos han comenzado a picar y hacer daño, a encontrar el destino deseado. ¡Zasca! ¡Zasca! ¡Zasca! Un espectáculo la tormenta eléctrica, un infierno para quien la sufre. Es un arsenal sin igual. Aun así, la española mantiene el tipo y el color, consciente de que el más ligero desenfoque significaría un inmediato salto al vacío. Respira Badosa: calma, Paula, calma. Que sí, que esto un castigo, pero lo de competir con Aryna es así: entrada a la jungla sí o sí.

Con ella no hay escapatoria que valga, solo cabe ir de frente y tratar de hacerle perder el paso. A ver si se trastabilla o se nubla en algún instante. Y en ello está la catalana, poco importa que ese posible 3-0 se haya transformado en una serie de cuatro juegos encajados, de repente 2-4. A seguir, no queda otra. Remar y remar, brazada a brazada, a la espera de que llegue el momento. Sigue fría, metida en harina, sin descentrarse. Pero no se abre la puerta ni a tiros. La de Minsk carga y carga, y a base de acelerar y de ese sinfín de atropellos intencionados, cierra el primer set con 14 tiros ganadores y sin brindar más opción que el espejismo del arranque. Violenta orfebrería. Para entonces ya ha oscurecido en Melbourne, otoño este jueves, y se ha cerrado la cubierta retráctil de la central porque las nubes que avisaban desde la mañana ya gotean. Difícil, muy difícil, pero hay que creérselo, Paula.

La siguiente dimensión

El problema es que se produce un patinazo. La española cae en un desplazamiento lateral y enseña enseguida el pulgar, todo ok, sigamos; no quieren, pero inevitablemente sonríe la una a la otra. Y al levantarse, he aquí el resbalón, Badosa cede de entrada el servicio y la rampa del segundo set se inclina sobremanera. El Himalaya entero por delante. Corriente en contra frente a esta Sabalenka, o el más desagradable de los escenarios. La número uno (26 años) aprieta como la anaconda y acompaña cada zarpazo que lanza de esos gritos rasgados que expresan la voluntad de romper la pelota, de seguir ahí arriba en la cima, dominando más si cabe. Un gancho tras otro, derechas y reveses poderosísimos. Oda a la demolición. La descarga es bestial. En total son 32 golpes ganadores frente a 11. ¿Qué hacer? Seguir, seguir o seguir, porque lo otra opción sería rendirse, y va a ser que no. Pero no hay quien frene a la tigresa.

Badosa se lamenta durante el partido.
Badosa se lamenta durante el partido.JOEL CARRETT (EFE)

A estas alturas y bajo esa dinámica arrolladora, en realidad no hay mucha táctica que valga. Paciencia, repeler y si no cambia mucho la historia, padecer. Así de crudo. Por eso está ahí arriba Sabalenka. Continúa el chaparrón y no queda otra que la resignación. No cabe reproche para Badosa, salvo el de esa oportunidad del principio que tal vez hubiera planteado otro transcurso, quién sabe. Sin embargo, ha volado ese jugoso 0-40 y a partir de ahí se ha activado la locomotora, imparable esa máquina que evoluciona día tras día y madura hacia un espectro importante. Tercera final consecutiva para ella en Australia, 20 victorias sucesivas. Y en crecimiento, va la española por el buen camino, situada ya entre las diez más fuertes. Sabe exactamente dónde queda el listón de la siguiente dimensión: altísimo. Sabalenka y Swiatek, palabras mayores. Ellas y las demás.

Y ahí que seguirá Badosa intentándolo, eso seguro.

“HA JUGADO COMO EN LA ‘PLAY STATION”

A. C. | Melbourne

“Si juega así, podemos ir dándole el trofeo…”, resume Badosa en la sala de conferencias, por donde asoma con hablar y semblante pesaroso, aunque dice llevarse un magnífico botín de aquí. “¿Nota? Me pongo un nueve, porque para el 10 ya sabéis lo que quería”, precisa, a la vez que señala que todo lo que tocaba la rival “se convertía en oro”.

Es la ley de Sabalenka. “Ha jugado como una número uno, le salía todo: direcciones, líneas, agresividad. Le salía todo... Esperaba un nivel bueno, pero quizá no tanto. Ha sido uno de los mejores partidos de su vida. A veces, cuando compites contra ella sientes que está jugando a la videoconsola, a la Play Station. Por momentos era como: ¿qué está pasando? No tienes tiempo para pensar”, describe.

Una vez sellado el torneo, Badosa avala el recorrido de fondo, la ascensión del último año. “Creo que, a partir de junio, estoy en el top-5 de las que más han ganado hasta ahora. Y ahí es donde quiero estar, top-10, top-5, jugando estas rondas; muchas veces contra Aryna en las semifinales, con Iga, con estas jugadoras. Es lo que me hace feliz y lo que me motiva cada día”, apunta.

Contra pronóstico, Sabalenka se medirá el sábado (9.30, Eurosport y Max) con Keys. La estadounidense, de 29 años y 19ª del mundo, remontó a la dos, Swiatek; disputará su segunda final de un major tras la que perdió ante Sloane Stephens en el US Open de 2017. La polaca terminó viniéndose abajo tras haber dispuesto de un punto de partido, con 6-5 a su favor. 

Los precedentes entre las finalistas señalan la superioridad de la europea: cuatro victorias a una, tres seguidas hasta hoy.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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