Algo más que un título para Roberto Bautista

A sus 36 años, Roberto Bautista lo festeja como si fuera el primer día. Entre otras cosas, porque él sabe muy bien lo que le ha costado llegar hasta aquí y en qué circunstancia se hallaba hace poco más de un año, cuando se fracturó el peroné mientras disfrutaba de sus caballos, entró en una espiral de dolor y de dificultades y se cayó del top-100. “Esta es una victoria muy especial. Hace un año me rompí el pie y he tenido que pelear mucho y jugar muchas qualys [procesos clasificatorios] durante estos meses; aun así, siempre he ido a entrenar con una sonrisa”, afirma después de coronarse en Amberes (7-5 y 6-1 a Jiri Lehecka en la final) y de lograr así el duodécimo título de su carrera, con el que iguala el registro de Tommy Robredo y Albert Costa, a la caza ahora de Nicolás Almagro (13) en el listado de españoles más laureados.

No es Bautista de aquellos que se inclinan con facilidad, de modo que en el instante en el que sufrió el accidente empezó a enfocar el camino de regreso sin que faltasen voces escépticas que anticipasen el inicio de un declive que se ha confirmado fallido. Tal vez hubiera sido lo lógico, teniendo en cuenta la complejidad de la lesión y la edad, el hecho de que a su barriga no le haya faltado buen alimento —campeón de la Copa Davis en 2019, una significativa cifra de trofeos y las semifinales firmadas en Wimbledon hace cinco años— y de que hoy día disfrute del aliciente de la paternidad más allá de las pistas. Pero no es así. “El levantarme cada día para ir a entrenar y el seguir adquiriendo conocimientos para seguir mejorando es como un veneno”, concedía a este periódico en julio. Y ahí quedan los hechos.

Con el laurel logrado en Bélgica, el castellonense regresa a un espacio mucho más acorde a su nivel —45º, cuando llegó a ser el 122º— y continúa refrendando que es uno de los mejores competidores nacionales de la última década, con una demostrada solvencia sobre las tres superficies. No triunfaba desde 2022, en Kitzbühel, y a raíz de las lesiones había ido perdiendo rango y chispa competitiva, que no el fuego interior. Amante de su profesión y puntilloso en la preparación, emprendió la escalada para ir recuperando el terreno perdido y ya asoma como el tercer mejor representante español, por detrás de Carlos Alcaraz (2º) y Pedro Martínez (39º). Sin embargo, aquí no queda el ascenso. “Merecía una semana como esta. El trabajo y la perseverancia siempre pagan”, deslizaba el domingo.

Hace una década celebró su primer premio en la élite y desde entonces se ha desempeñado como un tenista modélico y respetado, siguiendo los pasos de Andy Murray. Su espejo. “Ha sido mi ejemplo, un jugador con el que me he identificado mucho”, precisa. Como el escocés, no será fácil que se entregue ni se rinda, y ahora que poco a poco se avista la fase final de la Copa Davis, del 19 al 24 de noviembre, su juego gana brillo y su nombre plantea un verdadero dilema al capitán. Deberá elegir David Ferrer, o más bien, acatará Bautista en función de lo que decida Rafael Nadal. El segundo turno individual quedará supeditado a la voluntad del mallorquín, pero ahí que estará el castellonense preparado, siempre al servicio. Esencial en el trazado.

Bautista rubricó dos puntos vitales en la fase de grupos de septiembre en Valencia —ante Chequia y Francia— y se postuló de cara a la resolución del próximo mes. “Uno de mis objetivos tras la lesión era volver al equipo de la Davis”, apunta. Entretanto, el preparador esperará a conocer las sensaciones finales de Nadal sabiendo que en la recámara dispone de un subalterno de altos quilates, convertido ahora en el jugador más veterano que triunfa esta temporada —si se exceptúa el paréntesis olímpico de Djokovic (37)— y en el segundo español de mayor edad en ganar un trofeo de la ATP después de Feliciano López, quien conquistó Queen’s en 2019 cuando tenía 37 años. “Estoy muy orgulloso de mí mismo. He trabajado mucho, hice muchas cosas bien”, incide él, siempre ahí. No, Bautista no se rinde.