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Carreño, ocho meses después y una paradoja: perder con alegría

El asturiano, intervenido de una lesión en el codo, reaparece tras una prolongada ausencia (5-7, 6-1, 6-3 y 6-0 ante Navone) y se aferra a la esperanza de los Juegos

Pablo Carreño
YOAN VALAT (EFE)
Alejandro Ciriza

El tenis, algo así como un constante parte de guerra, brinda ahora el retorno de Pablo Carreño, quien ocho meses después de disputar su último partido y tras pasar por el quirófano para resolver un delicado problema en el codo derecho, saborea la derrota. Sí, la derrota. “Es un poco rara la sensación de estar contento, porque he perdido, pero lo principal era terminar sin dolor. Sabíamos a lo que veníamos y cómo estábamos, y este es el camino a seguir: jugar partidos, rodarme, volver a sentirme tenista y aceptar las circunstancias”, dice enfrente de los periodistas, después de haber caído en el estreno de Roland Garros contra el argentino Mariano Navone (5-7, 6-1, 6-3 y 6-0, en 2h 52m) y de dar el primer paso hacia la normalidad. Volver, ese camino tan difícil.

Cuenta Carreño que la lluvia, la humedad y el peso de la pelota no han contribuido, pero analiza fríamente y desaparece del cuadro individual con felicidad. Tiene la sonrisa en la boca, no lo puede evitar. El proceso, remarca él durante la conversación y el encuentro previo que se produjo dos días atrás, demanda una readaptación progresiva, peldaño a peldaño, que debería culminar si nada se tuerce con la desembocadura en los Juegos Olímpicos de París, dentro de dos meses. “Jugaré el individual [tiene ranking protegido, pese a que la posición actual sea la 1.049ª] y también me hace ilusión jugar el dobles, pero todo depende de David [Ferrer], el capitán. Supongo que querrá ver cómo estoy y decidirá”, prosigue el asturiano, de 32 años.

Hace tres, Carreño protagonizó la gran campanada en Tokio, donde arrebató a Novak Djokovic el bronce olímpico. Luego, 2022, conquistó su primer Masters 1000 (Montreal). Pero a partir de ahí, le trajo a mal traer el dichoso “pronador redondo”, el mismo músculo (antebrazo) que azota a su amigo Carlitos desde hace un par de meses. “Lo he hablado con él, pero no sé exactamente qué tiene. “Debe ser parecido, pero lo mío está al lado de una operación de codo y lo suyo no. El médico me ha dicho que esté tranquilo, que eso está un centímetro y medio separado, como que si estuviera muy lejos… [risas]. Un centímetro y medio. A mí me ha parecido muy cerca, pero bueno…”, detalla ante la petición de este periódico.

En su día, el gijonés —ahora en las catacumbas del listado, sin jugar desde octubre (challenger) y en el circuito ATP desde febrero de 2023— ya logró salir de un túnel más que considerable, cuando fue intervenido de una hernia discal en la espalda con solo 21 años, venciendo a una lesión que amenazaba seriamente su carrera. Ahora, parece ver de nuevo la luz, después de año y medio entre tinieblas. “Hubo momentos en los que me notaba más o menos bien, y obviamente estaba más contento y tenía pensamientos más alegres, y ha habido otros en los que no me ha gustado. Me molestaba. Hace tres o cuatro semanas, parecía que iba a empezar ya a competir otra vez y volví a notar otra vez una molestia, y entonces me vinieron pensamientos un poco autodestructivos, negativos, pensando en que no me iba a recuperar, que siempre que parecía que estaba bien, volvía a pasar algo. Pero bueno, estoy aquí. Esperemos que dure y que juegue”, señala.

Dice que lo más duro han sido esos pequeños retrocesos. “La certeza de que esto no iba a ir bien al cien por cien”. Pese a la tranquilidad que pretendían transmitirle los médicos, la mente le jugaba malas pasadas y llegaba la desconfianza. “Llevo ya muchísimo tiempo sin esa certeza de decir: bueno, yo hago estas cosas que me mandan, tengo estas sensaciones y voy hacia delante. O sea, hay muchas cosas que influyen, hay que ir con mucho cuidado en las cargas, sin precipitarse. Por suerte, ahora parece que sí que estoy bien, pero no descarto que juegue cuatro horas, me levante y tenga dolor o molestia. Forma parte del proceso, la competición, que al final no es lo mismo que el entrenamiento”, se despedía el domingo. Y ahora, derrotado, pero como un niño con zapatos nuevos, se le ve feliz.

DJOKOVIC SERIO, MUY SERIO

A. C. | París

A última hora del día, Novak Djokovic certificó la victoria contra el local Pierre-Hugues Herbert (6-4 7-6(3) 6-4). Oficio y seriedad, mucha seriedad de un número uno en horas bajas. En la próxima estación se encontrará con el español Roberto Carballés, superior Constant Lestienne (6-3, 7-5, 4-6 y 6-2).

El serbio tendrá que alcanzar la final del torneo para retener el trono de la ATP. De lo contrario, el italiano Jannik Sinner —citado este miércoles con Richard Gasquet— le desbancará.

Por otra parte, Jaume Munar se impuso a Roberto Bautista (6-1, 4-6, 6-4 y 6-1) y se enfrentará a Alex De Miñaur; mientras, Alejandro Davidovich superó a Valentin Vacherot por 4-6, 6-2, 6-2 y 7-6(2) y chocará con Casper Ruud; a última hora, Paula Badosa remontó a Katie Boulter (4-6, 7-5 y 6-4) y se medirá con Yulia Putintseva; y poco antes, Novak Djokovic resolvió: 6-4, 7-6(3) y 6-4 a Herbert.

Por otra parte, Carlos Alcaraz encara a Jesper de Jong (hacia las 14.00, Eurosport). También jugarán Pedro Martínez (Andrey Rublev) y Cristina Bucsa (Elisabetta Cocciaretto).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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