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Carlos Alcaraz, rumbo a la perfección

El español, citado con Arnaldi en los octavos de Nueva York, crece en la interpretación de los momentos y gana efectividad sin perder su esencia

Carlos Alcaraz
Alcaraz celebra el punto durante el partido del sábado contra Evans en la Arthur Ashe de Nueva York.KENA BETANCUR (AFP)
Alejandro Ciriza

Se rasca la cabeza Carlos Alcaraz, quien sopesa: ¿Me dejo llevar o hago lo que se debe hacer? Es el instinto contra la necesidad, la naturaleza de su tenis frente a lo que demanda la ocasión. Su deseo de jugar para la gente. En su imponente ascensión hacia no se sabe dónde, porque no se advierten límites ni irrumpen adversarios a la altura, a excepción del veterano Novak Djokovic, el murciano –citado con Matteo Arnaldi en los octavos; hacia las 20.00, Movistar– va resolviendo poco a poco el dilema que le rodea desde que era un cadete. Asegurar o divertir, esa es la cuestión. O era, más bien, porque su proceso de maduración se acelera y progresivamente va desapareciendo el dilema y perfilándose un competidor cada vez más pulcro e incisivo, increíblemente dotado pese a su edad. A sus 20 años, Carlitos no está demasiado lejos de la perfección.

Coinciden los expertos al unísono. Subraya el sueco Mats Wilander en unas declaraciones recogidas por Eurosport. “Es muy joven, pero le ves ahí relajado, cantando y riéndose, sin mangas. Es muy valiente. Nunca he visto un jugador así. Estoy seguro de que está pensando en que le quedan 12, 13, 14 o 15 años en esto y que va a ganar mucho. Creo que tiene una actitud muy madura, al igual que su juego. Puede hacer de todo. Es un luchador, tan luchador como los tres grandes [Federer, Nadal y Djokovic]. Nunca he visto a alguien así, e incluyo a estos tres. En esta etapa de su carrera, está a otro nivel”, le elogia el nórdico, ganador de siete grandes y casi siempre certero en los análisis.

El duelo del sábado con Daniel Evans fue revelador. Cuando iba dos sets arriba y parecía tenerlo todo bajo control, Alcaraz cayó en la trampa del inglés y se enredó; cedió a la tentación de entrar en un cuerpo a cuerpo más propio de una exhibición que de un encuentro oficial, pero cuando el británico amenazaba con meterle el miedo en el cuerpo, cortó de raíz su rebeldía y le redujo a manotazos.

Carlos Alcaraz
Alcaraz hace malabarismos con la raqueta.CJ GUNTHER (EFE)

“Siempre quiero ganar, pero a la vez hacer cosas y divertir a la gente para que vean mis partidos. A veces me pregunto si es más importante ganar o hacer cosas fantásticas, pero obviamente es lo primero. Eso sí, me lo pregunto…”, exponía ante los periodistas; “creo que soy un jugador distinto respecto al año pasado, más maduro. Hasta entonces nunca había jugado unas semifinales de un Grand Slam, pero ahora ya he jugado varias y tengo dos [grandes] títulos, así que sé manejar diferentes situaciones, ciertas rondas”.

Respetar la genética

Día tras días, Alcaraz va adquiriendo la forma que pretendía Juan Carlos Ferrero. El técnico que le moldea desde que el chico tenía 15 años observa y asiente, sorprendido incluso de una evolución más rápida de la esperada. Ha incidido siempre el preparador en la búsqueda de un equilibrio ideal entre el compendio de facultades de su jugador y la efectividad, entre evitar desvíos innecesarios y que el murciano conserve toda la esencia de su tenis; esto es, la osadía, la espectacularidad y los chispazos que levantan al aficionado de la silla.

Se trata de respetar la genética de su juego, su ADN. Sería un error limitarle. Pero también es necesario que entienda determinadas situaciones y que aprenda a interpretar bien los partidos, a que a veces toca jugar a lo grande, por supuesto, y en otras a lo mejor es preferible medir un poco más para cerrarlos”, suelen transmitir desde su equipo.

Carlos Alcaraz
Alcaraz, en una devolución.SHANNON STAPLETON (REUTERS)

De alguna forma, Alcaraz quiere encaminarse hacia el modelo Federer, diversión y eficacia a dosis iguales, y no perder colmillo competitivo. No son pocos los que han quedado como tenistas espumosos, muy vistosos y entretenidos para el espectador, pero con una proyección profesional que no se correspondía con su calidad. Evidentemente, no es su caso. Hoy por hoy, su apetito es la mejor garantía y repite una y otra vez que su objetivo no es solo terminar codeándose con los más grandes, sino superarles. Dimensionándose a una velocidad inusitada, según los especialistas, el español propone un todo pese a su juventud.

“Siempre siento que puedo hacerlo mejor, pero estoy contento con mi rendimiento”, declara el tenista, que ayer optó por no ejercitarse en las instalaciones de Flushing Meadows y prefirió trabajar el físico en el hotel. Este lunes le espera Arnaldi, un talentoso joven de 22 años que tiene poco que perder, por primera vez en unos octavos y debutante en el cuadro principal de Nueva York. De desarrollo físico tardío, le ha costado coger vuelo. Se ha formado en el productivo laboratorio italiano –junto a los Sinner, Mussetti y compañía– y esta temporada ha empezado a dejarse ver. Es el 61º del mundo, mide 1,85 y es un diestro de revés a dos manos.

“Cuando vi el cuadro, mi principal objetivo era jugar contra Alcaraz”, expone el de San Remo, mientras el campeón del curso pasado afronta otra prueba más. Tras chocar con tres adversarios bregados, hoy se enfrenta a lo desconocido en busca de otro paso hacia adelante en el torneo. El tiempo y los hechos siguen esculpiendo al campeón ideal.

UN AÑO, UNA SOLA DERROTA EN LOS GRANDES

A. C. | Nueva York

Una y otra vez, Alcaraz obliga a la revisión de los libros de historia. Tras la victoria frente a Evans, estos dicen que él y Arthur Ashe –el icónico tenista que da nombre a la central de Nueva York– son los dos únicos jugadores que han ganado 14 de sus 15 primeros partidos en el torneo estadounidense desde que naciera la Era Abierta (1968).

Del mismo modo, el de El Palmar registra al menos 15 triunfos en los grandes por segunda temporada consecutiva y, a sus 20 años, es el más precoz en lograr esta marca. Solo los suecos Björn Borg y Mats Wilander (20 también ambos) resisten a la comparativa; el primero lo consiguió entre 1975 y 1976, y el segundo entre 1983 y 1984.

Crecido en los escenarios principales, el español ha ganado 22 de los 23 partidos que ha disputado: siete en el pasado US Open, cinco en París, otros siete en Wimbledon y los tres que acumula estos días. Únicamente Novak Djokovic (cuartos de Roland Garros) ha podido con él.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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