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Mundial de Fútbol
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más entrega, más físico, más Sudamérica

Hay algunas cosas que se han pasado por alto en los últimos años y que dan ventaja. De hecho, son esenciales en el fútbol. A España le falta la pasión de Puyol y Ramos

Mundial Qatar
Lionel Messi celebra su gol durante el partido entre Argentina y México, de la fase de grupos, en el estadio Lusail el 26 de noviembre.KIRILL KUDRYAVTSEV (AFP)
Philipp Lahm

You have to win Zweikampf! (¡Tienes que ganar el duelo!)” era el nombre de un álbum de un grupo de rock alemán, una especie de banda sonora del Mundial de 2006. El título, un híbrido inglés-alemán, lo demuestra: el uno contra uno tiene algo que ver con la estética. Es sencillamente hermoso quitarle el balón al adversario, no dejarle pasar, luchar contra él con gran intensidad pero con medios justos. Para el jugador (lo sé, yo fui defensa) y también para los espectadores. El uno contra uno, tanto en defensa como en ataque, es un elemento central del fútbol.

Sigo siendo un admirador del fútbol español, yo mismo entré en contacto directo con su cultura de circulación del balón a través de Pep Guardiola y Xabi Alonso. También he disfrutado viendo los partidos de España en este Mundial, pero fue eliminada en los octavos de final, tras una sola victoria en cuatro partidos. El éxito de Marruecos no fue inmerecido. El equipo dirigido por Walid Regragui defiende y contraataca bien, y tiene posibilidades contra Portugal. Sus jugadores, sin embargo, no tienen la misma experiencia y dureza competitiva que los españoles. Eso sólo puede significar que algo falla en estos últimos.

Falta intensidad en todas las zonas del campo. En la delantera, España solo marcó un gol contra Japón y Marruecos en casi cuatro horas de juego, pese a la posesión constante del balón. En Qatar, España sólo jugó al rondo, y en el rondo no hay goles. El fútbol es un juego ideal para niños, dicen en Alemania, solo se necesita un balón y cuatro latas de refresco que sirvan de postes. En España, al parecer, ni siquiera hacen falta las latas de refresco.

A veces sigo pensando con asombro y horror en Carles Puyol y Sergio Ramos, y sus goles de cabeza en la semifinal del Mundial de 2010 contra Alemania y en la semifinal de la Liga de Campeones de 2014 contra el FC Bayern. Aquello fue habilidad, determinación, acción y creencia en sí mismos y en el ahora. La pasión de aquellos dos jugadores también se echa en falta en la defensa; todavía tengo en mente algunas zancadillas. España sigue teniendo muchos grandes futbolistas, pero los jugadores excepcionales del pasado no están ahí en este momento, como lo demuestran también los resultados en las competiciones europeas. Esa es la lección que se extrae de Qatar.

La otra es aún más importante: hay equipos que aportan mucha más intensidad. Entre ellos, Túnez o Marruecos, cuya costa se divisa fácilmente desde Andalucía. La solución ideal, no obstante, se la muestra a España y al resto de los equipos Argentina, que irradia incondicionalidad. Los jugadores dominan la virtud básica del fútbol, el uno contra uno. Estas habilidades individuales, que se han perdido de vista entre los numerosos debates sobre los sistemas, son las que cuentan si se quiere ganar. Basándose en esto, Scaloni programa a su equipo para ganar constantemente el balón. Se trata de un concepto defensivo sostenible, sobre todo porque Scaloni empuja a su equipo hacia el ataque.

Argentina celebra este estilo. Los defensas no ceden espacio a sus espaldas mientras defienden hacia adelante, y los delanteros esperan el momento oportuno para regatear y avanzar hacia el área, de modo que el peligro del contraataque sea mínimo. Esto se basa en el trabajo en equipo y en una buena evaluación de los riesgos. Detrás de esto solo puede haber una gran intervención del entrenador. Normalmente, las selecciones nacionales no tienen una estructura ideal, porque rara vez entrenan juntas, pero Argentina está organizada como un club. Es el Atlético de las selecciones.

Tiene además otra peculiaridad. Aunque perdió contra Arabia Saudí, también figura entre mis favoritas desde el primer partido porque han encontrado un nuevo reparto de tareas con Lionel Messi. En 2014, cuando cayeron contra nosotros en la final de Maracaná, sus compañeros esperaban que él lo resolviera todo; ahora, en 2022, juegan para él y él espera el momento, mientras los hinchas lo homenajean cantando. La Bombonera ya está en Doha y Argentina es, sin duda, una de las grandes atracciones de este Mundial.

Ella y Brasil se dirigen a la final y aspiran a un título mundial por primera vez desde 2002. La consigna es: atrévete con más entrega, más físico, más intensidad. Más Sudamérica. Luchar es la apuesta del momento. La aportación de Argentina sería perfectamente extrapolable a España y también a Portugal. La proximidad cultural de la Península Ibérica con Sudamérica es bien conocida; muchos jugadores y entrenadores trabajan en la Liga española y en la portuguesa. Como aficionado, a uno le encantaría ver a Scaloni entrenar al FC Barcelona en algún momento; la mentalidad sudamericana combinada con la cultura española de la circulación del balón. No habría nada mejor en el fútbol mundial.

¿Y Alemania? Aquí los problemas son diferentes. Aquí hay mucha individualidad e intensidad, pero nos falta estructura y un plan. Como el equipo de Hansi Flick carece de estabilidad, todos los rivales tienen oportunidades, incluso Costa Rica. Fue eliminada pronto por tercera vez consecutiva, al igual que España, que también fracasó temprano (2014, 2016 y 2018). Parece que nuestras dos diferentes pero grandes naciones futbolísticas tienen que reinventarse, cada una a su manera. Hay algunas cosas que se han pasado por alto en los últimos años y que dan ventaja. De hecho, son esenciales en el fútbol.

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