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La Federación de Rubiales, ante el dilema Luis Enrique

España fue de más a menos en el Mundial y el actual técnico de la sub-21, De la Fuente, gana enteros como recambio del gijonés en el banquillo respecto a la opción de Marcelino

El seleccionador español, Luis Enrique Martínez, y el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, este miércoles en Barajas. Foto: KIKO HUESCA (EFE) | Vídeo: EPV
Ladislao J. Moñino

Del siete a Costa Rica al roto de Marruecos, de las expectativas generadas en el espectacular y esperanzador estreno al desfile funerario del regreso a la residencia de la Universidad de Qatar, con Luis Enrique al frente y la penumbra del amanecer catarí como testigo. El trayecto de España en este Mundial es inequívoco, de más a menos. De la explosión goleadora de una idea de juego atractiva e innegociable por única a su decadencia progresiva partido a partido. Del afile cortante de las combinaciones verticales ante Costa Rica a las secuencias de más de mil toques inanes ante Marruecos. Y entre medias de esa irrupción mandona y ese final tan crepuscular, dos golpes de los que ni Luis Enrique ni sus entregados futbolistas se levantaron. Las dos reuniones mantenidas para corregir los errores y reforzarse como grupo no tuvieron el efecto deseado, ni anímico ni futbolístico.

Ahora, el técnico está en el aire. Los candidatos más firmes para relevar al actual seleccionador son Marcelino, que cambiaría bastantes matices del modelo de juego, y el técnico de la sub-21, Luis de la Fuente. El consenso aún no es definitivo, pero en las últimas horas De la Fuente ha ganado muchos enteros respecto a Marcelino.

No conservar la ventaja ante Alemania (1-1) y la derrota ante Japón (1-2) tuvieron el mismo efecto de esas primeras gotas de sangre que hacen dudar a un boxeador más acostumbrado a dar que a recibir. No fueron dos mandobles cualquiera. España se ha ido a la lona castigada con las dos grandes debilidades del plan de Luis Enrique, admitidas en los análisis internos de la federación antes y durante el Mundial, y después de la eliminación. Los riesgos en la salida de balón le costaron a la selección el empate definitivo ante los alemanes y el primer gol de los japoneses. El segundo punto vulnerable del libreto del seleccionador, la dificultad para jugar contra defensas cerradas, ya se vislumbró en la incapacidad para reaccionar ante Japón y se confirmó ante el repliegue intenso de Marruecos, con solo un disparo entre los tres palos en 120 minutos. Luis Enrique y sus futbolistas se han ido de Qatar con la pelota bajo el pie, con un promedio por encima del 80% de posesión, pero sin saber qué hacer con ella para desconfigurar a las selecciones que no quieren dominar el balón, pero sí los espacios.

España acudió a la cita de Qatar con el caldo de cultivo ideal para el éxito. Luis Enrique estaba convencido de su ideario y para los futbolistas era un credo. Más allá del descontento individual de los que jugaron poco o nada, el ambiente en la concentración estuvo marcado por la alegría juvenil que emanaba del grupo y por el liderazgo con mano izquierda de los veteranos como Busquets, Koke, Jordi Alba, Morata y Azpilicueta. Las rimas picantes cuando un compañero era forzado a terminar una palabra en -ano o -ino presidían de día a noche el ambiente distendido. La buena convivencia, sin embargo, no evitó el gradual bajón exhibido en el juego hasta tocar fondo contra Marruecos.

La inesperada eliminación, por lo madrugadora y la entidad del rival, dio paso inmediato a la gran incógnita con la que España se presentó a la cita mundialista. La continuidad de Luis Enrique tiene aristas que la complican y otras que la facilitan. Nunca hubo un seleccionador con tanto poder y prebendas. Firmó bajo la condición de no ser un activo en la promoción de los patrocinadores y tanto el presidente de la federación, Luis Rubiales, como el director deportivo, José Francisco Molina, le han concedido todo lo que ha pedido. No han comprendido algunas de sus decisiones, como prescindir de algunos miembros del cuerpo técnico, como Jesús Casas, o han podido torcer el gesto con algunas presencias y ausencias en la lista de 26 jugadores. En cualquier caso, ambos asumieron que esas responsabilidades eran exclusivas del seleccionador. Su estrellato como streamer también ha sido un punto de discordia porque puso en jaque y en guardia al departamento de comunicación. En este sentido, hubo una declaración de Rubiales en el encuentro con la prensa que fue significativa: “Está bien, es divertido, veremos si después nos hace tanta gracia”.

Hace un año, Luis Enrique rechazó una oferta de renovación y pactó con Rubiales y Molina aparcarlo hasta después del Mundial. El contexto ha cambiado. Por entonces, España estaba subida en la ola de haber alcanzado las semifinales de la Eurocopa, de haber eliminado a Italia en la semifinal de la Liga de Naciones y haber sido mejor que Francia en la final pese a la derrota (2-1). Que Luis Enrique no siga supone dejar huérfana a una generación de jóvenes futbolistas apadrinada por él y abducida por sus encantos en el día a día con ellos. Los Gavi, Pedri, Ansu Fati, Nico Williams, Yeremi Pino y Balde, destinados a marcar el futuro, deben acompañar a los de edad intermedia como Rodri, Unai Simón, Soler y Marcos Llorente en el camino a la próxima Eurocopa de 2024 y al Mundial de 2026.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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