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El primer convocado de Luis Enrique fue un peluquero

El seleccionador convirtió a Ramiro Fernández en el barbero oficial de La Roja hace 28 años. Ahora Alejandro Oliva viaja a Doha para cortar el pelo de futbolistas por estética y superstición

Natalia Junquera
Alejandro Oliva, peluquero de muchos jugadores de la Seleccion Española y de otros paises, en el hotel donde se aloja en Doha, Qatar.
Alejandro Oliva, peluquero de muchos jugadores de la Seleccion Española y de otros paises, en el hotel donde se aloja en Doha, Qatar.Jaime Villanueva

El pelo permitió a Ramiro Fernández (San Miguel de Nembra, Asturias, 77 años) recorrer el mundo. Iba para minero- su padre murió de silicosis-; luego, para cura –lo ingresaron con los Claretianos-, pero un día su hermano abrió una peluquería que hacía las veces de almacén secreto de estraperlo y su vida cambió. Cuando les pillaron, su hermano emigró a Brasil y Ramiro se quedó en la peluquería, donde durmió muchas noches. Con el tiempo empezó a cortarle el pelo a futbolistas del Sporting como Luis Enrique. En realidad, él fue el primer convocado del asturiano. “La selección española se concentró en Oviedo y Luis Enrique me trajo un día a jugadores del Madrid, otro a los del Barça y al día siguiente, a Clemente, quien por lo visto había preguntado en una cena: “¿Pero quién hostias es ese Ramiro del que habláis?”.

Ramiro Fernández le corta el pelo a Luis Enrique en sus primeros años de futbolista.
Ramiro Fernández le corta el pelo a Luis Enrique en sus primeros años de futbolista.Cedida por Ramiro Fernández

Fernández admite que fue “con un poco de miedo porque Clemente era Clemente”, pero el entrenador se quedó encantado. Así empezó una relación de 28 años, cinco Mundiales y seis Eurocopas, como peluquero oficial de La Roja. El pasado junio, decidió retirarse: “Me parecía bonito haber empezado con Luis Enrique de jugador y terminar con él de seleccionador”. Cuenta que el presidente de la Federación, Luis Rubiales, le dijo: “Siempre serás uno de los nuestros”. Ahora Ramiro sigue los partidos desde casa y admite que sufre, pero no por la intriga del fútbol, sino por los peinados que ve: “Le grito a la televisión: ‘¡Pero cómo es posible que este chico lleve este corte!’. La moda ha arrinconado a la estética. Da igual que tengas unas orejas de avión”.

En Qatar ya tiene sustitutos. Alejandro Oliva, de 28 años, ha hecho más de 7.000 kilómetros para atender durante el Mundial a algunos de sus clientes: “Llevo ocho días aquí y le he cortado el pelo a Fede Valverde, a José María Giménez, a João Félix y a Rubén Neves, de Portugal, y estoy hablando con Morata”. Cualquiera puede aguantar un mes sin cortarse el pelo, pero para los futbolistas, muchas veces, es un asunto de superstición. “Casillas decía que si le cortaba el pelo ganábamos seguro”, recuerda Ramiro. “Y luego cada uno tenía sus manías. El día que había partido, Iñaki Sáez me pedía: ‘Tu arréglales la patilla, la nuca, lo que quieras, pero distráemelos’. En cambio, Luis Aragonés me decía: “Ramiro, hoy ni verte, ¿eh? Quiero que estén concentrados”.

Tras su retirada, la federación contrató a una empresa para que buscase a alguien y el enviado a Qatar fue Vicenç Morató. A Alejandro le pagaron el vuelo “unos clientes mexicanos” y costea la estancia con los servicios que está haciendo en Doha: “De 50 a 120 euros”. Entre su clientela estos días en el emirato, además de a futbolistas, ha atendido a familiares de jugadores, representantes y tiktokers. Hace siete años, Vitolo le abrió la puerta del vestuario del Atleti y el negocio le ha permitido abrir tres peluquerías y emplear a ocho personas en Madrid. Se había desplazado ya a varios partidos de Champions, pero nunca había viajado tan lejos para cortar el pelo.

Ramiro, que muestra orgulloso fotos con Mandela, Kissinger y Gorbachov, llegó a ponerle nombre a uno de sus cortes. “En el Mundial de Corea, como la selección brasileña estaba a dos kilómetros de la española y Denílson jugaba en el Betis, me llamaron para ver si podía ir. A Ronaldo entonces le criticaban mucho porque estaba un poco gordito. Le hice un ‘Triángulo triunfal del éxito’ [toda la cabeza rapada salvo una franja sobre la frente] y él se convirtió en el máximo goleador y Brasil, en campeona”.

Ronaldo, con el corte de pelo hecho por Ramiro Fernández.
Ronaldo, con el corte de pelo hecho por Ramiro Fernández. AP

El veterano peluquero explica que “durante los primeros 18 años”, su trabajo consistió en cumplir ritos y dejar a los jugadores favorecidos. “Luego aparecieron las modas y tenía que estar al tanto de todas las tendencias”. Durante el corte, que solía hacerse en una habitación de hotel donde separaban las camas para colocar unas sillas y un tocador, apenas se mencionaba el fútbol. “Hablábamos de cómo cuidar el cuero cabelludo, de after shave, de esas primeras canas que les preocupaban… y así se iba haciendo el cariño”, cuenta Ramiro. Alejandro asegura que sus clientes se han convertido en amigos y que pasan días juntos en vacaciones. “A Fede Valverde, Mario Hermoso, Joao Félix o Morata sé que puedo contarles lo que sea, que siempre me van a ayudar”.

Ramiro ha ido a las bodas de muchos de los futbolistas a los que ha atendido y estos días se mandan mensajes de ánimo. Tiene una colección de 224 camisetas dedicadas, que empezó Raúl y que incluye al único jugador de la selección que nunca le dejó que lo tocara, Iván Campo. “Tenía un melenón y decía que solo le cortaba el pelo su cuñada, pero cuando nos despedimos me dedicó una que decía: Para Ramiro, mi peluquero”.

Alejandro cogió las tijeras tras romperse la tibia y el peroné cuando jugaba al fútbol. Unas como aquellas le han traído ahora hasta Qatar. Y no es el único. Varios equipos han incluido a peluqueros en sus plantillas y otros jugadores han hecho venir a sus favoritos. Por si acaso.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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