24 horas de incertidumbre por el tobillo de Neymar
La estrella brasileña se retira con el pie hinchado y estará en observación. Tite asegura que volverá a jugar
Neymar no había venido a Qatar a conseguir que el Mundial fuera suyo por fin. Neymar estaba en Qatar para mostrar que ya lo es. Como Cruyff le enseñó un día a Valdano que la pelota le pertenecía. Pero la primera función contra Serbia terminó en susto mayúsculo, con Brasil temblando por si el 10 podrá jugar el siguiente partido. El atacante del PSG se retiró del campo en el minuto 80, cojeando, con el tobillo derecho hinchadísimo. Al llegar al banquillo, se cubrió la cabeza y pareció sollozar. El temblor de la incertidumbre.
Después del partido, el médico de la selección brasileña fue el primero que habló en la sala de prensa, antes que el seleccionador. Dijo que Neymar había sufrido un golpe que le había torcido el tobillo derecho, el mismo que tuvo que operarse en 2018 por una rotura de ligamento, y que todavía necesitaban observarlo durante las próximas 24 o 48 horas para determinar el alcance de la lesión y sus consecuencias. En ese momento de la noche, el futbolista tenía un edema, lo que impide evaluar con acierto cualquier dolencia. El doctor también contó que el tratamiento de fisioterapia había comenzado en el propio estadio.
Tite, que tomó la palabra después, quiso ser más optimista: “Pueden estar seguros: Neymar jugará en el Mundial. Pueden estar absolutamente seguros de esto: Neymar jugará en el Mundial”. El próximo partido de Brasil es el lunes a las 17.00 contra Suiza, que este jueves ganó su primer encuentro contra Camerún (1-0).
Tite contó, además, que el atacante había jugado con dolor desde el minuto 11, cuando recibió las primeras faltas, pero que había seguido sobre el campo porque sabía que el equipo lo necesitaba.
Cuando Neymar tocó la primera pelota de su tercer Mundial, se vio enganchado en una especie de maniobra pugilística para dormir un combate. Después de la bienvenida, otra falta, y amarilla para Pavlovic. Después, otro agarrón que él adornó terminando de quitarse la camiseta. El tono era ese. Ahí se gestó la angustia final. El centro era él. Nadie dudaba. Ni siquiera el propio Neymar, que intentó el gol olímpico en su primer saque de esquina.
Y mientras él llenaba la escena, como un actor grave y solitario, Vini Jr. puso a trabajar su manual para desatascar partidos. Hace un par de años, cuando la pandemia, Casemiro y él aún compartían equipo y el Real Madrid jugaba en Valdebebas. Estábamos aún en la era del Vini fallón, pero existía ya el Vini agitador. Una noche de aquellas inhóspitas en el Di Stéfano, el mediocentro, lesionado, miraba el partido desde la grada. El Madrid se angustiaba con el cronómetro y la falta de ideas, y Casemiro gritaba la fórmula mágica desde su asiento: “Voa, Vini, voa” (vuela, Vini, vuela). Vini ahora vuela en Qatar.
Ya tiene galones para birlarle a Neymar una pelota que se le había ido larga en un regate. De esa osadía nació el primer gol. Vini remató duro abajo, el portero palmeó y el rechace lo empujó Richarlison.
El segundo, la genialidad loca de la noche, también comenzó en Vini, en el exterior que el brasileño parece querer heredar de Modric. Así le envío el balón a Richarlison, que se imaginó algo absurdo: al controlar con la izquierda se preparó para rematar de chilena con la derecha, marcar y dejar boquiabierto a Lusail. A todos, menos a Neymar, que recobró la atención al retrasarse de nuevo en regresar al campo, y que poco después dejó la nota más inquietante del comienzo del Mundial. Se fue al banquillo y allí pareció llorar, con el pie en hielo y Brasil en vilo.
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