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La selección femenina de waterpolo cabalga hacia la final olímpica tras ganar en los penaltis a Holanda

El conjunto de Miki Oca se impone por un resultado global de 18-19 en un encuentro sufridísimo y decidido por una parada de Martina Terré

Waterpolo
Martina Terré, ante un lanzamiento holandés.Evgenia Novozhenina (REUTERS)
Juan Morenilla

La selección femenina de waterpolo cabalga desbocada a la final de los Juegos después de tumbar en los penaltis a Holanda (14-14 en el tiempo reglamentado y 4-5) en una semifinal que será recordada por la infinita capacidad de resistencia de este grupo de jugadoras que entrena Miki Oca. Y por un quinto penalti detenido por la portera Martina Terré para que Maica García desatara la locura con su acierto decisivo desde los cuatro metros. Australia o Estados Unidos serán el sábado (15.35) el rival de un equipo español que bailó durante la primera parte a un enemigo durísimo y que sufrió como nunca en la segunda para resistir la remontada y ganarse la opción de colgarse el oro. Vuelve España al gran escenario en busca del metal que corone una etapa majestuosa, plata en Londres 2012 y en Tokio 2021. Cambian las jugadoras en el inevitable relevo generacional, se mezclan las veteranas con sus herederas, pero sigue grapado el adn competitivo de unas peleonas inagotables que pisan con fuerza su tercera final olímpica en los últimos cuatro Juegos. Ningún deporte de equipo ha conseguido semejante registro en el olimpismo español.

“¡Espero no vivir nunca algo así! Es lo peor que lo he pasado de nervios en un partido. La tanda ha sido una locura, he saltado más que nunca con el penalti parado por Martina, ha estado increíble. Algún lanzamiento no podía ni mirar”, resumió Anni Espar con la adrenalina todavía por las nubes. La pausa corrió de cuenta de Miki Oca: “Ya sabíamos que no sería barato. Enfrente estaba un equipazo lleno de armas, con grandísimas jugadoras y que hace bien todas las cosas del juego. Y a pesar de eso, remando a contracorriente, aguantando el golpe, nos hemos llevado el partido. Son un ejemplo de resistencia, nunca pierden la cara al partido, esa es nuestra identidad”.

Todavía con la misma calma impertérrita con la que paró el quinto penalti a la holandesa Sleeking, Martina Terré describió ese momento histórico. Era fuego por dentro, hielo por fuera. “Era mi momento, la rival y yo, y le gané. Lo tenía estudiado. Normalmente me lo tira abajo, pero he ido arriba y lo he parado. Ha sido intuición. ¡Me encantan esos momentos, me encantan los penaltis! Confío mucho en mí mismo, en mis brazos. Para los demás es una situación tensa. Yo no dejo que se vea en mi cara lo que siento. Disfruto”, comentó Terré. Cuenta solo 21 años pero España tiene portera para una época.

La selección alcanzó la final en ese momento de vida o muerte después de un partido de dos caras. España bordó el primer cuarto como si lo hubiera imaginado así, un 1-6 en la piscina de La Défense con una enorme efectividad y los goles muy repartidos. El conjunto de Miki Oca hallaba huecos en la retaguardia holandesa y era un hueso sin el balón, más agresivo y rápido.

Martina Terré levantaba un muro en la portería española, un pulpo para atajar en las distancias cortas, firme como ancla y también rapidísima para abandonar los palos y recuperar un balón como si fuera la primera atacante. “¡Siete, seis, cinco!”, gritaba el banquillo español para avisar del final de la posesión. Dos goles de Holanda exprimiendo la superioridad apretaron el choque. A España le costaba más encontrar en el agua los huecos del primer cuarto, aunque mordía en defensa con el mismo colmillo. Casi cada ataque holandés desembocaba en una ventaja numérica. Elena Ruiz armó el brazo para conceder oxígeno con un tiro ajustado al palo y poco después Judith Forca devolvió a la selección ese pequeño colchón. España crecía desde una defensa de muchas toneladas y atrapó el descanso al mando (5-10).

Cada gol naranja era coreado en el pabellón como si decidiera el partido, y fueron tres las dianas seguidas del mismo lado que abrieron el tercer cuarto. España jugaba contra los elementos, y en ese momento estaba a prueba toda su capacidad de resistencia. La renta se redujo al mínimo espacio ante el empuje holandés (9-10) con la cuarta diana consecutiva mientras en la portería contraria al grupo de Oca se le agotaba el tiempo y el espacio. Otra vez Judith Forca sacó a sus compañeras del fondo y el larguero devolvió un penalti contra España. Pero Holanda volvía y volvía, fuerte físicamente, liderada por Van de Kraats, y un parcial de 6-1 mandó el duelo al punto de partida (11-11) antes del tramo decisivo.

El encuentro se había dado la vuelta cuando España parecía tenerlo controlado en la primera parte. Era ya una lucha de poder a poder en La Défense. Una exclusión de Anni Espar dio a Holanda la primera ventaja, y entonces daba la sensación de que la final estaba en sus manos porque viajaba de menos a más, emergía cuando España se hundía. Pero estas jugadoras que entrena Miki Oca son de acero, pura resistencia. Habría que ahogarlas una y otra vez si pensaban apartarles del sueño del oro. Forca afiló la puntería y España alcanzó el 13-14 a falta de 30 segundos para final. El empate de Holanda a 7s mandó la cita a los penaltis, y ahí surgió colosal Martina Terré para detener el quinto lanzamiento holandés. El balón golpeó en sus brazos, pero detrás estaba todo un equipo que no conjuga el verbo rendirse. El quinto acierto, de Maica García, llevó a las españolas a nadar por el oro. Nadie lo dejó más claro que Anni Espar: “No queremos volver a ganar una plata”.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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