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Gabrielle Thomas derrota a Julien Alfred en la final de los 200m de los Juegos Olímpicos

Irene Sánchez Escribano, 11ª con mejor marca, en unos 3.000m obstáculos ganados por Winfred Yanvi y en los que la francesa del Celta Alice Finot batió el récord de Europa

Gabrielle Thomas
Thomas se impone a Alfred.Sarah Meyssonnier (REUTERS)
Carlos Arribas

Estados Unidos recuperó en la curva de los 200m lo que el domingo había perdido Sha’Carri Richardson en la recta de los 100m, parte de la corona de la velocidad ante la misma Julien Alfred, la atleta de Santa Lucía que se proclamó campeona olímpica de los 100m. La heroína de la reconquista fue la magnífica Gabrielle Thomas, de 27 años, que pasó los primeros 100m en 11,10s, con una décima de ventaja sobre Alfred, menos habituada a correr de medio lado, que pasó cuarta. Aunque en la recta, Alfred, recuperó posiciones, Thomas, especialista de toda la vida de los 200m, reina de la resistencia a la velocidad, aumentó su ventaja para imponerse (21,83s frente a los 22,08s de la campeona de los 100m, que suma su segunda medalla).

Miltiadis Tentoglou a veces salta por bancos y tapias en recorridos parkour, pero es más del lado reposado de la vida, toca el piano y el bouzouki y pinta, y es dos veces campeón olímpico y se puede pasear por París sin que nadie le reconozca, tan pocos turistas griegos se pasean por los muelles del Sena, tan discreto es el mejor saltador de longitud de la última década que, con un salto de 8,48m, renovó el título conseguido en Tokio hace tres años. Segundo fue el jamaicano Wayne Pinnock, 8,36m, y bronce, el juvenil italiano Mattia Furlani, 8,34m. Desde 2018, el atleta de Salónica, de 26 años, ha ganado todos los grandes campeonatos —Mundiales al aire libre, Mundiales indoor, Europeos dentro y fuera, Juegos— en los que ha participado salvo el Mundial de 2022, en Oregón, donde le derrotó el chino Jianan Wang, octavo en la final parisina.

La hoja de arce es tan fuerte, al menos, como el telón de acero en la Guerra Fría, y el Este ya no lanza más lejos que nadie. Como en Budapest, en el Mundial, hace un año, el martillo femenino es tan canadiense como el masculino, y los protagonistas son los mismos en la capital del Danubio, más río que el Sena, y en París. Dos días después del fenómeno de 23 años Ethan Katzberg, su compatriota Camryn Rogers repitió la gesta con un lanzamiento de 76,97m, dos metros y medio más largo que el mejor de la segunda, la norteamericana Annette Echikunwore (75,48m).

Irene Sánchez Escribano, la toledana que en París ha recuperado la fe en sí misma, terminó undécima pero sonriente la final de los 3.000m obstáculos, en la que mejoró su marca personal (9m 10,43s), cada vez más cerca del récord nacional de Marta Domínguez (9m 9,39s), en una carrera en la que Francia recuperó la fe en su atletismo, gracias al coraje de Alice Finot. Lloran los atletas locales porque dicen que tanto público en el estadio, tanta expectación, tanto ánimo, en vez de empujarles les pesa en el ánimo y les hunde, pero la francesa de Ponteareas desmintió con ellos los lamentos. Empujada fantásticamente por el estadio, una sola voz para ella, Finot, que entrena en Vigo a las órdenes de Manu Ageitos, realizó un último mil tremendo y, aunque terminó cuarta (imposible alcanzar a las tres primeras, Winfred Yanvi, keniana con pasaporte de Bahrein, 8m 52,76s, récord olímpico, Peruth Chemutai, de Uganda, 8m 55,34s, y la keniana Faith Cherotich, 8m 55,15s), lo hizo con un extraordinario récord de Europa, 8m 58,67s,

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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