Ahora que hablamos de intersexualidad...
La atleta norteamericana Helen Stephens tuvo un encontronazo con Hitler en Berlín 1936: “Esta mujer no pasaría un test de sexualidad”, dijo después de que ella le rechazara
Stanislawa Walasiewicz había nacido en Wierzchownia, Polonia, entonces perteneciente al Imperio Ruso, en 1911, pero siendo aún muy niña su familia emigró a Estados Unidos. Creció en Cleveland, Ohio, pero no obtendría la nacionalización hasta 1947, a partir de lo cual adoptaría el nombre de Stella Walsh. Su facilidad para el atletismo la llevó a participar en 1930 en los campeonatos de Estados Unidos, que aceptaban inmigrantes, y se proclamó campeona en 100 yardas, 220 yardas y longitud. Más adelante sería la primera mujer en romper la barrera de los seis metros en salto de longitud. La noticia de su existencia llegó a Polonia, que la seleccionó para Los Ángeles 1932, donde ganaría el oro en 100 metros con 11,9, igualando el récord mundial, y sería sexta en disco.
Su aspecto masculino despertó todo tipo de comentarios. Terminados los Juegos embarcó con el resto de la expedición polaca para ser aclamada como una heroína nacional en su país de nacimiento, donde permaneció unos meses, corrió varias carreras y batió los récords mundiales de 100 y 200, antes de regresar a Estados Unidos.
En Berlín 1936 tuvo que conformarse con la plata en 100, batida sobre la raya por la norteamericana Helen Stephens, apodada por la prensa de su país como ‘The Fulton Flash’, el relámpago de Fulton. Tras esta carrera se produjo un incidente singular: la delegación polaca, que había soportado muchos comentarios incómodos por el aspecto de su campeona, denunció ahora que Stephens era un hombre. El Comité de Apelación quedó aturdido, nunca se había dado un caso así, pero los propios polacos ofrecieron la solución: que Helen se desnudara ante los jueces, quizá contando con que por pudor (trasladémonos mentalmente a la época, cuando mostrar el cuello o el tobillo era inmoral) no lo haría. Pero lo hizo y resultó ser mujer, con lo que la reclamación quedó sin efecto y se le ratificó el oro. En su célebre película documental ‘Olympia’, Leni Riefenstahl recoge la escena, tratada con un elegante velado.
Helen Stephens tendría más tarde un encontronazo con Hitler. Fue la cuarta relevista en 4x100, prueba en la que las alemanas eran claras favoritas, pero en un relevo se les cayó el testigo, con lo que el oro fue para las americanas. Luego, Stephens contaría que en el palco Hitler se propasó, mirándola con lujuria y toqueteándola, y que incluso pretendió invitarla a pasar unos días en su residencia alpina de Berchetsgaden, lo que ella rehusó. Ante su negativa, Hitler, que se sentía irresistible, comentó: “Esta mujer no pasaría un test de sexualidad”.
Tras Berlín 1932 dejó el atletismo para hacerse profesional en el softboll, y más tarde en baloncesto. Hizo la guerra en el cuerpo auxiliar de los Marines. En los ochenta regresó a las pistas en pruebas de veteranos, en los que resultó imbatible.
Por su parte, Stanislawa Walasiewicz ganaría los 100 y los 200 y sería segunda en longitud y 4x100 en los Campeonatos Europeos de 1938. La II Guerra Mundial acabó con su carrera olímpica (no volvió a haber Juegos hasta Londres 1948), pero siguió compitiendo en Estados Unidos, donde llegó a acumular 41 títulos de campeona nacional entre velocidad, salto, disco y pentatlón, este último ya con 44 años. Se casó con el boxeador Neil Olson, del que tomó el apellido, pero el matrimonio no duraría mucho. Fue muy activa en la promoción del deporte entre los jóvenes, en especial los de origen polaco. Falleció en 1980 en Cleveland, la ciudad donde tuvo siempre su residencia, alcanzada accidentalmente por una bala perdida en un asalto a un supermercado.
Su muerte hizo que se recordara extensamente su figura como gran atleta, en especial cuando la autopsia reveló que era intersexual, nacida con una combinación de rasgos biológicos no exclusivos de hombre o mujer.
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