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Canadá CAN
88
España ESP
85
1234T
CAN 19 30 15 24 88
ESP 19 19 18 29 85
FINALIZADO

El baloncesto masculino español dice adiós a los Juegos y adiós a Rudy

La selección cae contra Canadá por 88-85 y el triple empate con Australia y Grecia la deja fuera de los cuartos por la diferencia de puntos

El canadiense Shai Gilgeous-Alexander, en acción ante Alex Abrines y Santi Aldama, con Rudy Fernández en el fondo de la imagen.
El canadiense Shai Gilgeous-Alexander, en acción ante Alex Abrines y Santi Aldama, con Rudy Fernández en el fondo de la imagen.GREG SHAMUS (Pool via REUTERS)
Juan Morenilla

Era todo o nada. Así de cruda era la realidad para la selección masculina de baloncesto, enfrentada de repente a jugarse la vida a una sola carta y frente al rival más fuerte de su grupo. La victoria anterior de Grecia contra Australia (71-77) obligaba al conjunto de Scariolo a vencer a Canadá. Las consecuencias de un triunfo o una derrota no podían ser más extremas. Si ganaba, España sería primera y viajaría a los cuartos en París en una posición de ventaja ante el sorteo. Si caía, a casa. El examen era el más complejo de sortear por el despliegue físico y técnico de Canadá, un grupo dirigido por Jordi Fernández y forrado con 10 hombres de la NBA. España nunca dejó de creer, de intentarlo, y plantó cara hasta el último segundo, hasta la última acción, pero no le dio para más que para esa dignísima derrota (88-85). El triple empate con Australia y Grecia, los tres con una victoria en el grupo, jugó en contra de España por la diferencia de puntos entre ellos (-5 para la selección, -1 para Grecia y +6 de Australia). Y puso el cierre a la majestuosa carrera de Rudy Fernández, que a los 39 años jugó su último partido oficial (266 con la selección) antes de retirarse, dueño de los seis oros del baloncesto español, cuatro europeos y dos mundiales, en su historia, y el único baloncestista en seis Juegos Olímpicos.

Dillon Brooks fue el primero en lucir corpachón, un armario en movimiento cuando encaraba el aro para castigo de Abrines. Los hombres de Jordi Fernández mostraban juego de manos y piernas para decidir las jugadas en el uno contra uno, superiores en el careo individual por músculo y rapidez de movimientos. Igual que sufría España atrás para protegerse de esos pinchazos lo hacía adelante para encontrar posiciones cómodas de tiro. Un par de triples no tocaron aro (12-6). Lorenzo pinchaba hueso frente a Dort, Shai Gilgeous mareaba a López-Arostegui, Willy chocaba con Olynk... Scariolo metió más madera con Alberto Díaz, Rudy (pese al golpe en el cuello sufrido ante Grecia) y Garuba, y el baile de cambios le sentó bien al equipo. Un triple de Llull, adornado con una falta arañada en el lanzamiento, impulsó a la selección en un rato en que los estadounidenses hacían la guerra por su cuenta, no siempre acertados en el tiro. España debía masticar cada canasta. Canadá podía encargar comida rápida. Dos maneras de jugar y un empate para cerrar el primer cuarto: 19-19.

La defensa mosquetera de España, todos a una, podía saltar por los aires con un golpe de genio de los atletas de Canadá. Los norteamericanos no necesitaban un gran despliegue colectivo para ir sumando puntos al cesto. Los hombres de Scariolo, todo lo contrario. Nembhard y Juancho Hernángomez estiraron el brazo desde el perímetro (27-26). El pabellón de Lille silbaba al conjunto español, seguramente recordando afrentas como los 40 puntos de Pau Gasol a Francia en las semifinales del Eurobasket 2015. España se aferraba al partido sostenida por el poderío de Willy, prácticamente el único que podía competir en carrocería con los rivales. Y echaba de menos la producción ofensiva de Aldama, lastimado, un baluarte en las anteriores citas. Brooks y Shai Gilgeous no bajaban el ritmo anotador y Canadá dio otro pellizco importante antes del descanso (49-38). La carretera comenzaba a empinarse mucho para la selección por la dificultad de remar contra corriente frente a un enemigo tan atlético.

Conservar un intercambio de canastas no le servía a la selección, por mucho que eso ya fuera una tarea complicada. Clasificarse para los cuartos requería más que nunca una gesta por la inferioridad física e incluso técnica de los muchachos de Scariolo. Al equipo de Jordi Fernández, en cambio, les servía con mantener ese peloteo una vez que había amasado una renta que giraba en torno a los 10 puntos. No les resultaba muy difícil moviendo rápido el balón y acelerando mientras el tiempo corría a su favor. A España le faltaban recursos en la caja de herramientas para igualar el tonelaje en la defensa y la velocidad de cuerpo y mente en el ataque. Llull y Abrines puntuaron desde el perímetro, pero al mismo tiempo Willy cargaba con cuatro faltas mediado el tercer cuarto (58-50). Era el peaje de torear con semejantes torres. Rudy y Garuba regresaron a la arena. Y Jamal Murray mostró su calidad individual para anotar tras un reverso. En una baldosita bailaban un vals (64-56).

Dos pérdidas de Lorenzo Brown enredaron el camino. Nueve puntos seguidos de Brizuela, en un arranque de furia y confianza, dieron otra vez oxígeno a la selección (68-65), y Scariolo alistó a Llull de base en busca de otro aire en la dirección del juego. España cumplía a la hora de atacar el aro, pero padecía demasiado en lo más difícil, detener a hombres como Shai y Brooks cuando esprintaban y herían por el centro. La fe, el esfuerzo, el compromiso, todo eso estaba encima de la mesa (11 rebotes más sumó España en el partido, 29-40, reflejo de esa entrega). Y los puntos de Brizuela, inspiradísimo en ese tramo final, la esperanza de una remontada que parecía imposible. La selección apretó hasta el 82-80 a falta de 50 segundos. Canadá golpeó con un triple lateral de Barrett, Pradilla mantuvo la apuesta bajo el aro, Shai se ganó unos tiros libres y Llull encendió la última vela con un bingo exterior para el 86-85 y 3,1 segundos por delante. Shai tampoco falló desde la línea de un punto y con el último triple intentado por Llull se acabó la aventura olímpica de España y la maravillosa carrera de Rudy Fernández.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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