Yulenmis Aguilar: España encuentra en Cuba una atleta de talla mundial
La lanzadora de jabalina, “cubana de corazón”, promete competir en París “con más amor” a un país que la quiere, después de recibir la nacionalidad española
En Bayamo, donde Yulenmis Aguilar nació en 1996, nostalgia de Sierra Maestra y el cuartel Moncada, se compuso el himno de Cuba, “Al combate corred bayameses”, y Santa Clara, donde se casó y vivió, es la ciudad protagonista del himno al Che Guevara que compuso Carlos Puebla, “cuando todo Santa Clara se despierta para verte”, y que tantos cantan aún las noches de melancolía revolucionaria. Tanto fulgor combativo con el que creció se disipó, polvo, en la cabeza de Aguilar, la mejor lanzadora de jabalina cubana entonces, en 2018, y plusmarquista mundial júnior (63,86 metros), cuando chocó con un sistema deportivo que la rechazó sin más explicaciones al regreso de una competición en Barranquilla que no ganó, entre otras cosas porque lanzó con un tobillo roto. “Yo era una niña de 21 años que llevaba 10 dedicada al deporte cuando me dijeron que no contaban más conmigo”, dice la atleta cuyo nombre figura bien escrito en el BOE del 10 de abril, protagonista de un decreto ley del Gobierno que le concede la nacionalidad española “por carta de naturaleza” en atención a las circunstancias excepcionales que en ella concurren. “Fue un momento muy difícil de superar, más a nivel personal que deportivo. Menos mal que mi esposa y toda mi familia me apoyaron y me ayudaron”.
El sistema cubano, heredado de Rusia y los países del Este de Europa, exprime a los talentos jóvenes, aun a costa de lesiones, y como prueba del valor de Darwin, solo las que lo resisten siguen. Como Osleidys Menéndez, plata en Sidney 2000 a los 20 años y oro olímpico en Atenas cuatro años después, y doble campeona mundial, que aún ostenta la segunda mejor marca de la historia (71,70m).
Aguilar ya participó a los 19 años en los Juegos de Río 16 y a los 20 en los Mundiales de Londres 17. “Cuando ya no les valía, me dejaron. Pero sigo sin entenderlo porque yo era la mejor cubana, sacaba cinco o seis metros a las demás”, dice la atleta, que vive en A Coruña desde 2020 y que descarta que su orientación sexual influyera en la decisión de descartarla del centro de alto rendimiento de La Habana. “No sé lo que pensarán en privado los dirigentes, pero nunca noté un sentimiento de homofobia. Nunca diré que me echaron por eso. En Cuba ya aprobaron el matrimonio homosexual y yo me casé allí el verano pasado. Mi pareja sigue en Santa Clara, y voy un par de veces al año a estar con ella”.
Aguilar empezó a trabajar en un gimnasio privado y a estudiar en la universidad, y se olvidó de la jabalina. “Lo dejé completamente. No peleé por volver, aunque intentó seguir compitiendo, se quedó sin capacidad de resistencia. “Llegó un momento en el que comprendí que en Cuba mi vida no tenía futuro. Necesitaba abrirme”, dice Aguilar, cuyo deseo confluyó en 2019 con las preocupaciones de Raimundo Fernández, un entrenador de lanzamientos en A Coruña a quienes algunos técnicos cubanos alertaron de su situación. “Yo tenía relación con ellos porque desde 1990 los mejores cubanos hacen concentraciones en A Coruña, cuenta el técnico. “Y me pareció que ese talento no se podía dejar allí. Yo sabía por todas las lesiones que había pasado, de hombro, de rodilla, de cartílagos… Le ofrecí un contrato de trabajo como entrenadora en 2019, pero por culpa del covid no pudo venir hasta finales de 2020″.
Cuando llegó a Galicia, Fernández se encontró con una mujer rota físicamente y con 20 kilos de más. “Los tobillos no le dejaban hacer nada, pero todavía tenía brazo, un latigazo tremendo”, dice el entrenador. “Vamos para adelante, pero el primer año fue terrible”. Un año después, todo empezó a ir bien. El traumatólogo Rafael Arriaza, que trabajaba para el Dépor, le trazó un plan de recuperación y después de mucho trabajo y empeño, el 29 de junio de 2021 lanzó 61,88 metros en Pamplona. “Y ya en 2022 fue la explosión. Su físico cambió radicalmente, aunque siempre habrá que tener cuidado con el hombro y las rodillas. En verano, su mejor marca, 64,16 metros en el Campeonato de España”, recorre Fernández. En 2023 tuvo problemas en un hombro, pero fue habitual en la Diamond League y hasta fue tercera en Paría. Paramos unas semanas. Se fue a Cuba y cuando volvió tuvimos un magnífico invierno de trabajo. En el campeonato de febrero, con media carrera, solo tres izquierdos, lanzó más de 61 metros, y en marzo, con tres pasos más, llegó casi a 64. Y, sobre todo, ha alcanzado una consistencia magnífica en competición: ha lanzado más de 10 veces más de 60 metros”.
Exceptuando a la jerezana Mercedes Chilla, plusmarquista nacional con 64,07 metros y bronce en los Europeos de 2006, España nunca ha tenido una lanzadora de jabalina de talla mundial. Aguilar, 1,67 metros, 70 kilos, posee la mejor marca mundial del año 63,90m, a 10 centímetros de la mínima para los Juegos de París, en los que estará con toda seguridad, si no se rompe antes, por su clasificación en el ránking mundial y porque lanzará más lejos antes. “No voy a pasar el verano en el sofá comiendo palomitas”, dice. Para participar como española solo necesita jurar la constitución y recibir el pasaporte y el DNI. Después la federación internacional aprobará su cambio de bandera. “Claro que Santa Clara es el Che y esa canción. Para mí es algo normal, sin más ni más. Pero la siento. Soy cubana y seguiré siendo cubana toda la vida, soy cubana de corazón, pero en París, si Dios quiere, defenderé la camiseta de España con más amor que nada. España es un país de libertad. Es muy emocionante pensar que voy a competir por un país que me quiere”, proclama. “E iré con grandes objetivos, como mínimo para pasar a la final y pensando que puedo ganar una medalla en París, ¿por qué no?”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.