Simeone: “Necesitábamos pasar por un lugar de asfixia, defender y contragolpear”
El entrenador del Atlético dice que el repliegue que costó a su equipo el 1-1 del Inter era algo tan previsto y calculado como la remontada final


Empataba el Inter 1-1. Se agotaba el tiempo. El Metropolitano asistía en silencio al desenlace del último episodio de cholismo. La secuencia del partido había respondido a un patrón conocido: presión, especulación y desesperación.
Primero una salida con agresividad, intentando desmontar el inicio de las jugadas del Inter desde el pase de Calhanoglu, perseguido por Baena, hasta conseguir la ventaja (1-0); luego un repliegue en bloque bajo a defender con 11; y tras sufrir el gol del empate (1-1) buscar la victoria con tres defensas y cuatro atacantes. Sin mucho orden. A la estampida. Con Julián y Girezmann en tres cuartos, Nico González y Gio en posiciones de extremos-laterales, y Sorlot en punta descolgando, descargando, persiguiendo rechaces y rebotes ante la mirada ansiosa del público y del entrenador.
Hasta que por fin, gol. Gol de Giménez en el minuto 93, en la última acción del partido, tras un córner lanzado por Griezmann. Gol tan heroico como casual. “¡Es el primer gol de córner que nos meten esta temporada!”, lamentó Cristian Chivu, el entrenador del Inter. Fue, también, el primer gol de córner que hizo el Atlético después de más de 50 intentos. Casi el rasca de la ONCE. Casi la lotería. Un cabezazo de Giménez que superó por arriba al tímido Bastoni, un gesto soberbio y también un poco azaroso que pasará a la historia como la culminación de un plan perfectamente diseñado y ejecutado en la mente del gran demiurgo del Metropolitano.
“¡Simeooooone! ¡Simeooooone! Simeooooo…!” clamaba la muchedumbre, el estadio al completo, en un canto evocador del éxtasis religioso. Si hay un ídolo máximo en esta parte de Madrid, era el hombre que gesticulaba en la banda, al borde del paroxismo, en un remolino de manos y brazos que el público jaleaba deleitoso. El gol había sido obra de Giménez, pero algo hacía pensar a la gente que todo lo sucedido ya estaba presente en la mente del Cholo desde mucho antes de concretarse.
“Me quedo absolutamente con el entendimiento del grupo a la idea que planteamos”, dijo Simeone después del partido, aliviado en la sala de conferencias del estadio, en un discurso críptico que no esclareció si el repliegue masivo que sucedió al 1-0 fue indicación expresa suya, pero lo dio a entender. “Me quedo con el entendimiento de a qué jugamos”.
“En el primer tiempo jugamos a una cosa”, dijo, con tono de homilía, “con, obviamente gustos o no gustos, pero el partido es largo y el rival es duro y necesitaba que atravesemos por ese lugar en el que los Gallagher, los Giuliano, los Cardoso, los Barrios, los Baena, los Julián tengan esa asfixia para sostenernos defensivamente y salir al contragolpe…”.
“Por suerte”
La “asfixia” estaba prevista. El repliegue estaba planificado. Al parecer. ¿Y el gol de Zielinski? El gol del polaco, el 1-1 del Inter, había puesto de manifiesto que el repliegue no había funcionado; que la “asfixia”, ese lugar oscuro al que Simeone había llevado a sus jugadores en el intento de crear espacios para salir a la contra, cuestión de “gustos”, solo había servido para desperdiciar la ventaja lograda en la primera parte. Simeone, sin embargo, dejó entrever que todo fue parte de un cálculo. “Porque”, explicó, “después en el segundo tiempo tendríamos a los Sorlot, a los Griezmann, a los Koke, a los Nico… que saldrían con otra calidad de juego”.
“Por suerte”, concluyó, “atravesamos esas dos partes del partido de la mejor manera y tuvimos esa suerte que hay que tener con el gol de Giménez en la última jugada, y todo se eleva mucho más todavía”.
Siempre honesto, siempre buen perdedor, Simeone reconoció la verdad que sus feligreses procurarán olvidar cuanto antes: el Atlético sumó tres puntos porque tuvo suerte.
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