La resurrección de Eusebio Sacristán: “El cuerpo me pide regresar al fútbol”
El exfutbolista y entrenador vallisoletano ansía volver a los banquillos tras superar una grave caída que lo tuvo tres semanas en coma en 2021


Eusebio Sacristán, Use, (La Seca, Valladolid; 60 años) forzó la falta que transformó Koeman para conquistar la Copa de Europa del Dream Team azulgrana en 1992 ante la Sampdoria y, como ayudante de Frank Rijkaard en el Barcelona vio años después el advenimiento del entonces anónimo Leo Messi. En diciembre de 2020, una grave caída le hizo pasar tres semanas en coma. El exentrenador del Celta de Vigo, Real Sociedad, Girona o del filial culé pasó meses sin poder apenas hablar mientras se recuperaba del coágulo cerebral que casi lo mata. El currículum balompédico de Eusebio resulta indisociable de su casi fatídico accidente, pues el coraje de años de fútbol le impulsó para salir adelante en aquellas semanas de penumbra. “Estuve muy hundido. Era muy duro porque pensaba que mi vida ya iba a ser así, pero lo que más me ilusiona es el fútbol”, explica el vallisoletano, emocionado mientras narra una resurrección donde solo falta el desenlace: su sueño de regresar a un banquillo.
El excentrocampista saluda, amable, en una mañana de su Valladolid, donde ayer lunes fue homenajeado en la Gala Nacional del Deporte de 2025. El quinto jugador con más partidos en la historia de Primera (543), repartidos entre el Real Valladolid en su etapa inicial y final del fútbol, además de un fugaz paso por el Atlético de Madrid y el estrellato barcelonista bajo el ala de Johan Cruyff, agradece el “detalle”, pero simplemente quiere proseguir su recuperación toda vez ha vencido el partido más complicado de su carrera vital. “La vida me puso la prueba más difícil que me podía encontrar”, recuerda Eusebio, a ratos con los ojos brillantes cuando rememora aquel 30 de diciembre de 2020, cuando una caída fortuita le provocó un fuerte traumatismo craneoencefálico, con tres semanas en coma por un coágulo cerebral, donde pareció que quizá el percance sería demasiado grave como para volver a la normalidad. Así lo pareció durante unos meses. “Hubo momentos que pensé que era muy difícil, pero también pensé que la única oportunidad de recuperarme era estar confiado de que la oportunidad que podía tener me la iba a tener que luchar, y por ello empecé a hacerlo”, detalla el antiguo 14 azulgrana, describiendo con sencillez una recuperación tan compleja. Él se fijó un “objetivo”, como cuando de rapaz en La Seca soñaba con competir en Primera División. Y a base de constancia logró dejar atrás el abismo hospitalario.
Los primeros meses en casa fueron frustrantes por las dificultades comunicativas ordinarias tras estos procesos. Ahora Eusebio Sacristán se expresa con facilidad, tan solo con alguna ligera interrupción que no lastra su discurso de superación. La “mentalidad” competitiva lo lleva a no conformarse y a fijarse un nuevo propósito profesional, el de regresar a un vestuario para tratar de plasmar todo lo aprendido bajo el genio holandés que revolucionó el concepto del fútbol. Es al hablar específicamente del balón cuando el brillo de su mirada cambia de tono y asoma una sonrisa: dispara conceptos tácticos, loa el 4-3-3 o 3-4-3 con el que su quinta culé asombró al universo futbolístico, insiste en los “triángulos” combinativos que sustentan la fluidez en la circulación de la pelota en los equipos con gusto por el toque o valora la capacidad del Barça de Hansi Flick por sorprender a su oponente con el riesgo de adelantar tanto la línea del fuera de juego.
“El fútbol está al 100% en mi cabeza”, afirma este ávido consumidor de partidos, particularmente enganchado al trabajo de Imanol Alguacil al frente de esa Real Sociedad donde Use comenzó a forjar el estilo de toque, al igual que en el ahora triunfal Girona de su admirado Míchel, donde también dejó ese sello de buen trato al esférico durante su etapa, o la joven y descarada selección española. “Estoy pensando en volver a estar cerca del mundo del fútbol, mi cuerpo me lo pide y lo estoy deseando”, destaca Eusebio, quien se ve perfectamente preparado para comandar una tropa con el soporte de sus ayudantes si en alguna ocasión se viera con dificultades para comunicarse, algo que apenas sucede cuando charla sobre fútbol, táctica, nombres propios o batallitas de sus años en el césped.
El que fuera motor del Dream Team mira con nostalgia y orgullo esos logros acuñados durante su carrera. El primero, en su Real Valladolid natal, cuando colaboró con la consecución del primer y único título en la historia blanquivioleta: la Copa de la Liga de 1984 ante el Atlético. La zozobra actual, con los pucelanos últimos en un carrusel de ascensos y descensos bajo el mando del invisible Ronaldo Nazario, entristece al adulto que de niño soñó con pelotear en Zorrilla, adonde llegó de juvenil y le sirvió como trampolín hacia uno de los mejores equipos del siglo vestido de azulgrana. El deporte ha cambiado desde entonces, con control casi robótico sobre los futbolistas, pero para Eusebio el mecanismo forjado por Cruyff sigue reinando: “Los equipos que mejor veo son los que están cerca de esa manera de jugar”.
Eusebio aguarda con ansia la llamada que le dé una nueva oportunidad profesional además de la concedida por los médicos y por el cariño de su entorno cuando parecía que iba a sonar el silbido final. Entretanto, se implica con la Fundación Eusebio Sacristán, y se enfoca en poder seguir ejerciendo su pasión hacia ese fútbol, al que solo le pide que siga siendo igual: “Es una forma de vida, espero que siga siendo ese camino que hace pasar momentos agradables a mucha gente”.
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