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El hasta luego de Lucas Pérez: “Vine para ayudar, ahora es el momento de irme por el bien del club”

El emblema del Deportivo dice adiós al club de su corazón decepcionado por no sentirse “ni cómodo ni apoyado” por ciertas personas de la institución a quienes no quiere poner nombre y apellidos

Lucas Pérez (centro) celebra el gol de su compañero Mario Soriano en el partido ante el Eibar el pasado noviembre.
Lucas Pérez (centro) celebra el gol de su compañero Mario Soriano en el partido ante el Eibar el pasado noviembre.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)

Firmó en dos años 29 goles y 31 asistencias, marcó el gol del ascenso que devolvió al Deportivo al fútbol profesional tras cuatro años de infamia, lideró al equipo, catalizó el sentimiento de una ciudad y empastó la unidad de un club que durante años estuvo hecho añicos. Lucas Pérez había impactado al mundo cuando decidió jugársela a esa carta que ahora, que con el tiempo parece tan ganadora. Se fue del Cádiz, renunció a un contrato en Primera División para acudir al rescate del club de su corazón, que estaba dos categorías por debajo. “La gente pensaba que estaba loco. No saben lo que es el Deportivo”, deslizaba cuando le preguntaban. Ahora se va. “Es un cúmulo de cosas”, dice. Por un lado, está la faceta personal, la del padre que, como describió en su despedida, tiene a su hijo de dos años en Madrid y quiere estar cerca de él; por otra, la decepción, por lo que apunta como “un deterioro” en la relación con algunas personas que gestionan el día a día del club. “Vine para ayudar, ahora es el momento de irme por el bien del club”. No tiene destino, pero está en el escaparate del Rayo Vallecano, donde ya jugó, o del Getafe.

Lucas llora en su despedida. Lo hace también el deportivismo, que cada vez se ve más despojado de referentes. “La temporada pasada ya no me sentí ni cómodo ni apoyado”, explica el jugador. En efecto, el año pasado a estas alturas ya hubo un amago de despedida. Luego, el fútbol y los goles demoraron decisiones que ya estaban tomadas. Hay personas en el Deportivo con las que Lucas, que tuvo palabras de cariño en su adiós hacia el propietario y presidente Juan Carlos Escotet y la vicepresidenta Michelle Clemente Escotet, no sintoniza. “El capitán tiene que sentirse en la mejor situación posible. Y si no es así, lo mejor es dar un paso al lado”, expone.

Es el tercer adiós de Lucas del Deportivo, quien sabe si un hasta luego. Uno siempre vuelve a su casa. Aunque ahora subyace el amargor: “No tuve el cariño que necesitaba”. Y ahí brota la pregunta. “¿Por parte de quién?”, le inquirieron aludiendo a “su valentía habitual” en la rueda de prensa en la que desgranó sus sentimientos. Lucas, obviamente, replicó con una pregunta. “¿Si no te doy nombres no sería valiente? El cementerio está lleno de valientes”. Lucas escoge la elegancia —“no procede dar nombres y apellidos”, zanja— y tampoco se declara arrepentido de aquel acto de fe que le trajo hace dos años de vuelta a su ciudad. “Vine desinteresadamente al Deportivo, solo para ayudar cuando lo lógico hubiera sido quedarme en Cádiz. No lo hice porque creo que merecía la pena y hoy hubiera tomado la misma decisión”, asegura. Estaba a dos partidos de renovar automáticamente su contrato. En verano le pusieron otro sobre la mesa, el club ya estaba listo para anunciarlo, pero al final declinó firmarlo. No se vio con fuerzas para adquirir ese compromiso en un club del que le disgustan facetas, decisiones, modos y maneras alejados de su sentimiento: “Amo al Deportivo, soy del Deportivo y moriré del Deportivo. Me voy con la conciencia tranquila. Hice mi trabajo”.

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